Capítulo XXIV

826 40 46
                                    

- Sí, soy madre, otra vez, mi parto fue muy complicado, Lacrosse casi me pierde en el transcurso de la noche, tras varios días de sufrir sangrado grave para después resultar en uno ya controlado. Sufrí fiebres, quedé espantosamente desmejorada, casi he muerto, apenas y lograba ver lúcidamente a Albert, él luchó por mí, por mi salud mental y sobre todo ante la pérdida de mi hijo. Albert, Albert fue todo para mí en esos momentos, luchaba contra mis propios demonios y a pesar de que a veces se veía tan abatido respetó mi dolor, el cual era mucho, haberme devastado la noticia, después de un mes que él me lo dijo, lloré más que el océano que alguna vez nos separó, tuve a mal decirle cómo me sentía, noches en que lo repudiaba de mi vida, de mi vista y de mi cama. Cuando pude darme cuenta de lo que había hecho, intenté arreglarlo, pero de nuevo él me dio una gran sorpresa, volvió a mis brazos y al sentido nuevo que le di a mi vida. Dejó de lado todo lo demás para dedicarme cada momento a mí, a mi pérdida, todo eso, pero sin fijarme en que solamente hablaba de mí sin importarme él.

En alguna parte de esa reconquista, perdí la noción del tiempo y mi dolor por haber perdido a mi bebé no existió más, la tía abuela que había llegado de sorpresa, fue en realidad una sorpresa para nosotros, se dio cuenta de ello rápidamente, lo que ella no sabía era que a pesar de estar casados, era todo un escándalo. Por lo que después de mi recuperación y en el transcurso de ella, recibimos una perorata de su parte, primero por mantenerlo en secreto, después por no respetarla a ella en América y sobretodo porque mi Albert decidió que no era necesario casarse nuevamente conmigo cuando eso ya lo habíamos hecho.

La tía abuela fue persistente, Albert comenzó a cortejarme, nos hicimos novios, formalizamos y nos casamos cuando se realizó la presentación del jefe del clan, ahora todos me conocían por fuera, a pesar de las marcas que aún tenía en mi cuerpo, fueron cubiertas por encajes y seda, pero sólo Albert sabía que aquellas marcas también las había en mi corazón.

Ahora es que me he dado cuenta que tanto Albert como yo fuimos completamente locos, inexpertos, descuidados y obcecados en cuanto a nuestros deberes conyugales como a los familiares, los de pareja nos fallaron demasiado, pero después de este tiempo, en el que sufrimos la perdida de nuestro primer hijo, recobramos el sentido a la vida con ayuda de nuestra querida y estricta tía abuela. Reacia a comprender cómo la engañamos, ella comprendió que reprendernos en el momento en que perdíamos al pequeño Albert no era muy recomendable, yo... yo sufrí mucho cuando perdí a mi bebé y no me di cuenta que él también sufría al igual que yo. Pero...es hora de que deje de recriminarme y recriminarlo a él por ello, yo tomé una estúpida decisión que no tuvo un fundamento lógico y profesional y culpé a mi Albert de todo lo que sucedió, pero Dios me ha dado otra oportunidad, hoy mi Albert me ha dado una excelente noticia, hoy me ha pedido que lo llame por su nombre para mí y me ha presentado a mis hijos, mi pequeño Anthony y Candice, creo que Dios ha hecho algo más que regalarme a mis hijos, ha creado dos copias idénticas de Albert y yo.

- ¡Hola mis niños, soy... su mamá! mi nombre es Candy y los esperaba con mucho cariño...saben, tuvieron un hermanito hace dos años, pero su papá y yo lo perdimos, se llamaba Albert, como su papá; yo quiero prometerles que serán muy felices, más de lo que nosotros lo fuimos cuando nos enteramos que venían en camino. Yo quisiera decirles que en mi embarazo estuvimos al pendiente de todos mis cambios para que no sucediera lo mismo, su papá me dio mucho amor y sus negocios los dividió entre todos los familiares para que no fueran una carga; mis niños, les presento a Albert, su padre, ha sido un excelente padre, un hombre de negocios alerta, un sobrino ejemplar y al mismo tiempo un excelente esposo – les explicó a las dos cabecitas rubias que estaban entre sus brazos mientras ella seguía llorando.

- Y tú has sido una esposa excelente, en todos los sentidos una gran mujer y sobretodo una excelente profesional – sonrió Albert antes de que ella intentara rebatirlo.

Enfermera de GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora