V: Ojos color miel

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A la mañana siguiente, Clara despertó con un dolor de cabeza increíble

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A la mañana siguiente, Clara despertó con un dolor de cabeza increíble.

Simplemente no tenía explicación, y no, no era resaca, no tenía nada que ver con la fiesta de la noche anterior, Clara no tomaba, o al menos trataba de hacerlo en la menor cantidad posible.

Revisó su celular y notó que tenía una llamada perdida y tres mensajes. La llamada, al igual que dos de los mensajes provenían de su padre, quien le avisaba que estaría trabajando en la oficina hasta la tarde por asuntos importantes.

Estaba acostumbrada, por lo que simplemente contestó con que estaba bien.

La casa siempre estaba en silencio, a no ser que ella colocara música al máximo, cosa que no pasaba muy seguido puesto que prefería usar auriculares para esto, pero era una mañana diferente y de la casa de al lado, se escuchaban el ruido de tablas y muebles arrastrándose.

Trató de fijarse por la ventana y lo único que logró visualizar fue un muy pequeño camión de mudanzas estacionado frente a la casa de Mati. Le pareció extraño y por mera curiosidad bajó las escaleras para salir afuera.

Tenía el ceño fruncido y lo mantuvo incluso cuando vio a Mati afuera de su casa viendo como levantaban unos pocos muebles, alguna que otra maleta.

Mati se giró sobre sus talones y la vio, Clara no supo reaccionar rápidamente, se quedó allí casi sin pestañear, en pijama, con una campera gigante sobre su cuerpo.

Él se fue acercando poco a poco y ella solo lograba pensar en que la pasada noche no se había limpiado el maquillaje, que de seguro se encontraba demasiado despeinada y se aconsejó a sí misma no hablar demasiado por el mal aliento.

Clara sonrió sin mostrar sus dientes y esperó a que él se acercara un poco más, aunque esperaba, deseaba, que no lo hiciera.

—Bueno... —él la miró de arriba a abajo y ella creyó que le diría algo, toda la vergüenza se instaló en su cara—. Es aquí donde comienzan los cambios, los verdaderos cambios. —asintió para sí mismo.

Clara suspiró, por puro impulso, aliviada de que él no dijera nada sobre su aspecto. Comenzó a preocuparse al mismo tiempo, no era bueno que le importara lo que él pensara sobre ella.

— ¿Cambios? ¿Qué cambios? —preguntó aún sin entender que estaba sucediendo.

—Mamá se va, va a vivir con su hermana durante un tiempo, supongo que luego alquilará algún apartamento. Ahora mismo se está llevando algunas de sus cosas, nosotros no las necesitaremos.

— ¿Y por qué se va?

Clara se sintió un poco lenta, seguía sin comprender y eso le fastidiaba bastante.

—El divorcio, Clara. —quizás lo dijo un poco hastiado o quizás no, pero ella no supo diferenciarlo.

Poco a poco fue atando los cabos, ¿quería decir que ellos se quedarían con su padre?

Por cada noche (a tu lado) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora