EXTRA 1
Rahim conoce a Eumur.
―señor― Abdel entró a la cocina de mi casa y me miró― el señor Zidan ha vuelto a llamar.
―¿Qué quiere ese hombre ahora? ― ya un poco cabreado, miré a Abdel. Él no tenía la culpa de que mis posibles socios fueran insoportables.
―dice que tiene un trato y que lo invita a cenar ― me informó― ¿Le digo que irá o declino la invitación?
―dile que estaré ahí a las nueve― suspiré, frustrado.
Quâder Zidan era un hombre bastante.... Tocapelotas, por así decirlo. Buscaba beneficio de todo y no le importaba hacer lo que fuera necesario para obtenerlos.
―bien― Abdel salió de la cocina y supuse que volvería a su puesto de trabajo.
Quâder Zidan me había tocado los huevos algunas veces, ya. En especial desde que él se enteró que mi empresa había generado una productividad mayor al 50 por ciento. Estaba más que seguro que iba a intentar sacar ventaja de ello.
Como si yo fuera a dejarlo.
El resto del día se resumió en balancear algunas mierdas, quejarme, tomar una cerveza y llamar dos veces al hijo de puta de mi contador.
―es la última vez que te digo que mires bien los números, ¡Maldición! ― le grité en el teléfono.
―señor....
―señor mis pelotas, Karim, o haces bien las cosas o te quedas sin trabajo.
No esperé más y le corté. Ese tipo hacía lo mismo siempre. Estaba empezando a dudar sobre su capacidad cerebral, en serio.
El día― en serio, muy en serio― fue una mierda. Trabajo, más trabajo. Corregir cosas que los supuestos graduados en las universidades de San Geniosidad no podían hacer bien y prepararme mentalmente para no partirle la cara a Quâder Zidan cuando lo viera esa noche.
―realmente espero que ese tipo sepa guardar por un rato sus intereses― suspiré, cansado de estar la mayor parte del día en una silla y me encaminé al piso superior, para ir a la biblioteca, que antes tenía todos los aparatos de gimnasio que solía usar para hacer ejercicio. Ya desde hacía un mes venía sacando esos aparatos y llenando la habitación con más estantes y libros, haciéndolo un poco más cálido. No tenía un motivo, pero sabía que ese motivo llegaría pronto.
Lo que no tenía en planes, es que llegara tan pronto.
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Toqué el timbre, esperando a que alguien me abriera. El hijo de Quâder― Alí, o eso creía― abrió, vestido pulcramente con un traje pijo, corbata pija y sonrisa pija. Todo falso, claramente. Estaba intentando agradarme.
―buenas noches― voz falsa, de negocios. La voz que un tipo que quiere chuparte las medias usualmente pone― ¿Ha sido bueno el viaje?
―espero que valga la pena― mascullé. Honestamente, ya bastante tenía con Zidan padre como para lidiar también con su hijito mimado de... ¿Cuánto? Ese era un crío que debía tener dieciséis o diecisiete.
Por lo poco que conocía personalmente a Quâder, él tenía una hija uno o dos años más grande, pero nunca había tenido el desagrado de conocer. Probablemente fuera igual a su padre e intentara buscar un hombre con dinero y así contentar a su progenie.
―pasa, mi padre está en el comedor ― me indicó, dejando espacio suficiente como para que entrase en la casa. Caminé detrás de él hacia donde se suponía que estaba el viejo y se detuvo cuando un ruido se sintió en la cocina.
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Saghir, amor árabe
ChickLitEl hombre ha tomado su lugar como lider en el mundo, dejando indefensas a las mujeres. Entre todas las nuevas leyes, se encuentra una que dice lo siguiente: "cada hombre, llegando a sus dieciocho años, deberá elegir una mujer para hacerla su e...