Capitulo 9

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Mary corrió escaleras arriba, directa a la habitación que siempre ocupaba cuando se quedaba en casa de sus hermanos. Estaba nerviosa, sabía que Sky la vendría a buscar pronto para acabar lo que habían empezado en el baño, y ella lo deseaba, pero no podría evitar sentir un nudo en el estómago ante lo que se avecinaba. No estaba segura de como funcionarían las cosas entre ambos. Tenía claro que Sky no era del todo "humano" y no estaba segura de que ella, con su corta experiencia, pudiese satisfacerle. Mientras entraba en su habitación decidió que era la hora de comportarse como una niña grande y si tenía alguna duda o problema mientras estuviesen juntos, se lo tendría que decir. Muy bien Mary, ahora creételo.

Encontró sus maletas encima de su cama, abiertas y con el contenido desparramado por la cama. Hombres, pensó mientras lo recogía todo y lo guardaba en el armario. Cogió su neceser y productos de baño antes de dirigirse allí para ganar un poco de tiempo antes de que Sky llegase. Si es que iba. Quizá estaba esperando a que ella fuese a buscarle. Seguía planteándose que hacer cuando ese magnifico ejemplar de hombre apareció por la puerta, como si le hubiese convocado con el pensamiento.

Vaya,hombre, no me ha dado tiempo de ponerme algo más sexy. Pensó al verle apoyado contra el marco de la puerta, observándola con esos ojos amarillentos... Espera, ¿no eran marrones?... Sí, vaya,míralos... A medida que la observaba de arriba a abajo sus ojos fueron oscureciéndose, pasando del amarillo al marrón y por último al negro, todo provocado por ella. Nunca antes se había sentido más deseada, aunque nunca antes había conocido a un Laya. Fascinante, todo en él era fascinante. Quería saltar sobre él y ver de que otras maneras le podía afectar. Miró hacia la protuberancia de sus pantalones, sí, definitivamente le afectaba.

-¿Qué te ha tomado tanto tiempo?- su voz ronca, también afectada por él.

Él continuó mirándola por un momento, recorriendo cada centímetro de su cuerpo con la mirada, deteniéndose en sus partes más intimas antes de subir a sus pechos, donde podía sentir la punta de sus pechos contra el suave material de la camiseta que él le había puesto horas antes. Se preguntó si se la quitaría de la manera en que se la había puesto, de prisa, con urgencia. La idea le quitó el nudo del estómago, los nervios de antes desapareciendo, su respiración errática, su corazón latiendo rápido. Ni siquiera tenía que tocarla para calentarla, por dentro y por fuera, para que estuviese lista para él, con una mirada era suficiente. Su sola presencia en la misma habitación era más que suficiente. Le deseaba, y él la deseaba a ella. Ya no habrían más interrupciones, pondría el armario delante de la puerta si era necesario, pero le quería en su cama ya mismo.

Como si hubiese leído sus pensamiento él cerró la puerta y movió el pequeño tocador que tenía al lado delante de la puerta.

-Esta vez no me voy a detener- dijo, como si ella no lo supiese ya.

-Bien-sentía que tenía que asegurarle que estaba de acuerdo-. Aún no me has dicho por qué has tardado tanto.

Él avanzó hacia ella, quitándose la camiseta por el camino. Mmm...Tendría que pedirle que hiciese ese espectáculo de quitarse la camiseta para ella más a menudo. Solo para su placer y vista.

-Tenía que ayudar a recoger las cosas de la mesa y ponerlas en el lavavajillas- explicó sin detenerse.

-Cierto-murmuró Mary ausente, deliberando que parte de él lamería primero.¿El cuello? ¿Esos abdominales? ¿O más abajo?

Sky llegó hasta ella y antes de que pudiese ser consciente de nada le había quitado la camiseta por encima de la cabeza. Eso era un avance, al menos no la había roto.

Sky temblaba por dentro, tenía que recurrir a todo su autocontrol para no lanzar a Mary encima de la cama, quitarle el resto de la ropa y marcarla como suya de todas las maneras en que podría hacerlo. Tenía que tomárselo con calma, no quería asustarla ni hacerle daño, ni que pensase que iba demasiado rápido y se tuviese que obligar a sí mismo a parar las cosas. Quería darle tanto placer que no pensase en ningún otro hombre a parte de él, quería hacerla adicta a su tacto, a sus caricias, tal y como él se estaba haciendo adicto aella, a su olor a vainilla, a la forma en que se recostaba en sus brazos, contra él, casi sin darse cuenta. La quería en la cama, pero también fuera de ella. La quería en su vida.

LAYA SkyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora