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Cuando estaba terminando él me dijo algo:


Rubén: Tú, mi amiga, eres una estúpida –sonaba como si hubiese estado drogado o bebiendo mucho.
Tu: Y tu un imbécil. Pero no te lo digo cada vez que puedo –le dije seria.


Suspire. Rubén parecía estar más calmado, pero sus ojos aún seguían negros, eso no me asustaba, pero si me preocupaba el hecho de que si se seguía moviendo así de bruscamente, su herida no estaría tan "Bien".
Lo ayude a que se pusiera de pie y lo ayude a caminar hasta la habitación más cercana, se estaba haciendo de noche, y él necesitaría descansar.

Lo recosté en la cama. Hacía calor así que no lo cobije.

Me tome unas pastillas para el dolor de la muñeca, pero sabía que tendría que ir al doctor, o si no tendría que esperar lo peor para mi mano.

Volví a la habitación. Me acerque a Rubén. Levanto su mano para tocar el lugar en donde estaba su herida, puso su mano sobre las vendas, y para mi sorpresa, no se hizo daño.
Me recosté a su lado. El me miro, sus ojos seguían tan negros, pero no se comportaba como "esa" persona, no se comportaba como "el". Más bien parecía ser el Rubén de siempre, pero sin el color de sus ojos.
Sonrió levemente y cerró lentamente los ojos.
No los volvió a abrir en toda la noche.

Me desperté lentamente. Apenas y podía creer que ayer, el Rubén de nos ojos negros me había sonreído aunque sea un poco. Lo mire, él ya estaba despierto, me estaba mirando, sus ojos habían vuelto a ser Café


Rubén: Gracias _________ -dijo en un susurro.

Sonreí, vi que intento levantarse pero no pudo pro el dolor que sentía en el estómago.

Tu: Rubén... -empecé a decir, ahora sí que podía convencerlo –Tenemos que llevarte a un hospital. Puede ser que todavía estés mal, tenemos que ir a que te revisen dije poniéndome de pie.

El asintió levemente. Lo ayude a levantarse. Caminamos hasta la puerta.

Tu: Creo que primero deberíamos ponerte una camisa –dije sonriendo. Él se quedó parado recargado en la pared, subí a una de las habitaciones, y abrí el ropero, saque una camisa negra. Era de mi padre así que le quedaría bien a Rubén.

Baje las escaleras y le dije:


Tu: Levanta los brazos.
Rubén: Yo puedo hacerlo solo –dijo mientras tomaba la camisa. Pero yo se la volví a quitar.
Tu: Oh vamos, déjame hacerlo.

El Psicópata (Rubius y tu)[Adaptada]||Terminada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora