Capítulo 5.

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Habían pasado unas tres semanas de aquella fiesta. Me encontraba en mi habitación, leyendo una de las historias de amor que me gustaría vivir. Al igual que todas las de mi estantería; ni siquiera sabía como es que cuatro tablitas de madera podían aguantar tanto peso.

En mis dieciséis años de vida,  no había tenido nunca ningún novio ni me había besado con nadie. Y pese a que lo deseaba, no iba contándoselo a mis amigas; prefería callármelo y que llegara cuando tuviese que llegar. Mientras, me conformaba leyendo historias románticas e irreales y fantaseando con un chico como los de libro. 

Mi móvil sonó, interrumpiendo mi lectura.

—¿Y ahora, quién coño me llama?—dije para mí misma. Me retorcí en la cama, intentando alcanzarlo. Sin querer, le di un porrazo a la mesita de noche, ocasionando que ésta se moviera y mi móvil impactara con el suelo.—Mierda.—me quejé. Suerte que había salido ileso gracias a la alfombra que cubría el suelo de mi habitación. No podía permitirme otro móvil.

Miré el nombre del hijo de Satanás que había interrumpido mi lectura: Desconocido.

El muy jodido no había parado de llamar en estas últimas semanas y obviamente, yo siempre colgaba. Estaba segurísima de que era Ethan.

Una vez más, colgué. Estaba aborreciendo mi tono de llamada y todo, de tanto escucharlo.

—Cariño, tienes visita.—me avisó mi madre, asomando la cabeza por la puerta de mi habitación.

—¡¿Es que nadie me va a dejar terminar el libro!?—me quejé.

—¡¿Es que no puedes dejar de leer, al menos,  una vez en tu vida!?—dijo Lillian ,  imitando mi tono de voz.

—¿Qué hacéis aquí?—pregunté cruzándome de brazos , mientras contemplaba a mis tres únicas amigas.

—Vamos a ir a la tetería a merendar.—dijo Sam.—Y quieras o no, te vendrás con nosotras.

—¿Desde cuándo no tengo decisión propia?

—Desde que nos conociste.—sonrió Audrey con malicia. El primer día de colegio vino a mi mente. Me maldecí interiormente por no haberme juntado con otros niños, en lugar de juntarme con las tres niñas que jugaban alejadas del resto.— Tienes suerte de tenernos. De no ser por nosotras, no tendrías vida social.—Audrey tenía razón; de no ser por ellas, me pasaría la vida encerrada en mi habitación leyendo libros y viendo pelis de amor.

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—¿Ese no es el chico que te gusta, Sam?—preguntó Lillian, llamando la atención de mi amiga.

—Sí.—Sam contempló a su crush  de ojos azules entrando en la tetería. Tras unos segundos de embobamiento con el chico , dirigió su vista hacia Lillian, la cual la señalaba mientras miraba a su crush, esperando a que él también la mirara.—¡¿Qué haces, gilipollas!?

—Te está ayudando, tonta.—respondió Audrey en su lugar. Acto seguido, despelucó a la enamorada con la mano. Sam, la miró con cara de asesina.—¿Ves? Ha conseguido que te mire de vuelta.

—¿Cómo se llama el afortunado?—pregunté.

—Jake Collins.—respondió Sam, casi con corazones en los ojos.

—¡Jake!—le llamó Audrey. Cuando ya tuvo su atención, se acercó hacia él , arrastrando a Sam del brazo.

Pobre Sam,  no le culpo de tener a unas amigas tan locas.

—Seguro que Audrey le estará dando el número de Sam a Jake.—dijo Lillian.

—Segurísimo.—dije. Contemplé la expresión del crush  de mi amiga. Se sentía intimidado.

✧Después de ti ✧/ [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora