Capitulo 3: Un esclavo de Roma.

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Alec hubiera deseado irse a dormir, pero no podía. Después de todo, tenía tareas que cumplir.
El muchacho fue junto con los otros sirvientes a preparar la comida y limpiar.
El era el mas joven de todos, pero también el mas solo. Los otros sirvientes lo ignoraban, pues sabían que Alec era apreciado por el joven amo.
En cuánto había llegado, había sido ignorado y lo marginaban amenudo. Al pobre chico no le gustaba eso, pero estaba acostumbrado. La única alegría que tenía era que en esa casa, al menos fuera apreciado por una persona: Magnus.
El rencor del resto de los sirvientes y naturalmente, el desprecio del padre de su amo, hacía de su estadía, un sufrimiento. E incluso sospechaba que los demás sirvientes sabían que Magnus le enseñó a leer.
Alec caminó con la deliciosa comida hacía donde Asmodeo y los otros soldados ( a la hora de la cena la casa estaba casi siempre llena de soldados que invitaba Asmodeo a comer) y se paró a un lado de la mesa mientras sostenía una jarra de vino.
Los sirvientes (quienes eran cinco, contando a Alec) veían a los nobles comer y ellos se lamían los labios con hambre.
-Alexander- dijo Asmodeo- dime los avances de mi hijo.
-Es muy bueno, señor- respondió Alec- será un gran medico.
-No te pedí tu opinión. Te pedí avances. Si quisiera escuchar opiniones, iría a hablar con su maestra.
-Perdón. Mejoró con el bisturí y con lo rápido que va, empezará a atender oficialmente como medico.
-Gracias, Alexander.
-Como guste, señor.

Una vez terminada la comida y dejado las sobras, los sirvientes se ponían a juntar los platos y comer sus respectivas sobras, sin queja alguna, pues estaban acostumbrados y agradecidos de al menos comer algo.
Cuando se fue a dormir a su colchón apartado en el cuarto de los esclavos, Alec notó que aún tenía hombre. Siempre tenía hambre. Pero le alegró encontrar lo que siempre le dejaba Magnus: dos ricas manzanas. Alec sonrió, Magnus siempre le hacía esos gestos amables.

***

A la mañana siguiente, Magnus tenía el tiempo libre y la pasaba con Alec, cuándo este ya terminaba con sus obligaciones matinales.
Ambos iban al jardín y alimentaban a las aves.
Luego, Magnus escuchó que lo llamaban desde la sala y fue a ver de que se trataba. En la puerta, se encontraba una hermosa joven rubia y de ojos verdes. Ella usaba una túnica color lavanda cubierta por una hermosa tela rosada.
-Alec-le dijo Magnus. En la sala, también estaba su padre, Asmodeo. - retirate un momento por favor.
Alec lo hizo. Magnus veía a su padre finamente a los ojos y recuerdo la charla que habían tenido unas semanas atrás.

***

-Hijo mio- le dijo su padre cuando fue a su aviación.
-Que sucede, padre?
-Recuerdame tu edad para saber que no me equivoco y la vejez no me engaña.
-Tengo veinte años.
-Ah, veinte. Una edad apropiada.
-Para que, padre?
-Para el matrimonio, hijo.
-Matrimonio? Pero no quiero casarme.
-No se trata de lo que quieras. Yo soy el el hombre de la casa y se hace lo que mande.
Magnus se quedó callado. No necesitaba que su padre le recuerde las normas familiares.
-Aún sientes algo por ese muchacho?
Magnus apartó la mirada.
-Creí que te había quedado claro hace años!. El es un esclavo y tu un noble! Sos el hijo de un general y debes cumplir con ciertas normas. Si no te casas, veré que alguien compre a Alexander. Después de todo, es solo un simple esclavo, un plebeyo. Te quedó claro?
- Si, padre.

Asmodeo se fue de la habitación dejando a un Magnus desorientado y triste. Definitivamente, no quería a Alec fuera de su vida.

***

-Magnus- dijo Asmodeo- Ella es Camila.
La joven lo miró y bajó la cabeza en forma de saludo.
-Me gustaría que pasaran tiempo juntos.
La mirada de Asmodeo era fiera y terrible. Magnus sabía que no tenía opción y llevó a Camila al patio donde estaba Alec.
-Quien es el?- preguntó Camila.
-Es Alec. Es mi sirviente.
Los jóvenes se acercaron a Alec.
-No vas a arrodillarte, sirviente?- preguntó Camila.
-Oh, perdón- dijo Alec avergonzado mientras hacía lo que Camila le dijo.
-Inútil.
Magnus se molestó por lo que le dijo la chica.
Luego, ella dijo que quería ir al coliseo y ver las batallas de gladiadores.
-Al esclavo le gustaría acompañarnos?- le preguntó Camila a Magnus.
-No. No le gustan esos lugares.
-A quien no le gusta el coliseo?- preguntó descaradamente.
-No importa, señor- le dijo Alec a Magnus- Los acompañaré.
-No tienes que hacerlo-le dijo Magnus a Alec.
Alec miró a Camila y vio la maldad en ella. Sabía que no era una opinión lo que le decian que haga, era una orden.
-Lo haré.

***

Durante toda la tarde, Camila estuvo ordernadole a Alec. Le hizo llevar una sombrilla para que la protegiera del sol y estuvo criticando todo lo que Alec hacia.
E incluso en el coliseo, Camila gritaba espléndida ante el espectáculo de los leones devorando a los esclavos.
A Alec no le gustaba venir al coliseo y ver a los otros esclavos, le hacía recordar cuando era niño, que había visto a unos hombres de su aldea natal que fueron llevados con el, pelear en ese horrible lugar lleno de muerte que solo servía para divertir al pueblo romano.
Esa noche, lloró en su colchón sucio. Entonces, Magnus apareció y le tomó la mano, le dijo palabras de consuelo y lo alivió.

***

Era de tarde cuando los tres llegaron a la casa de Magnus.
-Me divertí mucho- le dijo Camila a Magnus- ya quiero repetirlo.
Luego, se fue.
Magnus hizo una mueca de cansancio y fue con Alec a su cuarto.
-Entonces- le dijo Magnus- que opinas de ella?
-Es horrible. No entiendo porque tu padre eligió a ella.
-Porque está loco. Sabes que no quiero casarme y el lo sabe. Es toda una tortura. Creo que me suicidaré antes de que se cumpla el año de noviazgo*.

Alec río por la ocurrencia de Magnus.
-No lo hagas. Yo te acompañaré y te ayudaré a soportarla.
-No quiero condenarte a algo como ella, Alec.
-Es mi trabajo. Servirte.
-Lo sé. Pero para mi sos mas que un sirviente.
Magnus se acercó a Alec y le tomó la mano.
Ambos se miraron y antes de que alguno pudiera hacer algo, Alec se retiró con la excusa de que tenía que irse a trabajar.
Magnus asintió y sólo deseó que pudiera estar con el chico. Pero no podía y lo sabía.
Pero no sabía que Alec también había querido hacer algo mas. Y ser mas que un esclavo de Roma y poder estar con quién mas admiraba.
Tenía que aceptar que el corazón de Magnus nunca lo querría y que no sería mas para el que un esclavo.

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*En la antigua Roma, era costumbre que cuándo se cumpliera un año de noviazgo, la pareja debía casarse.

Caigo Cautivo (Malec AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora