✧Después de ti ✧/ [PAUSADA]

Capítulo 2.

—¡Brooke!—se escuchaba a mis dos amigas gritar desde el final del pasillo.

—¡Lleváis media hora metidas en el baño!—Audrey golpeó la puerta del baño con fuerza.—¿Queréis salir ya?¡Llegamos tarde! —Abrí la puerta de repente, dejando que su puño se estampara contra el aire.

—Wow.—murmuró Audrey en cuanto me vio.

Señoras y señores , con ustedes , la amiga del año:

—Parece que te han pegado dos puñetazos en los ojos.—dijo Sam.

Lillian la miró mal , segundos más tarde añadió:

—Es broma.—sonrió pícaramente.

—La he puesto preciosa , ¿eh?—Lillian se echó flores y mis dos amigas asintieron sin poder pronunciar palabra. No pude evitar dejar escapar una risita.

Estaban acostumbradas a verme en chándal y sin maquillar , no estaban acostumbradas a verme con un vestido descotado y con ocho kilos de maquillaje.

Me miré una última vez al espejo mientras me decía a mi misma : "Es sólo una fiesta, Brooke. Lo pasarás bien. No seas tan cerrada."

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La fiesta estaba siendo un desmadre : borrachos por todos lados ,muchas parejas besándose y vasitos de alcohol esparcidos por ahí. Conseguí pasar de entre la multitud y vi que había hueco en un sofá , al lado de una parejita.

Al menos eso es mejor que estar de pie oliendo el terrible aliento a alcohol de la gente.—pensé.

—No tenía que haber venido.—murmuré para mí mientras veía a mis tres amigas perder la dignidad en la pista de baile. Estaban como una cuba.

—Ven a bailar con nosotras, no seas una amargada . Al menos, no esta noche.—Sam me tiró del brazo, intentando levantarme del sofá. Yo me resistí.

—Mira quién está ahí.—Lillian apuntó con el dedo al chico que consiguió mi número hoy.

El muy cerdo no dejaba de mirarme de arriba abajo. Intenté ignorarlo , pero me intimidaba.

Sin pensarlo, me levanté y le dije:

—¿Tienes algún problema, idiota?—no contestó. —¿Por qué me miras tanto? ¿Tengo monos en la cara?—Tampoco contestó. Simplemente sonreía y me clavaba sus ojos verdes.

Suspiré y di media vuelta. A los idiotas así es mejor ignorarlos.

—Los ojos están para algo , preciosa.—dijo a mis espaldas.

—¡Qué bonito lo que te ha dicho , tía!—me dijo Audrey, pegando unos saltitos. Me daba vergüenza ajena.

—Lo que me faltaba por escuchar.—Llevaba tres horas ahí metida , observando cómo adolescentes parecían niños de tres años jugando a juegos estúpidos como el de la botella. Había venido por contentar a mis amigas , pero ya no aguantaba más, por eso anuncié:—Me marcho.

—¿Ya?—se quejó él.—Sólo son las tres y veinte.

—No me apetecía estar aquí. Y ya, mucho menos si estás tú.—dije bordemente.

—Qué pena.—ladeó la cabeza.—Ya te llamaré, preciosa.—me sonrió.

—Y yo no te lo cogeré.—dije divertida , mientras me daba la vuelta y salía del lugar.