Capítulo IX

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- ¡Candy! ¡Candy! ¿Qué haces ahí? ¡Retírate, por favor! – le pidió al verla en el borde la ventana abierta, apoyando sus piernas en la cornisa, cómo podía siquiera pensar en tirarse por la ventana, ¿qué le había sucedido en Chicago? Para que se atreviera a tanto.

- Quisiera ser como esas hojas...libre – murmuró en un tono apenas audible, sin que Terry pudiera prever que estaba por desmayarse.

- Candy, ¿qué tienes? ¡Maldición! Candy, dime ¿qué debo hacer...? El hospital, ¡sí eso es! – la levantó en vilo y se apresuró a llevarla al hospital.

Terry la tomó en brazos y la depositó en el sillón para después cubrirla con una frazada, la levantó y se encaminó a la calle, detuvo un carruaje y le ordenó dirigirse al hospital. Una vez que llegó, se apeó del carruaje y le ordenó al cochero que esperara, entró rápidamente y pidió a gritos una camilla.

- Una camilla por favor, rápido – pidió el castaño con urgencia.

- Espere señor, Candy...¿qué le sucedió? Dense prisa, es una de nosotras. Llamen al doctor enseguida – ordenó la enfermera de nombre Leonora.

Afortunadamente el médico de guardia conocía a la rubia y la atendió en el momento.

- Candy, ¿qué pasó? – cuestionó al ver quien era la paciente.

- No lo sé Robert, sólo un señor la trajo, me dijo que se había desmayado y que no reaccionaba – comentó Leonora sobre lo poco que Terry le dijo.

- Leonora, unas mantas y póngale un suero, también trae las sales. Esta niña está muy fría, debemos calentarla rápidamente – la urgió mientras frotaba las manos de Candy.

Habían pasado algunas horas cuando por fin despertó, pero debido al cansancio se volvió a dormir, Robert solicitó con urgencia los resultados de laboratorio, no podía creerlo, no tenía nada y con su capacidad de análisis sólo pudo deducir una sola cosa, fue entonces que se encaminó a la habitación de la rubia.

Toc toc

- Candy, ¿puedo pasar? - al ver que ella no había despertado, avanzó cerrando la puerta, pero justo cuando tomaba la historia clínica la rubia bostezó audiblemente.

- ¡Hola Candy! – le sonrió, observándole el rostro y comprobando parte de su teoría. Dime, ¿qué pasa en tu vida actualmente?

- ¿Qué pasa, de qué? ¿Qué me pasó? ¡Estoy tan cansada! – susurró.

- Eso precisamente, sabes que no puedes embarcar si no estás del todo bien – le comentó comenzando a anotar sus datos de presión y temperatura.

- Sólo es cansancio, en el barco se me quitará – resolvió ella rápidamente.

- Es un mes y medio Candy, este no es el Mauritania, quién me asegura que usted señorita se encontrará mejor – le señaló mientras alzaba las cejas, haciendo que Candy sonriera.

- Robert, déjame ir, ya me siento... - iba a terminar la oración cuando se vio interrumpida tanto por la mano como por la orden del médico.

- No, daré la orden para no dejarte ir – advirtió él joven médico.

- ¡Pero Robert...! – intentó objetar la rubia.

- Nada Candice, te reportaré enferma, no te has alimentado bien y estás son las consecuencias, cómo piensas viajar así a Londres... - la encaró con parte de la verdad.

Enfermera de GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora