XIII: Fantasmas de un pasado no tan lejano

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No recordaba el momento en que quedó dormida en sus brazos. Tras caer por completo la noche, la paz de aquel balneario que anteriormente había sido testigo de todo el amor que ella sentía por él, los abrazó por completo, permitiéndoles descansar después de haberla pasado tan bien juntos.

A pesar de eso, Clara tenía su cabeza a mil e incluso en sus sueños, eran los labios de Matías los que volvía a sentir, era ese específico momento el que se repetía una y otra vez como una canción de la cual no te puedes aburrir de escuchar.

La última persona con la que había vivido algo así había sido Federico y estaba completamente segura de no recordar que se sintiera tanta magia, no recordaba que unos dedos fueran capaces de transmitir tantas sensaciones... Cada vez que se encontraba junto a Matías, se sorprendía ante la cantidad de emociones nuevas que podía descubrir. Era como un mundo completamente nuevo que había estado ignorando antes de conocerlo. Era verdadera magia.

Despertó tan bien arropada contra su cuerpo que, incluso aunque sintiera tanto sueño, le llamaba más la atención el hecho de que él estuviera allí mismo, a su lado. Ni siquiera se había colocado su remera devuelta y eso provocaba que de lo único que sintiera ganas fuera de pasar sus manos por su pecho desnudo incontables veces. Mordía con tanta fuerza su labio inferior que temía romperlo, pero sabía que era bastante tarde y debía volver a casa. Ya no eran horas para estar allí afuera y menos si era en el medio de la nada.

Que sí, que no estaba en el medio de la nada, que era un lugar bastante concurrido, a decir verdad, aunque allí estuviera vacío -para suerte de ambos-, pero la noche hacía que se sintiera como tal y que el miedo que anteriormente se había disipado, volviera.

No fue necesario que dijera nada al respecto, pues, como si el tiempo fuera su mano derecha, este hizo que de repente y sin previo aviso, comenzara a llover. Primero fueron unas simples gotas que les permitieron juntar sus cosas y guardarlas en la parte trasera del auto, pero pronto, como si buscara apurarlos, la lluvia se intensificó.

El camino a casa fue tranquilo y más silencioso de lo esperado, más que nada porque Clara no paraba de dar vueltas en su cabeza pensando en qué pasaría si la descubriesen y en cómo reaccionaría su papá al enterarse de que en realidad no había salido con sus amigas, sino con un chico, y específicamente aquel con el que ya la había descubierto una vez. Lo cierto era que, esta era la primera vez que mentía para salir. Debía admitir que, a pesar de sentir tanta culpa, la jugada le había salido bastante bien y tal culpa no era lo suficientemente grande como para arrepentirse.

La reconfortaba el saber que no sería ni la primera ni última adolescente en escaparse de casa, sus amigas lo hacían todo el tiempo...

Al llegar se despidieron dentro del auto, lo prefirió así, pues no sabía si su padre se encontraba en casa. Las despedidas entre ambos siempre resultaban un tanto graciosas. Clara, al no saber qué eran y qué sucedería más adelante, ni siquiera sabía cómo proceder al tener que alejarse.

¿Le daría un beso? ¿Uno como los tantos que habían compartido toda la tarde?

¿O se despediría de él como un simple amigo? Porque, en realidad, Matías no terminaba por dejarle claro qué significaba ella en su vida.

Una voz molesta y burlona en su cabeza la empujaba a la primera opción: "Vamos, chica, si la timidez la has terminado por perder el día de hoy...".

Dejó ir un beso fugaz en sus labios y al apartarse, lo miró a los ojos.

—Yo... Te quiero, te quiero mucho. —dijo con una voz apenas audible, como si sintiera miedo de no ser correspondida, de que sus palabras fueran absorbidas por el silencio.

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⏰ Última actualización: May 20, 2020 ⏰

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Por cada noche (a tu lado) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora