Meto la llave en la cerradura, tratando de hacer le menor ruido posible pues sé que es tarde como la mierda y tal vez mamá esté en la cocina preparándose un té. Cierro la puerta con sigilo y me apresuro a avanzar hacia las escaleras cuando una voz a mis espalda me detiene, drenando la sangre de mí por unos instantes. Me agarro el pecho y me giro para enfrentar a quién sea que esté detrás de mí.
–¿No crees que es un poquito tarde, Jayne Hope? –Dice con voz burlona, susurrando.-
–Mierda Jayden, me has dado un susto de muerte. –Digo frotándome el pecho, que me duele levemente por el rápido latir de mi corazón.-
Él ríe por unos momentos y yo le imito.
–¿Qué estabas haciendo, Jayne? –Pregunta, y aunque no puedo verlo, apuesto a que está entrecerrando los ojos.-
–Me quedé dormida mientras hablaba con Louis por teléfono en el coche. –Y no miento del todo porque en parte es así, pero no voy a decirle nada porque no quiero meterlo en problemas.–
–Vete a dormir antes de que se levante mamá a preparar sus hierbas.
Asiento con la cabeza a pesar de saber que no puede verme y me encamino a mi habitación.
Suspiro, cerrando la puerta tras de mí y me siento en la cama, pensando en todo lo que ha pasado. Una parte de mí no llega a procesar aún que he presenciado un intento de robo y que ese mismo chico me ha golpeado, dejándome inconsciente para luego llevarme a una casa repleta de tíos que parecen dar más problemas que soluciones; y para colmo, Justin, el chico que ha hecho que papá y yo casi tengamos un accidente, forma parte de ese grupo. Maldita sea, quiero olvidar la noche de hoy lo antes posible.
––––––––––––
Ha pasado exactamente dos semanas des de que todo ocurrió y cada día que he dejado atrás ha arrastrado lejos de mí el miedo de que volvieran a por mí. La primera fue bastante dura, debido a que odiaba quedarme sola en la calle y evitaba quedarme hasta tarde por ahí.
Mis padres se fueron al final de la primera semana de regreso a China y Jayden debe regresar a la Universidad dentro de nada también, por lo que voy a quedarme sola de nuevo. Si antes odiaba que se fueran, ahora lo odio el doble.
Suspiro frustradamente y me levanto, sabiendo que debo ir a mi entrenamiento de Voley Ball.
Preparo mis cosas y salgo al patio, encontrándome con mi hermano entrando por la puerta con su flamante coche. Le saludo, viendo como aparca y se baja del coche para luego venir hacia mí.
–Hey Jay, ¿dónde vas? –Le señalo la bolsa de deporte.–
–A Voley. Me da pereza pero sé que Roy va a enfadarse si falto. Está super pesado con el nuevo ataque y con el partido del domingo.
–Voy a ir a verte. –Dice con una sonrisa.– Dime cuando deba estar allí, ¿vale?
Asiento y me dirijo hacia mi coche, dejando mi bolsa de deporte en el asiento del pasajero.
–Adiós tonto. –Se ríe y me saluda.-
Aprieto el botón del mando de la puerta de casa y esta se abre, dejándome paso para encaminarme hacia la carretera. El coche pega un estrago y tras varios segundos, sigue avanzando, hecho que me extraña. Espero no tener problemas con el motor de nuevo, hace nada que papá lo arregló o lo intentó, porque por mucho que él sea un as de la ingeniería, de arreglar coches sabe poco; eso no se lo he dicho, así que probablemente vuelva a tener algún problema con el coche y deba llevar a arreglarlo.
–––––
Son casi las doce de la noche y Roy sigue insistiendo en que debo repetir los pasos del ataque por la posición dos des de la posición tres, que es la mía. Estoy agotada y los brazos me pesan, tanto que cada vez que los alzo es cómo si estuviera sosteniendo los brazos de alguien más también.
–Venga Roy, déjame ir ya. –Suspiro frustrada.–
Me mira durante vario segundos y con una señal con el brazo me deja ir a los vestidores para poder ducharme. Le hago una reverencia y corro hacia mi taquilla para poder coger lo que voy a necesitar.
Mis piernas se sienten ajenas mientras me encamino a mi coche y mi cuerpo parece pesar el doble mientras arrastro mis pies.
Arranco el coche y me incorporo en la carretera, después de que el coche haga un estrago de nuevo. Hay algo que va mal, y tengo miedo de quedarme colgada en medio de una carretera oscura, por lo que me apresuro en intentar llegar a casa.
Pongo algo de música y canto, tratando de liberar mi atención de los músculos ya cansados.
De repente, mi coche hace un ruido extraño de nuevo y se para, para luego reanudar la marcha de nuevo pero a la quinta vez que lo hace el velocímetro desciende paulatinamente hasta posicionarse en el cero y mi coche queda parado a un lado de la calle, sin obstaculizar el paso. "Fantástico.", pienso irónicamente.
Saco mi móvil y llamo a Jayden para que venga a ayudarme, pero me manda al buzón directamente y sé que una de mis posibilidades ha quedado drásticamente descartada. Así que sin más preámbulos busco un número en internet con mi móvil de mecánicos que trabajen las veinticuatro horas del día. El primero al que llamo no me contesta y la frustración crece cuando el segundo tampoco lo hace. ¿Mecánicos las veinticuatro horas? Mis huevos.
Trato de llamar al tercero y tras varios tonos, una voz responde.
–¿Sí? –Su voz es masculina y suena cómo si acabara de despertarse. Algo en su timbre me suena pero lo descarto, no hay manera de que lo conozca.–
–Am, verás. Estoy en la ciento-uno a la altura de Woodland Hills, exactamente en Valley Cir Bulevard y mi coche no arranca. –Asiento, como si supiera dónde estoy.– Necesito que venga alguien para ver si se puede arreglar.
–Está bien. –Suspira, cómo si estuviera haciéndome un favor.– En diez minutos estoy allí.
Y sin más preámbulos, cuelga. Me quedo mirando el móvil, extrañada por la rudeza con la que ha hablado. Me encojo de hombros y me pongo a andar, alrededor del coche, tratando de pasar el tiempo.
Unos quince minutos más tarde veo una furgoneta acercarse des del final de la calle y espero con todo mi corazón que sea el mecánico, porque si no empezaré a temer que vengan a robarme. Ésta estaciona frente a mi coche y apaga las luces que me estaban cegando. El logo de una llave inglesa me alivia al saber que se trata del mecánico pero cuando veo quién es el alivio es reemplazado por el miedo de nuevo.
–¿Tú?
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Fast Cars | Justin B.
FanfictionEl problema de las personas rotas es que si te acercas demasiado, acabas cortándote.