Estoy en clase tratando de prestar atención a Leiman, mi profesor de matemáticas, pero me resulta imposible.
Hoy es fin de mes y papá regresa de uno de sus incontables viajes, lo cual significa que va a venir a buscarme al colegio. Le echo de menos, muchísimo. Pasa la mayor parte del tiempo fuera, cerrando negocios con países asiáticos para hacer la empresa en la que trabaja cada vez más grande. Es ingeniero informático en una importante empresa de automóviles y pertenece también a la junta directiva. Son coches de alta gamma, por lo que en mi casa todos tenemos un coche propio. Y aún y todo esto, creo que tengo los pies bastante en la tierra.
Sé que lo más fácil habría sido dejar que todo ese dinero y lo que él conlleva me nublaran la cabeza, pero mis padres han mantenido su educación de valores férreos y principios de ser humano que sabe que vive en la tierra y no en un planeta con suministros eternos; por lo que están tratando de patentar un vehículo que circule enteramente de electricidad y eso sólo significa que papá deba pasar el doble de tiempo fuera. Mamá suele escribir y viajar con él, pues dice que eso la ayuda a inspirarse. Ni siquiera sé qué unió a una mujer tan vivaz cómo mi madre a alguien tan a la usanza como mi padre. Quiero decir, estoy encantada de que ocurriera pues por ello estoy aquí, pero son tan blanco y negro que parece casi imposible pensar que puedan llegar a formar gris. Pero lo han conseguido, y han creado un gris tan bonito que no importa lo mal que vayan las cosas, ellos siempre han demostrado ser más fuertes que cualquier obstáculo.
Y es ahí cuando me pregunto si habrá alguien que me mire como papá mira a mamá. Todos en el instituto están interesados en saber a qué chica hay que insistirle menos para poder llevarla a la cama, y eso me entristece. Saber que este es el significado del amor hoy en día me da miedo. ¿Cómo voy a ser capaz diferenciar a alguien que sólo quiere una noche conmigo a alguien que de verdad quiera estar conmigo, y sepa ver en mi algo que no ha visto en las demás? Mamá dice que eso se sabe en cuanto se siente. Que todas mis dudas van a resolverse en cuanto conozca a la persona indicada. Pero sinceramente, con la graduación a un año no quiero que mi preocupación principal sea saber si el chico que se acerque a hablarme quiera conversar conmigo o tumbarme en la cama sin saber siquiera cual es mi nombre.
El timbre de casa suena y no puedo evitar sonreír. Sé que Juliet espera que salga con ella al exterior pero no quiero retrasarme. Cojo mi libro y hago mi camino lo más rápido que puedo hacia mi taquilla.
Y es entonces cuando veo que hay un chico bloqueándola. Está hablando con alguien más y cuando se gira puedo ver que es Taylor, uno de los chicos más guapos que hay ahora mismo en el instituto. Es un año mayor que yo, por lo que se gradúa este año. Su fama de mujeriego hacen que hasta me de rabia su sola presencia.
En cuanto me ve una sonrisa dibuja su cara y espero de todo corazón que no tenga el valor de dirigirme la palabra. Hoy no tengo ganas de lidiar con nadie que no sea perteneciente a mi círculo.
–Hey Hope, ¿como estás? –Dice, sonriendo de tal manera que cualquiera estaría rogándole quedar con él.-
Le miro alzando la cabeza a modo de saludo, pero no hay ninguna emoción en mi rostro. Ante mi silencio, él habla.
–Verás... –Dice rascándose la nuca como si estuviera nervioso. ¡Já!, pienso. A mi no me va a engatusar.- Estaba pensando que podríamos hacer algo mañana.
–Claro. Podemos hacer algo mañana.
–¿De verdad? –Suena hasta emocionado.-
–Tú puedes hacer lo que quieras y yo puedo olvidar el hecho de que has intentado pedirme una cita. –Suspira frustradamente.-
Lo ignoro y abro mi taquilla, metiendo el libro rápidamente en ella. Saco lo que voy a necesitar para estudiar durante el fin de semana y en cuanto la cierro el rostro de Taylor está más cerca de lo que me gustaría. No soy borde, no suelo serlo. Pero los tipos como él sacan lo peor de mí.
–¿Por qué eres así?
–Por que así tenía que ser. En serio, hazte un favor y ve a buscar diversión en otra chica.
Paso por su lado y su mano agarra mi brazo, parándome. Vuelvo a suspirar, frustrada de nuevo por la insistencia del chico frente a mí.
–De verdad que no entiendo qué va mal. Dame una oportunidad. –Suplica. Una parte de mí se siente culpable pero otra no puede dejar de lado el hecho de que no merece que sienta nada por él.-
Lo pienso un momento y sé que si no dejo algo de esperanza en él no va a parar.
–Déjame pensarlo y ya te diré algo durante la próxima semana.
Él asiente y finalmente me suelta. Aprovecho la oportunidad para correr y en cuanto estoy fuera del recinto, trato de localizar el coche de mi padre; y es cuando lo localizo que una extraña felicidad se apodera de mí.
Camino hacia él y en cuanto me ve sonríe. Nos abrazamos por un breve momento y me indica que entre en el coche con él.
Me siento en la parte del copiloto y dejo mi bolso en los asientos traseros.
Durante el camino hablamos de todo; hablamos de su viaje, de mamá, de la comida China y de lo increíbles que son todas las ciudades que han podido visitar entre reunión y reunión.
De repente, un coche frena frente a nosotros, obstaculizándonos de manera que la parte lateral de su vehículo queda justo delante de nosotros. Mi padre ha tenido que frenar de tal manera que no puedo evitar la fuerza con la que me voy hacia delante, pero por suerte el cinturón de seguridad hace que no me vaya más allá de un par de centímetros del asiento. El torso me duele debido al agarre y el rostro de mi padre está enteramente desfigurado por el pavor.
–¿Estás bien? –Suena preocupado pero mi atención no logra estar en él.-
Mi entera atención ahora mismo está en el chico que se encuentra dirigiendo el coche que ha frenado frente a nosotros. Su cabello es castaño claro y cae a un lateral de su cara. Sus ojos me miran, escudriñándome. De repente, sonríe de lado y alza su mano hacia su cabeza, juntando su dedo índice y su anula para mandar un saludo en mi dirección. Gira la cabeza, centrando su atención en la avenida frente a él y acelera, tomando una velocidad considerable y desaparece de nuestro campo de visión. Joder, ¿qué acaba de pasar?
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Fast Cars | Justin B.
Hayran KurguEl problema de las personas rotas es que si te acercas demasiado, acabas cortándote.