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Si este capítulo llega a diez votos y tres comentarios, hago maratón :3

Me encerré en el baño. Mi cuerpo entero se erizó cuando me dejé caer al suelo, aún sin ropa. Hacía frio. La cama— y yo— había estado muy caliente y el cambio brusco de temperatura me estaba afectando de una manera desagradable. Aunque el frío me ayudaba a pensar con claridad.

—¿Eumur?— Rahim golpeó la puerta del sitio donde me había encerrado— abre, saghir, no te haré nada.

Sequé las lágrimas estúpidas que caían por mi cara y hablé:

—no te tengo miedo, Rahim.

—¿Entonces por qué te encierras?— su voz salió divertida e hizo eco contra la puerta que nos separaba y que me mantenía segura y lejos de él.

—no quiero verte. Vete.

—no me iré a ningún lado, saghir—dijo— me quedaré todo el día pegado a la puerta, de ser necesario, hasta que salgas—su tono de voz no emitía contestación.

—entonces siéntate, porque te quedarás ahí todo el día.

Su risa llegó a través de la madera.

—¿No vas a cenar, saghir? ¿Pasarás la noche desnuda y encerrada en un baño?

Sabía lo que estaba haciendo. Se llamaba manipulación.

—no vas a lograr que salga, Rahim, ¡Ya déjame en paz!

—en algún momento tendrás hambre, Eumur. En algún momento tendrás frío...— su voz fue más grave— y yo esperaré ese momento para atraparte, saghir. No me moveré de la puerta.

No le contesté. Tampoco sabía qué decirle.

Miré mis uñas mal arregladas y mordidas y suspiré. Sentía mi cuerpo pegajoso por el sudor y entre medio de mis piernas, había un líquido blanco. Semen.

¿Rahim no había usado protección? ¿Y si estaba embarazada? No podía tener un hijo de un hombre como Rahim. Tampoco era el momento. Era muy joven para formar una familia. Acababa de llegar a mi mayoría de edad, no podía...

Me levanté con pesadez del suelo y observé mejor el lugar. La ducha estaba situada en una esquina y al lado había unos estantes con varias toallas bien dobladas.

No me tomó mucho decidirme a bañar y abrir el grifo del agua caliente. Enjaboné mi cuerpo, teniendo especial atención en mi zona íntima. Cuando me enjuagué, un poco de sangre cayó mezclándose con el agua y el jabón.

Me asusté. No esperaba que eso pasara. Aunque— siendo sincera— no podía quejarme mucho. A muchas mujeres las violaban sin piedad. Rahim... él había intentado ser gentil y hacer que no me doliera. De hecho, había sido demasiado gentil.

¡Y yo intentando alejarlo!

Mi padre tenía razón. No servía, era una inútil después de todo. El hombre con el que me habían casado intentaba tratarme bien y yo... pero, por otro lado, recordaba claramente lo que él me había dicho antes de... de nuestra noche de bodas.

Él quería que yo peleara, que le pusiera las cosas difíciles.

Me he casado con una guerrera, con una rebelde, sus palabras hacían eco en el interior de mi cabeza mientras enjuagaba mi pelo. Sentí ruidos en la puerta, pero no le tomé importancia porque estaba segura de que era Rahim intentando entrar.

Estaba tan equivocada.

—¿Puedo unirme?

Mis manos, que estaban en mi cabello, cayeron de golpe y agarré parte de la cortina para cubrir mi cuerpo desnudo de la mirada de Rahim.

Saghir, amor árabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora