George tomó el sobre que el Dr. Labath había puesto sobre su escritorio y lo fue abriendo lentamente para leer lo que decía ahí mismo.
- No puede ser...disculpe tengo que enviar un telegrama a Francia – respondió George aún calmado.
- Ya lo he hecho, pero aún no ha llegado el convoy hospitalario a París, de cualquier manera quizás usted me pueda proporcionar otro nombre porque dicen que no hay ninguna Candice White en ese convoy – explicó Labath un tanto contrariado.
- Sí por supuesto, Candy...la señorita se enlistó como Annie Britter, por eso es que no la encuentra.
- Había una chica Britter ahí, creo que ya nada puede sorprenderme. Candy sabe esconderse – mencionó Labath sorprendido.
- Si usted supiera, bueno en ese caso manténgame informado, residiré unas semanas en la mansión Andley, aunque me gustaría que asistiera a ésta dirección el día viernes como a eso de media día, por favor – le pidió amablemente George.
- El telégrafo...estaré ahí – confirmó alegre y extrañado.
- Con su permiso me retiro, debo informar a la Matrona de la Familia sobre los motivos de estar aquí demasiado tiempo, usted comprende – suspiró y levantándose se despidió.
- Por supuesto señor Johnson, felicíteme al señor Andley – sonrió y volvió a sentarse.
- ¡Felicitarlo! ¿Por qué? – preguntó extrañado.
- Porque al parecer, se quedará sorprendido de saber que será padre – sonrió y se le quedó viendo un rato.
- ¿Qué quiere decir usted? – lo volvió a cuestionar.
- Si piensa que no sé quién es el joven que salía con Candy, puede ser que me crea un tonto, pero no entiendo una cosa – se interrumpió al ver que el rostro de George no cambiaba ni un ápice.
- Bueno es su padre...además eran muy unidos, demasiado para el gusto de la tía abuela – esto último lo dijo en su mente.
- Debo hacer mi ronda, ella es solo una mujer maravillosa y ese semblante no era ni la más mínima Candy que conocí anteriormente en Chicago, si me disculpa – Labath se levantó y se retiró de la oficina.
- No piense mal, la señora Candy no... - iba a contarle un secreto, pero Labath lo interrumpió.
- No la critico, debió estar muy enamorada para entregarse a William – recalcó la oración tanto como pudo.
- ¿Cómo puede pensar que el joven William sea capaz de hacer eso? Ellos...ellos se casaron en secreto hace unos meses... - refirió George con tono tranquilo.
- William y Candy se casaron, pero... - se interrumpió cuando a Labath le cambiaba el rostro.
- Ni tanto, no es lo que piensa, Candice dejó de ser hija de William a principios de año...buen día – George se despidió porque esa era una historia que no debería de ser contada.
George aún no salía de su asombro, decidió alejarse del hospital no sin antes soltar una risita al recordar las suposiciones de Robert, de ahí se dirigió al telégrafo. Después de haber mandado un telegrama al barco de Wilson, tomó rumbo a la mansión encontrándose nada menos que con el dolor de cabeza de William, sin duda, la Señora Elroy.
- Buen día, George – saludó la señora Elroy.
- Buen día, madame Elroy – la saludó cortésmente.
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Enfermera de Guerra
RomansaESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Una obligación se había convertido en un asunto sin importancia, la lejanía de un amor en des...