Capítulo 3

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Se despertó temprano. Hizo una pequeña maleta, tomó las llaves del auto y se dirigió a la salida. Con sus agudos reflejos y sentidos, aún humanos pero sensibles como los de un vampiro y a la vez los de un cazador, pudo escuchar el soñoliento y torpe ruido que hacía su padre al despertar. A prisa tomó sus cosas y cerró la puerta. No quería encontrarse con Logan, ya se verían en la junta en dos días más.

Al salir y caminar hasta el auto no pudo evitar sentirse observada y veloz se volvió hacia adelante y luego hacia atrás. Tenía la impresión de que alguien ajeno a la casa la miraba. Desechando tan paranoicas ideas descubrió que su tensión había aumentado aún más en los últimos meses. Se metió en el auto, metió las llaves y se marchó.

Entre las ramas de los altos árboles, el sujeto la miró marcharse. Ésta vez casi lo descubría. Aliviado, se relajó, dio la vuelta y volvió a encaminarse hacia su destino, prometiendo ser más cuidadoso la próxima vez.

Logan escuchó el motor del auto y permaneció sentado sobre la cama un buen rato, serio, ¿Qué era lo que pretendía la chica alejándose de él mismo? ¿Hasta dónde quería llegar y cuando se detendría?

La joven condujo sin prisa, había escuchado de recientes asesinatos al este. A todos los cuerpos les faltaba sangre, además de que se habían encontrado otros más degollados. Todo parecía ser una disputa entre vampiros, probablemente de nidos chicos y pequeñas comunidades en formación, aunque la limpieza de los cortes era notoria, parecía que se trataba de profesionales, de vampiros viejos. Echaría un vistazo, con suerte, incluso podría tratarse de una huella más que la llevaría hasta Martin.

Hizo cinco horas de viaje y pasó toda la mañana y tarde buscando y recolectando información. No fue si no hasta que comenzó a oscurecer cuando el verdadero movimiento comenzó.

Por fin pudo descifrar el lugar exacto de las muertes, además de que pudo entrar a la sala y ver con sus propios ojos los cadáveres.

Cuando sabía de cadáveres de vampiros, siempre buscaba entrar para verlos e incluso tratar de identificarlos, esperando alguna vez encontrar algún rostro conocido, sabiendo que muchos habían sido quemados y que de la mayoría jamás volvería a ver más que cenizas, pero una parte de ella le decía que todavía quedaban algunos de los que buscaba con vida.

Se trataba de tres cadáveres, uno de ellos tenía un singular tatuaje sobre el cuello, un vampiro de Henry. Los otros dos no tenían ni una marca en específico.

Se acercó a uno de ellos y con uno de sus cuchillos le abrió la boca y encía intentando ver la longitud de sus colmillos.

El cazador que se había encargado de guardar aquellos inmortales cuerpos antes de que éstos fueran llevados a la morgue y estudiados junto con las víctimas humanas, para ser expuestos ante el mundo, la miró con repulsión sintiendo una oleada de asco al ver su exagerado método.

Los colmillos no tenían una longitud en especial, pero sobre todo no eran tan puntiagudos ni alargados; no eran de Martin tampoco.

Regresó al bosque donde se habían llevado a cabo aquellos asesinatos y comenzó a caminar alerta. Ya no había huellas ni marcas en el suelo. Era inútil sentarse a esperar en medio del frío bosque a que algún vampiro apareciera.

Al caminar durante más de una hora, creyó ver una tiesa y grande silueta. Se acercó a ésta sintiendo emoción, aunque al acercarse y descubrir que se trataba de un ciervo, sus ánimos volvieron a ser los mismos que cuando empezó. Se acercó más, adelante había un cadáver, lo estudió, pudo haber sido un oso, lobo, o incluso un hombre. Al mirar su cuello y los dos orificios con sangre seca que lo adornaban se dio cuenta de que aquello era obra de uno de los inmortales y fríos andantes.

Ocaso EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora