Capítulo 30. "Rogelio"

293 9 0
                                    


   ____________(tn)*

   — ¡Y vamos a comer, huevos con tocino! ¡Y vamos a comer, huevos con tocino!
    Canturreamos Sebas, los pingüinos y yo mientras caminamos alegremente por todo el camino. ¡Me encanta este lugar! Los árboles son enormemente grandes, hay muchas flores de distintos tipos, hay animalitos silvestres, hay aves y Joelito no ha dejado de jalonear a Michael para perseguir una que otra ardilla. Sebas, los pingüinos y yo nos detenemos constantemente para curiosear algunos animales que nos observan pasar.
    — ¡Carreritas Mini Noyer!
    Grita mi amigo Steve. Los cuatro imbéciles, sebas y yo nos ponemos en posición de salida, empieza el conteo y cuando llega hasta tres, salimos disparados corriendo como avestruces, levantando algo de polvo y muchas hojas al pasar. Sobrepasamos a los chicos a puros empujones. Yo seré muy chiquita, pero soy muy rápida. Voy a toda velocidad, sobrepaso a Sebas y a los pingüinos, hasta que veo algo que capta toda mi atención y me hace detenerme bruscamente. Los demás chicos también se detienen, pero ellos caen al suelo al chocar mutuamente. Yo veo embobada al precioso animalito frente a mi.
    — ¡Sebas! — chillo — ¡mira que guapo mapache! ¡¿Me lo puedo quedar?!
    El animalito nos ve con curiosidad, se acerca a nosotros y yo saco una galleta de mi suéter y se la doy. El lindo mapache levanta sus manitas y coge la galleta para comérsela. Muero de ternura al verlo masticar.
    — ¡Ay chuchito! ¡Yo quiero este mapache! ¡Sebas! Por fiiiss, ¡di que me lo puedo quedar! ¡ándale! No seas malito...
    — Está bien pitufito loco.
    — ¡Siiiiiiiiiiii! — chillo
    — ¿y como le vas a poner al zorrillo este?
    — ¡Es un mapache! Y se llamará eeee... ¡Rogelio!
    — ¡Mini Noyer! ¡Ese animal es de tu tamaño!
    Chilla Steven y los otros pingüinos estallan a carcajadas. Le arrojo una rama en la cabeza. Encantada de la vida, le doy otra galleta a Rogelio y cuando voy a intentar tocar su cabeza, un chillido de nenita me detiene.
    — ¡Ay dios mío! ¡Es un koala! Bella, suelta a ese animal, te va a pegar.
    Pongo los ojos en blanco y gruño:
    — ¡Es un mapache y se llama Rogelio!
    — ¡Mi amor! — grita Michael — aléjate de ese animal, debe tener rabia y te puede morder.
    — ¡No tiene nada! Además, Sebastián ya me dio permiso de quedármelo.
    — ¡Estás loca! ¿A caso no sabes que es ilegal tener animales exóticos como mascotas?
    — Pero Rogelio es un bello mapache y y... Y no es exótico y... Y y es mío por que yo me lo encontré y le di galletas...
    — No,  ____________ , no puedes tener a "Rogelio" de mascota. Además, el animal debe estar en su habitad natural que es este bosque.
    — Pero es que Rogelio es...
    — Nooo.
    — Pero si...
    — Que no.
    — Pero...
    — ¡No __________!
    Maldigo por todo lo alto y estoy a escasos segundos de empezar a llorar como la chilindrina. Rogelio nos ve con su linda cara de ladrón y el corazón se me encoge. Siempre he querido un mapache. Saco de mi mochilita en forma de perrito un Sándwich de jamón y se lo entrego a Rogelio. Este se va corriendo con el Sándwich. Yo me quedo como idiota observando como se marcha.
    — ¿Porqué demonios ibas a permitir que ___________ tuviera un mapache, Sebastián?
   Gruñe Michael mientras retomamos nuestro camino. Ignazio y Gianluca se acercan a mi para consolarme.
    — Por que mi pitufito siempre ha querido un mapache. Además, Rogelio era muy lindo y tierno.
    En todo el camino, Michael y Sebas discuten sobre el mapache y sobre lo alcahuete que es Sebastián conmigo. Yo me limito a ir callada con un puchero de niña. Ignazio intenta darme ánimos y sobornarme con dulces. Al final, termino riendo a carcajadas cuando Gaby se tropieza en una rama y se cae muy gracioso.
   Una hora de caminata después, llegamos a un impresionante y enorme roble. Sus hojas están muy verdes...
    — ¿Que historia tiene este árbol, Michael?
    Pregunta Pierito con curiosidad mientras toca el árbol con sus manos.
    — ¿Que? ¡oh si! Eee, bueno, mi padre y yo lo encontramos hace diez años y es el árbol mas viejo del lugar.
   Responde Michael. ¿Esa era la súper historia? No pues, si deberían de agregarla a Wikipedia como una de las mejores historias del mundo. Me quedo embobada observando el árbol, los pingüinos se acercan a mi y ven descaradamente mi cuerpo en el momento en que me quito mi suéter y lo cuelgo en la rama de un árbol. Hace un calor del diablo.
    — ¡Maaaaviiis! — jadea Steven — Pero si Bennet tenía razón en absolutamente todo lo que nos dijo de ti el otro día...
    — ¡Siiii! — chilla Marlon — estás más buenísima que antes... Mira que enormes... Ojos tienes...
   Hago un puchero extremo y me voy corriendo donde Sebastián para ponerle queja.
    — Sebastián, los pingüinos me estaban viendo mis...
    — ¡COCOS!
    Sebastián y yo corremos como gacelas al escuchar el grito de Gaby. Frente a ella hay muchas palmeras con cocos que francamente se ven deliciosos... ¡Los deseo!
    — Sebas, quiero esos cocos, ¿me los cortas?
    Sebas asiente e intenta escalar la enorme palmera, pero se cae en el intento. Vuelve a hacerlo unas tres veces y cuando ve que no puede, se rinde. Maldigo. Quiero mis cocos... Y como en verdad los deseo, trepo por otro árbol con ramas. Estoy en una parte horriblemente alta cuando recuerdo que odio y me aterran las alturas. Chillo. ¿Como demonios llegué hasta acá arriba? Y lo más importante, ¡¿como demonios voy a bajar?!
   Intento descender por el mismo lugar que subí, pero me resbalo.
    — ¡Ay!
    Chilla una voz conocida. ¡Ignazio! ¡Mi salvación!
    — ¡Nachito!
   Chillo cuando veo que se va a marchar sin si quiera haberme visto. Voltea a ver a todos lados confundido y luego ve hacia arriba.
    — ¿Pequeña? ¿Que demonios haces ahí arriba?
    — No nada, aquí casual intentando madurar... — digo sarcásticamente — ¡No puedo bajar! ¡Ayúdame!
    — Está bien, salta pequeña que aquí espero para atraparte.
   Ignazio abre sus brazos y yo sinceramente no se si arrojarme. Está muy alto e Ignazio puede soltarme y yo puedo morir o romperme la nuca o peor aún, romperme los dientes...
   — Pequeña bella, confía en mi. Tú sabes que yo jamás permitiría que te lastimaras... Nunca permitiría que te hicieras daño.
   Sus palabras, su tono de voz hacen que de repente la seguridad inunde todo mi cuerpo. Asiento. Como puedo, me cuelgo de la rama con mis manos y estas que están sudorosas se resbalan... Por suerte, Ignazio logra atraparme en sus brazos. Hundo mi rostro en su cuello realmente aliviada.
    — Nachito...
    — Te lo dije, pequeña. Aquí estoy y estaré siempre para ti...
    Sonrío enternecida, beso sus mejillas unas cien veces, lo abrazo con toda mi fuerza y aún, colgada en él como chorizo, murmuro:
    — Muchas gracias, Nachito. Te adoro, eres mi héroe...
   Ignazio sonríe con amplitud y también besa mi mejilla. Como hay algo que me da vueltas en la cabeza, decido ayudar a Gaby que se que ahorita debe de estar dándose cabezazos contra un árbol al igual que mi celoso hombre. Sin bajarme de Nachito, murmuro:
    — Nachito, deberías de darle una oportunidad a Gaby para que te explique las cosas...
    — ¡Dioos, mujer! ¿Porqué tanta insistencia?
    — Por que estoy segura que a ti te gusta la vaga... Gaby. Anda Nacho, no seas tan frívolo y dale una oportunidad de expresar sus disculpas.
     — Pequeña...
     — Por favor, Nachito... Ella ya se disculpó conmigo y creo que tú debes perdonarla.
     — Pero es que...
     — Hazlo por mi, Ignazio... Dame ese gusto. Porfis Nachito, di que si, hazlo por mi, ¿Siiiii?
    Digo en tono de niña mimada. Ignazio me ve, sonríe y niega al ver mi carita de perrito regañado.
    — Está bien y que conste que lo haré solo por que tú me lo has pedido. Si su disculpa no me convence y noto que me está mintiendo, pues, como dices tú: que se vaya a la mierda. No me gustan las mentiras, las odio. Tú sabes que yo soy un hombre honesto, que siempre habla con la verdad y si algo no me gusta, lo digo tal cual lo pienso.
    Asiento. Vaya carácter que se maneja Ignazio. Le doy el último beso en la mejilla, me bajo de él y me voy corriendo donde los pingüinos para tomar un poco de agua.
    — Mini Noyer — murmura Steven limpiando mi cabello de algunas ramitas — ese tipo que te tenía en los brazos... ¿Que demonios es para ti? Por que déjame decirte que estaban demasiado juntos.
    — Pues él es Ignazio y es mi novio.
   Todos jadean a excepción de Charlie que sonríe.
    — ¿Cómo que tu novio? — chilla Marlon — ¿cuando pensabas decirnos que tenías un novio?
    — Cuando ustedes me lo preguntaran. ¿Cual es el problema?
    — ¡El problema es que ese tipo tiene que hablar con NOSOTROS si en verdad quiere ser tu novio!
    Gruñe Bobby. Pongo los ojos en blanco.
    — Además, Mini Noyer, ¿Que no es muy grande para ti?
    Pregunta Steven indignado.
    — Claro que no, tonto. Ignazio ya casi tiene 20 años.
    — Si no me refería a la edad — dice Steven riendo — me refiero a que él es mucho más alto que tú... Dios, pareces una diminuta pulga a su lado.
    Los cuatro pingüinos estallan a carcajadas. Tomando a Steven de la camiseta, lo atraigo hacia mi y siseo:
    — Deja de molestar, pedazo de mierda o te daré un par de guantazos para que aprendas.
    — ¡Grrrrr, nena! ¡Me encantan las salvajes!
...
    Luego de pasar todo el día en el bosque, regresamos al rancho. Uso a los pingüinos y a Sebas de caballito y me trepo en sus espaldas para no caminar. Me duelen horrores mis pobres piecitos. Intenté que Gianluca también me llevara en la espalda, pero cuando me iba a subir, Sebastián llegó junto con los pingüinos e hicieron un dramón por eso. Al llegar al rancho, corro rápidamente a la habitación a tomar una refrescante ducha. Cenamos algo rápido y cuando termino, me voy al cuarto. Me pongo un mini short de pijama, sin bragas y una pequeña blusa. Sé que está haciendo un frío del demonio y que me estoy congelando la nariz, pero también se que mi hombre no tardará en venir a calentarme.
    Pasa más o menos una media hora y el imbécil de Gianluca no viene. Rápidamente me visita el señor enojo, gruño en mi mente, lo maldigo, le digo de todo, absolutamente de todo y hasta de lo que se va a morir. Resoplo unas cien veces y decido mejor dormir. Estoy cerrando los ojos, cuando siento que alguien levanta las sábanas. Gianluca. Debería de ponerle la navaja otra vez y no precisamente en el cuello. Voy a abrir la boca para soltar una de mis maldiciones, pero mi hombre se me adelanta y me besa lo más duro e intenso posible. Sin dejarme hablar, ni protestar y ni respirar, me quita la ropa en unos segundos. Toco su cuerpo y me doy cuenta que no tiene camiseta puesta... Mmm... Me encanta el dorso desnudo de mi hombre. Jadeo cuando mordisquea mis pezones. Los lame, los succiona y los aprieta con una mano. Con la otra, se quita su short y sin previo aviso, separa mis piernas y me penetra. Gimo. Me dolió...
    Mi hombre comienza a darme unos fuertes empellones que me hacen morder su labio inferior. Hace que lo suelte y gruñe por cada embestida:
    — !¿Porqué has estado Ig-no-ran-do-me?!
    — ¿Queee? — jadeo apretando su trasero.
    — Me has... Ah... ¡Me has ignorado todo el maldito día!
    — ¡Eso no es cierto!
    — ¡Por supuesto que lo es! — gruñe deteniendo sus embestidas — ¡te la has pasado de lo más feliz y sonriente y coqueta con esos odiosos tipos! ¿Que te traes con ellos?
    — ¿Que estás insinuando maldito imbécil?
    Siseo y trato de empujarlo para que salga de mi interior, pero no lo muevo ni un centímetro. Gianluca es muy fuerte cuando se enoja.
   — Exactamente lo que te estás imaginando. Apuesto a que le gustas a esos imbéciles y apuesto a que no te son indiferentes. ¿Con cual de ellos te piensas acostar después? ¿Es por uno de ellos que ya no me quieres? ¿No es así?
   La sangre se me espesa y sin pensarlo dos veces, le doy una bofetada a Gianluca. Las lágrimas luchan por salir de mis ojos y aunque no quiera... Comienzo a sollozar...
   — ¿Be... Bella?
   — ¡Eres un imbécil! Te he dado todo de mi, ¡todo! ¡Fuiste el primero con quien tuve relaciones Gianluca! ¡¿Que más quieres de mi?! ¿Que más pruebas de amor necesitas? ¿A caso no te es suficiente?
    — ¡No! ¡No es suficiente!
    — ¡¿y entonces que demonios quieres?!
    — ¡Que no estés de coqueta con esos tipos! ¿Sabes que? Si te vas a acostar con alguno de ellos, házmelo saber para estar...
    No dejo que termine la palabra, le dejo ir otra bofetada que lo deja aún más descolocado.
    — ¡Vete a la mierda! ¡Vete a la maldita mierda! ¡Se terminó!
   Gruño y lo empujo para que salga de mi interior. No puedo controlar mis lágrimas, pero si he controlado mi tono de voz. No quiero que nadie, y sobre todo sebastian escuche mi maldita pelea con Gianluca. Intento levantarme de la cama, pero Gianluca me lo impide envolviendo sus brazos alrededor de mi cuerpo.
    — No... No dejaré que termines conmigo, bella... Me niego...
    — Me importa una mierda. ¡Suéltame hijo de puta!
    Siseo y lucho con toda mi fuerza para deshacerme de sus brazos... Pero me es imposible escapar de Gianluca... Comienzo a sollozar y a mojar sus brazos con mis lágrimas.
    — No mi amor... No llores bella... Perdóname... Yo... Yo no se que pasa conmigo... No se que sucede con mis celos, pero te juro que...
    — ¡Suéltame! — siseo y esta vez si escapo de sus brazos — ¡Se terminó, Gianluca!
   Busco rápidamente en el cajón unas bragas, un pantalón de algodón gris y una sudadera negra. Me las pongo rápidamente y me voy corriendo del cuarto. En las escaleras me detengo un instante para tomar algo de aire y calmar mi llanto.
   — Pequeña, ¿estás bien?
   Murmura Ignazio apretando mi hombro. Asiento.
    — Si. No te preocupes... Sólo, sólo finge que hemos discutido... ¿puedes hacerlo por mi?
   Ignazio me ve como si en verdad estuviera más loca que una cabra, pero accede al ver mi gesto de aflicción. Me voy corriendo a la sala en donde los pingüinos, Sebas y Mike ven televisión.
    — ¡Hey Mavis! — Grita Steven. — Están a punto de dar Hotel Transylvania ¿La vienes a ver?
   Digo que si con un leve movimiento de cabeza. Sebastián al ver mi expresión, arruga su entrecejo.
   — Pitufito, ¿o es mi impresión, o estabas llorando?
   Los demás chicos me voltean a ver esperando algún tipo de explicación. Me encojo de hombros y murmuro:
    — Tuve una pequeña discusión con Ignazio, nada grave. Ya sabes como soy de sensible.
   Sebas me invita a sentarme en sus piernas y voy corriendo encantada. Necesito muchos apapachos... Pelear con Gianluca me cansa, me frustra y me entristece... ¿porqué el maldito es tan celoso? ¿Que tan difícil es confiar en mi? Estoy, muy, muy enojada con él y por su bien, espero que no me busque por que si lo hace, me veré en la necesidad de decirle a los pingüinos que lo pongan en su lugar.
    En toda la noche vemos las dos películas de Hotel Transylvania entre risas y risas, sobre todo, cuando el hombre lobo intenta enseñarle a cazar a Denis y dice "gruñido". devoramos mucho helado. Sebas me apapacha, uno de los pingüinos me hace piojito y los otros juegan con mis piecitos. Tal parece que soy su juguete.
  ...
   Al amanecer, la espalda me está matando... Dormí en el sofá yo solita, pues no quise volver a mi habitación por que probablemente Gianluca va a estar ahí y lo que menos me apetece es ver su estúpida cara. Capaz y se la desfiguro por imbécil. Maldito Gianluca... Maldito seas... Hace un frío del demonio y apenas estoy cubierta con una ligera manta que mi buen amigo Charlie me trajo. Necesito algo más calentito, necesito mi suéter... ¡oh maldición! ¡Lo dejé en la rama del árbol en el bosque! Para imbécil y estúpida no hay quien me gane... Bueno si, Gianluca. Me levanto del sofá, me estiro y escucho como los huesos me truenan horrores. Corro a la habitación. Gianluca no está aquí, gracias a dios. Me cambio a unos shorts gris, mis Nike SB y una blusa negra. Iré por mi suéter y así sirve que hago algo de ejercicio y despejo la mente. Como Sebas y absolutamente todos en esta casa están durmiendo, decido ir yo solita. En el patio, Joel levanta sus orejas cuando me ve pasar y comienza a saltar como loco. Debe querer ir conmigo. Cojo su cadena, se la pongo y lo llevo conmigo, así él me protegerá de cualquier peligro... Aunque este bosque es muy tranquilo, nada nos pasará...
    — Escucha Joel, cuando veas a Gianluca quiero que lo muerdas en el trasero. ¿Entendido?
   El perro menea su cola alegremente. Creo que me entendió...
   ¿En que demonios está pensando Gianluca?, ¿porqué siempre reacciona de esa manera? El corazoncito me duele y se me encoje al saber que en verdad no confía ni un poquito en mi... Yo no lo engañaría con nadie, yo lo amo y es muy difícil que él se meta eso en la cabeza de una buena vez. Fue el primer hombre con el que he tenido relaciones sexuales, con el que he hecho el amor de diferentes formar... ¿Engañarlo con un pingüino? ¡Por favoooorr! Ellos son sólo mis amigos, mis hermanos... Steven es Skipper, él idea todos los atentados bullyineadores contra mi. Bobby es Kowalsky, el cerebrito de los tontos. Marlon es Cabo, es un poco adorable... Y Charlie es Riko, no es para nada tonto, pero es mi pingüino favorito... Son sólo eso, simples pingüinos, simples amigos. ¡Gianluca cabezón!...
  Aproximadamente, una hora después llegamos al dichoso roble junto con Joel. Encuentro mi suéter, lo tomo y cuando me voy a dar la vuelta me doy cuenta que venía distraída en todo el camino y que no recuerdo como regresar. Maldigo. Apenas y traje una botella pequeña de agua. Bebo menos de la mitad y lo restante se lo doy al pobre Joel que está con la lengua de afuera. Debería de llamar a Sebastián, seguramente ya se despertó. ¡Mierda! No... No traje mi teléfono... No traje absolutamente nada conmigo... Ni siquiera mi inhalador... ¿Que hago? ¿Que hago?
  
    — control, _____________ . Sebastián vendrá a buscarte cuando vea que no estás en el rancho.—
   
   ¡Sebastián no sabe donde demonios estoy! ¿como se supone que venga a buscarme? ¡¿CÓMO?!
   ¡TENGO QUE RECORDAR EL MALDITO CAMINO SI O SI! O... Tal vez y Joel si lo recuerde...
   — Vámonos Joel, espero que tú si recuerdes el camino.
    Jaloneo a Joel de la cadena y este comienza a caminar por donde supongo que vinimos. De pronto, me comienzo a sentir demasiado paranoica... Siento como si alguien me estuviera vigilando y eso me pone los pelos de punta. A medida que Joel y yo Caminábamos, unos pasos se escuchaban detrás de nosotros. Joel comienza a gruñir y a chillar. Me detengo un momento y finjo atar las cintas de mis zapatos. Abro los ojos como platos al ver a un sujeto observándonos escondido detrás de un árbol. ¡trae un maldito machete!
   Joel y yo comenzamos a caminar tranquilamente y el tipo sigue. Esto no es bueno... No lo es...
    — ¡Corre Joel!
   Grito jalando a Joel de la cadena. Los dos empezamos a correr como locos, pero el maldito tipo corre detrás de nosotros, nos alcanza, tira de mi cabello y yo caigo al suelo. ¡Es un viejo! ¡un viejo horrible! ¿Que quiere hacerme?!
   — ¡Mmm! Carne fresca...
   Dice lamiendo su horrible y sucia boca.
   — ¡Déjeme ir maldito viejo asqueroso!
   Comienzo a gritar cuando el maldito tipo pone una mano en mi hombro y se empieza a tocar su... Su... Mierda... Las lágrimas no tardan en aparecer, tiemblo, lloro, grito... Quiere... Quiere violarme... Nadie me escucha, nadie me ayudará...
   De pronto, Joel se arroja a la cara del campesino y lo muerde con toda su fuerza haciéndolo sangrar. Escapo de su agarre como puedo.
   — ¡Maldito perro! ¡Te voy a matar y a ti te voy a coger! ¡Putita!
   La adrenalina corre por mis venas y la furia me invade por completo cuando el viejo, levanta su machete para atacar a Joel. Sin pensarlo, cojo una rama verde del suelo y se la estampo en una de sus piernas, luego lo golpeo nuevamente en la cabeza.
   — ¡Maldita! ¡Me las vas a pagar putita!
   — ¡Maldito viejo asqueroso! ¡¿Aún está vivo?!
   Cojo nuevamente la rama y lo golpeo en esa horrible cosa que les duele a los hombres. Grita, maldice y casi vomita. No me detengo a pensar en las consecuencias, pero tomo su propio machete dispuesta a cortarle la cabeza... Pero no lo hago... Mejor se lo dejo caer en una mano. Rápidamente le quito la cadena a Joel, lo golpeo otra vez en la cabeza y me voy corriendo sin rumbo junto con el perro. Corremos, corremos y corremos sin parar, sin rumbo. Mis piernas tiemblan, la vista se me nubla... Mi pecho quema y no puedo respirar... Me duele... Me duele mucho... Pero aún así, no dejamos de correr...
   Inexplicablemente, llegamos al rancho de Michael. No puedo más... No puedo más... Al pasar a la orilla de la alberca, aún corriendo, tropiezo con mis propios pies y caigo en el fondo del agua, no sin antes golpearme la nariz en la orilla de la piscina... No se nadar... Y no tengo fuerzas para salir a la superficie y gritar por ayuda... Sólo escucho a Joel ladrar y ladrar y veo como de mi nariz sale sangre a montones y ensucia toda el agua... Pierdo el conocimiento de todo, todo se vuelve oscuro...
...
   — ¡Bella! ¡Bella! ¡Maldición, bella! ¡Despierta! ¡Despierta!
   Otra vez siento ese horrible dolor en mi estómago... Duele...
   — ¡Bella! ¡No me hagas esto! ¡No me dejes! ¡Despierta! ¡Despierta!
   Otra vez ese horrible dolor, pero esta vez siento una boca sobre la mía...
   — Bella... Bella...
   — ¡___________! ¡Despierta!
   ¿Sebastián? ¡Sebastián!
   Y una vez más siento ese dolor en mi estómago, pero esta vez con mucha más fuerza. Es tan fuerte que me hace abrir los ojos y escupir agua. ¡¿Donde estoy?! ¡¿Que pasa?! ¡¿porqué escupí agua agua?! Maldición, ¡me estaba ahogando!
   — ¡Bella!
   — ¡Gianluca!

~Una Vida Juntos~  (Gianluca Ginoble Y Tú) TEMPORADA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora