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Seguí leyendo más información. Este sería mi primer caso. Tengo 19 años. Me gradué pronto, estudie psicología. 

Cerré la carpeta. En la información no decía que Rubén le tuviera miedo a algo o que tuviera trastornos de ansiedad o nerviosismo. En la información también decía que cuando estaba en "acción" (Cuando estaba matando a alguien y en realidad lo disfrutaba o cuando sufría un ataque y necesitaba matar o por lo menos torturar a alguien) Sus ojos se tornaban completamente de color negro. Eran como dos cuencas negras, no podías ver el iris ni nada. Parecía como si no tuviese ojos.
Me puse de pie. Tendría que ir a la habitación de Rubén y como dijo el doctor Scott "cuidar" de él. Tendría que ver cómo reaccionaba y tratar de ayudarlo a ser una persona normal. Según lo que eh leído de los psicópatas, no se curan. Así que esto va a ser todo un reto. Suspire.
Salí de mi habitación. Guarde las llaves en mi chaqueta y fui a la habitación de Rubén. Abrí la puerta y entre lentamente, cerré la puerta con llave detrás de mí. Me acerque al bulto que estaba en la cama, tome la sabana y la baje lentamente. Pude ver el rostro de Rubén. Seguí bajando la sabana hasta que ya estaba en la cintura. Estaba despierto. Lo mire a los ojos. Parecía tan inocente y su mirada suplicaba que le quitara la cita que tenía en la boca. Sí, tenía una cinta en la boca y estaba atado a la cama. Sus ojos cafés buscaban algo en mí. Le quite la cinta adhesiva de la boca.


Tu: Soy __________. Seré tu Psicóloga, enfermera o como me quieras llamar –dije sonriendo.


El no respondió, me miró fijamente a los ojos. Me senté en la cama junto a él.


Tu: ¿Cuál es tu nombre? –pregunte haciéndome la desentendida.

Pero no me respondió. No pude notar nada en su rostro. Ni siquiera indiferencia.


Tu: Qué gran compañero de charla eres –dije sarcástica. Deje de mirarlo. –Tengo una idea. Ahora vuelvo –dije mientras me ponía de pie.

Salí de la habitación y fui a mi cuarto por un cuaderno y una pluma. Volví a la habitación de Rubén


Tu: La libreta va a ser como tu diario. Vas a escribir todo lo que sientes y todo lo que piensas. También las cosas que quieres hacer. ¿De acuerdo? –Tampoco me respondió.

Le quite las correas de los pies y de las manos. Él se sentó en la cama, me siguió viendo. Yo le entregue la libreta y la pluma. Él los miro.


Tu: Escribe –le dije amablemente.


El abrió el cuaderno y tomo la pluma. Pero no escribió.


Tu: ¿No piensas escribir nada? – el parpadeo lentamente.

Miro hacia la pared más lejana a la cama. Yo seguí su mirada. Después note como me siguió mirando. Levante las cejas.
Pude notar que se le había ocurrido una idea. Empezó a escribir en la libreta. Sonreí. Escribió poco, pero escribió algo. Cerró la libreta y la dejo a un lado. Yo me estire para tomar la libreta. Pero Rubén tomo mi mano rápidamente mientras seguía mirándome a los ojos.


Tu: Esto no funcionara si no me dejas leer lo que escribes.


Rubén llevo mi mano hasta donde yo estaba y la soltó ahí. Resople. Baje la vista.


Tu: Habrá alguna forma de que... -escuche su risa. Trague saliva. Esa risa tan malvada te ponía los pelos de punta. Levante lentamente la vista y vi que a Rubén se le pusieron los ojos de color negro. Me levante de la cama y el hizo lo mismo. - Iré por unos sedantes. Quédate aquí.- Camine hasta la puerta y él me siguió, Salí de la habitación, y cuando iba a cerrarla con llave, las llaves se me tiraron, las recogí, pero cuando me puse de pie, Rubén seguía viéndome con sus ojos completamente negros. Y su risa...Guarde las llaves en mi chaqueta.



Tu: Rubén, entra a tu habitación, no tienes permitido salir, ahora vuelvo. –dije tratando de hacer que volviera, pero avanzo hasta mí, yo retrocedí - Rubén... -vi cómo se rió más fuerte.


Mi mente me repetía una y otra y otra vez: Corre.
Me di la vuelta y empecé a correr. El me alcanzo a los pocos pasos y me tiro al piso. Yo estaba boca arriba y él estaba sobre mí, tomo mis muñecas con sus manos y las puso contra el suelo. No podía zafarme, ya que él era más fuerte que yo. Empecé a patalear. Pero él se las arreglo y en el hueco que estaba entre su pie y su rodilla puso mis piernas y tampoco podía moverme.
Cerré los ojos fuertemente esperando cualquier cosa. Cuando los abrí y mire a Rubén a los ojos me di cuenta de que su color de ojos café había vuelto. Él estaba como desorientado. Miraba alrededor para saber dónde estaba. Luego me miro a mí.


Rubén: ¿Estás bien? –me preguntó.


El Psicópata (Rubius y tu)[Adaptada]||Terminada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora