Inicio del flash back
Albert y Candy se encontraban en Nueva York en un baile ofrecido por el alcalde de la ciudad, habían llegado como todos los bailes a los que asistían, siendo la pareja que causaban más furor por ser elegante y realmente hermosa, sobre todo cuando todas las damas querían bailar con Albert y mucho más cuando él mismo por alguna razón, no quería que Candy compartiera con otros caballeros; de alguna manera la compartía a regañadientes, pero no quería verla en brazos de otros. Afortunadamente a Candy poco le agradaba asistir a esos eventos, por lo que apenas hubo bailado unas cuantas piezas cuando le pidió a Albert que salieran al jardín.
- Albert, ¿podemos salir al jardín por favor? – le suplicó vehementemente a su rubio amigo.
- Un momento señorita Andley, recuerde que me concedió un baile en la cena que ofrecieron los Worthington – solicitó Fred Thorton a Candy.
- Lo siento, pero la señorita Andley no puede acceder a esa petición, debe de tomar en cuenta que debe respetar las jerarquías, permiso – contestó Albert sumamente molesto.
- ¿Jerarquías señor Andley? Desde ¿cuándo dices eso? – reclamó la rubia a su acompañante.
- No soporto verte con él...en realidad con nadie, vamos, el rosedal nos espera – Albert intentó distraerla.
- Un momento Albert... ¿qué has dicho? – lo detuvo tranquilamente.
- Que me molesta compartir el tiempo de los bailes con esos mequetrefes – vociferó
- Y ¿qué me dices de las señoritas de alcurnia que te rodean? ¿Ellas no cuentan? – reclamó la rubia porque ella no sería la única privada de su libertad.
- Bueno... es diferente – resolvió el, ya que el sí tenía que hacer esos sacrificios por el papel que desempeñaba.
- Ah sí y ¿cómo es diferente? – cuestionó la rubia un tanto enojada.
- Sencillo, es diferente porque yo no me desvivo por los acompañantes...como por ejemplo con Lord Worthington – recordó Albert un poco altanero.
- Eso es ridículo...él...él podría ser mi padre – espetó Candy sin poder creerlo.
- Yo era tu padre y nunca me nombraste así – replicó Albert sentido.
- Nunca...por eso me lo reclamas ahora, esto es increíble – Candy se enfadó tanto que comenzó a caminar hacia el interior del salón de baile.
- ¿A dónde vas? – la llamó, pero la rubia ni caso le hizo.
- Me voy de aquí...eres...eres tan....obtuso – Candy enojada se volvió para gritarle lo que en realidad pensaba.
- No puedes hacerle una escena al Alcalde, eso sería irrespetuoso – Albert le recriminó.
- ¿Con que no puedo...? Pues veme, así sabrás que si puedo....pero antes iré a bailar con Fred – le aclaró ella de sus intenciones a lo cual el rubio le cambio el semblante.
- No, no irás, ¿no que ya te ibas? – le cuestionó celoso.
- Y ¿quién va a detenerme? Tú y tus estúpidos..."celos". Eso es, ¿estás celoso? – se atrevió a preguntarle, como siempre había atinado.
- Lo normal, debo cuidarte – intentó enmascarar la razón del por qué de su actuar.
- Sí claro, te recuerdo que sé cuidarme, te recuerdo que cuando Terry se fue de Londres yo lo seguí y viaje sola, así que por lo visto sé cuidarme – le gritó sin saber en verdad porque lo hizo.
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Enfermera de Guerra
RomansaESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Una obligación se había convertido en un asunto sin importancia, la lejanía de un amor en des...