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Lo decía como si eso fuera un delito y no debería hacerlo. Lo mire y sonreí. Él no quitaba la vista del suelo.



Tu: Porque me caes bien –dije sonriéndole. Él sonrió levemente.
Rubén: Pues no debería. Aquí todos me ven como el chico malo. Ese al que no debes de molestar y hablarle porque puede que te lastime (como en la escuela).
Tu: ¿Y lo eres?


Me miro y sonrió muy levemente, apenas y pude notar que eso era una sonrisa.
Mire hacia donde estaban los guardias de seguridad.



Tu: ¿Tienes hambre? –le pregunte. Él asintió y volvió a mirar al suelo. -Vamos a comer –dije levantándome.
Rubén: ¿Con los demás? –dijo mientras se levantaba.
Tu: Por supuesto.

El no parecía estar de acuerdo con la idea. Me dijo que no le gustaba ir a lugares donde había muchas personas. Yo le respondí que sólo comeríamos y después iríamos a dar una vuelta, como el quería.
Caminamos hasta llegar al comedor.
Unas de las personas ahí traían camisas de fuerza.
Cuando entramos todos nos miraron. Algunos de los doctores se alarmaron y "disimuladamente" tomaron un arma, un cuchillo, una navaja, una jeringa, cualquier cosa.
Tome a Rubén de la mano e hice que entrara conmigo al comedor. Aun no nos quitaban la vista de encima. La cocinera nos sirvió comida, su mano temblaba, sólo veía a Rubén con miedo, como si él le hubiera causado un trauma hace algunos meses.
Llevamos la comida a una de las mesas del fondo. Nos sentamos y comimos.
En la ventana de la pared, el cristal reflejaba el interior. Tal vez así evitaban que algunos pacientes se dañaran con los tenedores o cucharas. Los doctores se movían cautelosamente. Temiendo a que Rubén saltara de su asiento y los matara. La expresión de sus rostros lo decía todo Rubén parecía algo triste. Deprimido...


Tu: ¿Quieres irte de aquí?


Él asintió sin mirarme. No terminamos de comer. Pero era muy notorio que a Rubén: le molestaba que lo vieran como a una cosas rara o algo así, así que lo mejor era salir de ahí.
Íbamos por la salida. Cuando Rubén tropezó, no cayo, pero su movimiento inesperado provoco que uno de los guardias de la puerta estuviera a punto de golpearlo. No lo hizo porque Rubén reacciono rápido y tomo uno de los cuchillos que traía la cocinera e iba a lavar. Sólo lo tomo, estoy segura de que ni siquiera sabía que estaba ahí. Tal vez lo había visto antes de tropezar. Le encajo el cuchillo en el estómago al guardia. El guardia cayó al piso agonizando de dolor.

X: ¡Carl! –grito uno de los guardias.


La cocinera lanzo un grito. Mire a Rubén sorprendida. Sus ojos se habían tornado de color negro...
Trague saliva.
Me miro. Se acercó a mí. Aún tenía el cuchillo en la mano, el cuchillo estaba manchado de sangre del guardia. Vi como unos los guardias (Eran 2 y estaban hasta el otro lado del comedor) Se iban a acercar a Rubén, tal vez a sedarlo o a cualquier cosa. Ahora en este momento era muy peligroso. Pero yo fui más rápida. Me puse frente a Rubén.


Tu: No –dije extendiendo mis brazos al frente para evitar que avanzaran.


Ellos extrañamente se detuvieron. Uno de ellos se acercó al tal Carl. Saco su celular y llamo a una ambulancia. El otro se quedó ahí parado.


X: El nunca debió salir. –dijo él.


Tu: Aléjate de él –dije seria.

Mi mirada fue hacia el frente, a los cristales o "vidrios" que reflejaban el interior. Rubén (que estaba detrás de mí) levanto el cuchillo, sonrió. Me miraba, lo supe por la inclinación de su cabeza. Ya que sus ojos seguían completamente negros. Iba a bajar el cuchillo y clavármelo en la espalda.
El guardia se seguridad se dio cuenta de eso. Se iba a cercar más.


Tu: ¡Aléjate de él! –volví a repetir, pero esta vez, estaba gritando. No me importo que vi por el cristal como él estaba más que decidido a matarme. Yo iba a protegerlo. Una lágrima corrió por mi mejilla.

El Psicópata (Rubius y tu)[Adaptada]||Terminada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora