ESTE ES EL ÚLTIMO CAPÍTULO. TODAVÍA FALTA EL EPÍLOGO Y SI QUIEREN, ALGUNAS ESCENAS EXTRAS O PUNTOS DE VISTA QUE NO ESTÁN ACÁ :)
Eumur
Badr estaba tironeando mi pelo mientras trataba de darle de comer en su silla para bebés. ¿Quién diría que los primeros meses serían tan difíciles? El niño había crecido bastante― ya pesaba el doble― y estaba mucho más activo que los primeros días. ¡Joder, si apenas me dejaba dormir!
―tengo que irme ― Rahim entró acomodándose la camisa a la cocina―¿Has hecho muchos desastre, Badr? ― se acercó al bebé, que se rio y estiró los brazos en busca de que su papá lo agarrase a upa― ¿Cómo se está portando este niño?
―puedes verlo por ti mismo― le dije, señalando el desastre de papilla que adornaba la mesa y gran parte del suelo― quiere compartirle comida a las bacterias, quiero suponer.
―¿Eres un bebé travieso? ― a riesgo de mancharse la camisa, cosa que pasaría claramente, con el bebé ensuciando todo con las manos, Rahim lo levantó y lo puso delante de su cara mirando como el bebé se reía cada vez que él lo sacudía a manera de juego.
―te va a ensuciar la ropa, Rahim― suspiré mientras buscaba un trapo para limpiar todo el chiquero.
―me cambio y listo, saghir― dijo ofuscado― ¿Quieres venir conmigo, bebé?
Badr se rio.
―no lo vas a llevar a la empresa― empecé― ni de suerte. Hay gérmenes, mucha gente y además no puedes cuidarlo y trabajar al mismo tiempo― argumenté.
―deja de ser tan temerosa, Eumur― Rahim dejó al bebé en la silla nuevamente― no va a pasarle nada. Además― caminó a la pileta de los trastos y llenó un vaso con agua― soy su padre, debemos tener nuestro tiempo de hombres.
―tiene dos meses― repliqué― todavía no es un hombre.
―claro que lo es― me respondió― sólo que todavía no puede decírtelo.
Rodé los ojos. Rahim quería llevarse al niño al trabajo e iba a decir cuanta idiotez pasara por su cabeza para llevarlo.
―no quiero que esté fuera de la casa tantas horas, Rahim.
―saghir― Rahim se acercó, me agarró la cara y fijó sus ojos en los míos― nada va a pasarle― repitió― te lo prometo.
Puse mis manos en las suyas y las saqué. A pesar de que había mejorado bastante, nuestra relación tenía algunas tiranteces todavía, en especial cuando se trataba de la seguridad de mi hijo. Si por mí fuera, no lo hubiera sacado de la cuna aún. Rahim ya lo dejaba gatear por el piso y quería sacarlo a la calle.
―vale, pero...― él sonrió, a conciencia de que no dejaría irlo así como así― si el niño vuelve con una mísera marca, rasguño o germen en él― lo apunté con el dedo― no me querrás conocer enojada.
―bien― el bebé se rio cuando Rahim lo levantó a upa de nuevo, llevándoselo al cuarto para cambiarlo.
Había accedido a que durmiera en una cuna― cerca de la cama, pero una cuna al fin― y que Rahim lo llevara a la calle algunas veces. Aunque no había tenido mucha opción en cuanto a esos cambios se referían. Según Rahim, el bebé no era ni tenía que ser un parásito― por eso el sacarlo de la cama y hacerlo dormir en una cuna― y no podía seguir reacio a estar con otras personas que no fuéramos nosotros dos― cosa que según Rahim, el bebé había heredado de mí― lo que era completamente mentira.
―ya está― Badr estiró sus bracitos regordetes hacia mí cuando su padre lo entró a la cocina― ¿Crees que a Badr le gustaría un perro?
No dejé caer a Badr porque... no lo sé, ¿Porque tuve suerte?
―¿Un perro?
―si, saghir, una mascota, un perro que ladre.
―pero...― intenté buscar un argumento razonable― los pelos, le pueden hacer mal...
―Eumur― Rahim apoyó una vez más su mano en mi cara― es un bebé de carne y hueso, no de cristal. No va a romperse― razonó― seguiremos con eso en la noche, debemos irnos― el hombre cargó al bebé, buscando el bolso con sus cositas y me miró― ¿Falta algo?
Negué.
―no te olvides de darle su biberón a las tres― le señalé― y que no esté cerca de una ventana mucho tiempo, por los insectos y...
―Adiós, Eumur― me cortó y se acercó, dándome un rápido beso― saluda a mamá, Badr― el niño estiró sus bracitos y me aferré a su cuerpito abrazándolo, un poco triste― Eumur, se me hará tarde― me dijo cunado veía que no me separaba― Eumur...
―bien― solté al bebé― si vuelve con un golpe o algo, te castraré, Rahim, no me importa hacerlo y que te desangres.
―sí, sí― él no le dio importancia― estaré aquí en unas horas, cualquier cosa― dio un cabezazo señalando el teléfono fijo― llamas.
―adiós.
Lo vi alejarse y meterse en el coche a través de la ventana que daba a la calle. Puso a Badr en su sillita en los asientos traseros y lo aseguró con el cinturón. No podía poner quejas en cuanto a su comportamiento como padre. Tampoco sobre cómo había estado siendo como marido los últimos meses, luego de... luego del refugio.
Todavía se me ponía la piel de gallina y me entristecía pensar que mis amigas, habían sido asesinadas. ¿Había valido realmente la pena? En mi caso, sí.
Estaba segura de que luego de eso, Rahim había hecho un cambio radical― y necesario― conmigo y el bebé y ahora se comportaba bien.
Lo repito, no podía quejarme de él.
Casi todo había comenzado a tomar un buen rumbo en nuestras vidas. Badr había sido la piel faltante que nos unió y recuperó como familia.
De mi padre, su esposa y Alí no sabía mucho. Incluso antes de escapar, había perdido el contacto con ellos. Gracias a Rahim. Iba a estar eternamente en deuda con él por cómo me había cuidado cuando mi padre intentó atacarme verbal y físicamente. Rahim lo había frenado. Mi hermano no había intentado contactarse y agradecía eso también. Alí nunca me había mirado como una hermana y lo sabía. De hecho, Rahim lo había notado también y me lo comentó en algún momento.
Creo que ellos no se enteraron de que había vuelto, o del nacimiento de Badr. Tampoco es que me estuviera muriendo de ansiedad por decirles. Era gente que quería mantener fuera de mi círculo social y el de mi bebé. En especial del de mi bebé.
Hacía un mes Rahim y yo cumplimos un año de casados. El tiempo pasó volando. Realmente, volando.
Tal vez nuestra historia no era como las que había podido leer― de los libros que Rahim me había dado, en secreto― no habíamos muerto el uno por el otro, como en Romeo y Julieta. Tampoco le había contado mil historias hasta que él cayera enamorado de mí, como en Las mil y una noches. Habíamos hecho nuestra propia historia y la habíamos vivido a nuestra manera.
Crecimos, maduramos... todo cambió luego del refugio. en nuestro hogar y socialmente. Los hombres habían cedido en algunas cosas y entendieron― finalmente― que las mujeres no éramos perros a los que pudiesen domar. Nos habían concedido el derecho a poder trabajar, a poder andar con un poco más de libertad en las calles y no llevar constantemente el velo― eso era una obligación que sólo el marido podía ejercer― así que las cosas iban un poco más relajadas. Como todo, necesitábamos tiempo para que las cosas se acomodaran.
Como Rahim, la sociedad necesitaba un choque, un golpe, algo que la sacudiera para poder cambiar. A Rahim lo golpeé yo. A la sociedad las mujeres rebeldes. Nuestro bálsamo e intermediario había sido Badr. En la sociedad... supongo que fue la predisponían de los hombres a ceder. Fuese lo que fuese, las cosas estaban cambiando.
Y todo iba a mejorar.
VOTEN LA ESCENA EXTRA QUE QUIEREN QUE ESCRIBA
- RAHIM CONOCE A EUMUR (DESDE EL PDV DE ÉL)
-CUANDO EUMUR SE ESCAPA, EL PDV DE RAHIM.
¡O DEN IDEAS! :) LAS MÁS VOTADAS O COMENTADAS VAN A SER SUBIDAS DESPUÉS DEL EPÍLOGO <3
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Saghir, amor árabe
ChickLitEl hombre ha tomado su lugar como lider en el mundo, dejando indefensas a las mujeres. Entre todas las nuevas leyes, se encuentra una que dice lo siguiente: "cada hombre, llegando a sus dieciocho años, deberá elegir una mujer para hacerla su e...