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MARATÓN

Me desperté porque algo golpeaba insistentemente mi nuca. No era algo sólido pero era claramente molesto. Me removí, intentando sacar la respiración de Rahim de la parte trasera de mi cabeza pero lo único que conseguí fue que él se moviera más, apretándome contra su cuerpo.

Aún tenía su camisa puesta en mi cuerpo mientras que él solo llevaba los pantalones con los que lo había visto en el baño. Para mi suerte, no tenía frio. Tal vez se debía a la calidez que me proporcionaban los brazos de Rahim alrededor de mi cuerpo.

Todavía no salí de mi estupor. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo. Me había casado, había dejado mi casa, había tenido sexo por primera vez...

-¿Ya te has despertado?- Rahim se incorporó un poco sobre la cama, sin soltarme- mierda que madrugas, mujer- él miro sobre mi hombro, en la mesa de luz, buscando la hora en el pequeño reloj- son apenas las seis de la mañana.

-Pues debía levantarme temprano- me defendí- a diferencia de ti, yo sí tenía cosas que hacer.

Rahim soltó una sonora carcajada.

-¿Tú qué crees que hago durante el día, saghir?

-¿Molestarme, tal vez?- probé.

-No, Eumur- el hombre se acomodó sobre la cama, estirando su cuerpo. Finalmente me había liberado de sus brazos y logré acomodar mi cuerpo, estirando un poco mis brazos- ¿Cómo dormiste?

-¿Qué te hace pensar que lo hice?

-Tengo el sueño ligero, saghir- él pasó su mano por el pelo alborotado que caía sobre su frente- lo has comprobado ayer a la noche. Así como me duermo fácil, me despierto también- él se giró, enfrentando nuestros cuerpos en la cama y me miró directo a los ojos- ten eso en cuenta para intentar escapar de nuevo- ladeó su boca en una sonrisa y quise golpearlo.

Me resistí al impulso y respondí, con la misma sonrisa arrogante:

-lo haré, ten por seguro.

Rahim se incorporó por completo y salió de la cama.

-bueno, ya me has despertado con tus movimientos-se inclinó sobre la cama y acercó su cara a la mía-¿Qué vas a hacer para mantenerme entretenido?

-no soy tu bufón, Rahim- me incorporé como había hecho él y saqué mis piernas de entre las sábanas, apoyando mis pies en el suelo.

Una punzada atravesó mi pierna derecha cunado apoyé ese pie y lo observé; éste todavía seguía inflamado, un poco menos, pero seguía estando morado.

-déjame ver esto- Rahim se agachó frente a la cama, dejando su mano alrededor de mi tobillo lastimado, examinándolo.

-no es nada- intenté soltar mi pie de su agarre. Él lo sostuvo sin preocuparse por eso- en serio, Rahim, ya déjalo.

-cierra la boca, saghir- el hombre me miró antes de seguir con su investigación en mi pie- no soy la persona con el mejor humor durante las mañana y no necesito que tú lo empeores, así que cierra la boca.

-¡Ay!- no pude evitar soltar un grito de dolor cuando Rahim movió mi pie de izquierda a derecha. Fue como una punzada de dolor atravesando esa zona de mi cuerpo y extendiéndose como un fuego abrasador hasta la punta de mi pie.

-¿Duele?- me miró serio pero pude notar la sonrisa que intentaba ocultar.

-¿Tú qué crees?

Rahim se incorporó.

Saghir, amor árabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora