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La semana ha acabado sin más acontecimientos que Juliet asegurándome que va a venir a ver mi partido de hoy, pero sola dado que Louis tiene una comida familiar obligatoria que "no puede saltarse por nada del mundo", palabras textuales de él mismo.

El punto a favor es que no he vuelto a ver a Justin, lo malo es que voy a tener que volver a verle porque tiene mi coche y no es algo que puedas decir "Da igual, me compro otro.".

Volver a verlo significan muchas cosas; y ninguna de ellas me parecen extraordinariamente buenas. Corrijo, ninguna de ellas debería parecérmelo. Empezando por el hecho de que Justin no es la clase de chico que se anda con tonterías y en su lista de cosas por hacer no entra cualquier estupidez que pueda hacer cualquier chico de mi edad.

No me imagino a Landon de mi clase de química con una lista tipo: 1–Robar coches (Hecho) 2–Participar en carreras ilegales? (Esta noche) 3–Consumir drogas? (Todos los días a todas las horas)

Definitivamente no.

Estoy preparando mis cosas a toda prisa porque como siempre, el despertador no ha sonado aka lo he parado sin querer, y he acabado despertándome un poco más tarde de lo que debería. No puedo culparme, mamá me ha pasado el gen "despertarse tarde" y no lo puedo evitar.

Jayden aparece en mi habitación alzando sus brazos y señalando el reloj. Suspiro y sigo yendo de aquí para allá, tratando de buscar mis rodilleras.

–Vas a llegar tarde... Lo sabes, ¿verdad? –Se mofa Jay.–

–Calla. –Respondo sin mirarle.–

–Menuda capitana.

Y aunque no le veo sé que está rodando los ojos. Pero no voy a culparle, yo lo hago todo el tiempo.

De repente suena el timbre y sé que es Juliet, por lo que le grito a Jayden que le abra para que no relentice la ardua tarea de tener que preparar toda la maldita mochila. "Si lo hubieras hecho anoche..." me recuerda mi subconsciente. Sí, lo que sea.

Agarro todo lo que he estado preparando y me dispongo a salir cuando choco con mi amiga, haciendo que el móvil que lleva en las manos caiga en el suelo haciendo un sonido que me duele porque suena a pantalla rota. Me agacho y lo recojo, inspeccionando si está bien y es en ese momento cuando el nombre de Justin ilumina la pantalla indicando una notificación.

Extrañada, le devuelvo el teléfono y a pesar de no haber podido ver qué ha puesto debido a la configuración de la privacidad de su móvil, sé que no puede ser nada bueno.

Juliet me mira y se ríe, con esa risita nerviosa que suelta cada vez que sabe que me va a tener que acabar contando lo que está pasando aún no tener ganas de hacerlo porque me voy a enfadar.

– ¿Y...? –Empiezo, en parte impaciente porque quiero saber de qué demonios están hablando estos dos.–

Mentiría si dijera que un trazo de celos no cruza mi pecho y se va tan rápido viene cuando recuerdo la posición de nuestra relación y el hecho de que nunca va a pasar nada entre nosotros.

–Quiere devolverte tu coche. –Explica sin mirarme, inspeccionando algo en su móvil.–

– ¿Y porque no me escribe a mí? –Me extraño, porque no recuerdo haberle hecho nada para que no pueda decírmelo a mí directamente.–

Ella se encoge de hombros pero la detengo antes de que siga avanzando, cogiéndola por el brazo y haciendo que su cuerpo vuelva a estar de frente con el mío.

–Dame tu teléfono. –Le pido pero no le exijo, porque sé que no es de mi incumbencia con quien habla o con quien deja de hablar.–

–No la líes, por favor. –Me pide mientras me lo da.–

Niego con la cabeza y entro en la conversación con él, escribiendo varias palabras y borrándolas después porque no sé exactamente qué decirle. "Oye imbécil, ¿se puede saber porque no me hablas a mi? La última vez que miré, el coche era mío, no de Juliet." o no, mejor: "¿Alguien te ha dicho que tengo una STD y es por eso que estás evitándome?" Definitivamente, esa no.

"Si querías devolverme MI coche, tal vez habría sido más lógico hablarme a mí. ¿No crees? "

Envío y me agarro el labio inferior con mi dedo pulgar y el índice, algo que suelo hacer siempre que estoy nerviosa o pensando.

Me crea cierto malestar que esté evitándome. ¿Qué hay de malo en mí? ¿Es algo que he hecho? Tal vez no le gustaron mis maneras el día que fui a ver como estaba mi coche, o tal vez ha empezado una relación con Sandy y ella le ha prohibido hablarme. "Estás pensando estupideces." me recuerda la maldita voz que no parece estar nunca de acuerdo conmigo. "Para eso estoy, para que dudes.", me recuerda la perra que vive en mi cabeza.

El móvil vuelve a sonar y su nombre vuelve a aparecer en la pantalla. ¿Qué demonios significa la sensación que me recorre cuando veo su nombre? Debo haber tomado algo que me ha sentado mal.

"Pues ven a por él."

Su respuesta es escueta y me enfada. Puto imbécil, ¿qué va mal con este chico?

Y antes de que pueda pensar en algo más, Jayden aparece con una bocina que usa para mis partidos y la hace sonar, dejándome sin audición por unos segundos. Me tapo las orejas con las manos en un acto reflejo bastante lento y tengo ganas de matarle.

–Andando, hombre. Te quedan diez minutos para estar en pista y mira donde estás, babeando en el pasillo. –Se mofa.–

Pequeño saco de mierda, qué pena que la emoción de que vuelvas de la universidad solo esté cuando sé que vas a volver a irte. Pero sé que estoy mintiendo porque siempre que no está le echo de menos.

Llegamos al polideportivo en el momento justo en el que mis compañeras me saludan mientras bajan a la pista y yo me doy prisa en dejar mis cosas en el vestuario de chicas. Me he cambiado en casa por lo que todo se hace más rápido y en menos de dos minutos ya estoy dirigiendo el calentamiento previo al partido.



El partido ha sido intenso como la mierda y hemos estado a punto de perder dos sets casi en el último momento, por suerte hemos sabido reconducirlo y hemos acabado con un limpio 3-0. Somos segundas en la clasificación pero no importa porque tenemos un partido menos que el equipo que va por encima, por lo que vamos a pasarlas en cuanto lo juguemos.

Estoy cansada y mis músculos duelen, sobretodo los de la espalda. Amo el voleibol, pero una de sus contras es el dolor de espalda al terminar un partido.

Cuando llegamos al vestuario me ducho deprisa, o lo intento, y me cambio sin demorar demasiado hablando con mis compañeras; sé que Jayden y Juliet están esperándome y no soy alguien que le guste hacerse de rogar.

Cuando subo las escaleras con toda la fuerza que soy capaz de reunir, Jayden se acerca a mi y alza su mano derecha a la espera de que la choque.

–Felicidades enana, eres una capitana medio buena.

–Eh, ¿por qué medio?

–Las capitanas están en pistas las primeras, ¿lo sabías? –Le hago un gesto con la mano indicándole que son bobadas y me dirijo hacia Juliet, quién sigue mirando el móvil.–

En serio, ¿qué es tan interesante? ¿Es que sigue hablando con él? Otra punzada de esa sensación extraña que no quiero catalogar arremete contra mi estómago y se va tan rápido que casi creo que lo he imaginado

Cuando escucha sus pasos alza la mirada y mira más allá de mi espalda, como si esperara que hubiera algo ahí que parece haber desaparecido porque cuando yo lo hago no encuentro nada. Vuelvo mis ojos hacia ella y intuye por mi mirada que estoy preguntándole de qué va todo esto.

Se acerca más a mi y casi en un susurro me dice:

–Justin ha estado viendo todo el partido des de una esquina.

¿QUÉ?

Fast Cars | Justin B.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora