Todo es nuevo

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Sin darnos cuenta el local se había quedado vacío, eran las 2 de la madrugada, la noche estaba fría, y apresuramos nuestro paso. Sentí como ella se estremecía y me dispuse a quitarme la chaqueta:

-¡Ni se te ocurra!- me dijo contundente

- Si te enfermas me quedaré sin guía de la ciudad- dije entre risas y seguimos caminando.

Cuando llegamos a casa, ya todos estaban dormidos, parecía que David no había salido pues su puerta estaba cerrada.

-Mañana a la misma hora, ¡no te quedes dormido!- me dijo hablando en un susurro.

Siete y media de la mañana, suena el despertador que me lastima los oídos, intento abrir los ojos y no soy capaz. Decido perderme la primera hora de clase, una horita más en cama me ayudará. Pasados unos minutos golpean mi puerta. No contesto intentando que me dejen en paz. Noto como se abre la puerta y alguien entra en la habitación.

-          ¿Juan? ¡está lloviendo!

-          ¿En que me afecta? – pregunté malhumorado

-          Pues en nada- dijo la voz de Clara con un tono resignado

Me levanto. Perder clase nunca fue mi estilo, no se puede decir que fuera un chico de biblioteca pero tampoco alguien que se saltaba las clases.

Me di una ducha rápida y cuando estuve listo me acerque a la habitación de Clara. Estaba sentada en la cama con una foto en las manos, al escucharme me miró y pude ver  lágrimas en sus ojos.

-Siento lo de antes, ya sabes...

- Madrugar se te da fatal- dijo con una sonrisa fingida mientras una lágrima rodaba por su cara

-¿Él está en tu clase?- dije mirando la foto que sostenía

- Es un año mayor... – dijo bajando la mirada

- Lo superarás, no sabes la capacidad que tenemos los humanos de soportar golpes.- dije y ella sonrió otra vez

- Lo sé, estudio psicología ¿recuerdas?- se hizo un silencio y prosiguió-¿Nos vamos? – dijo

-¿Y Amaia?- pregunté con la mayor naturalidad posible

- No viene, parece que anoche llegasteis tarde- dijo con una sonrisa juguetona

- Hemos ido al bar de las “mejores cañas”- dije sonriente

- Veo que vas entrando en el mundo universitario.- dijo mientras se levantaba para salir.

Al llegar a la facultad mis dos compañeros, Oscar y Nuria, me esperaban en el hall del edificio.

-Llegas tarde- dijo Nuria

Las horas pasaban lentas en clase, mis compañeros me dirigían miradas de burla. Mis ojos no obedecían a la orden de “no os cerréis” a media mañana tuvimos hora libre y nos fuimos a la cafetería de la facultad:

-Un café grande y solo, ¡por favor!- dije con tono de suplica

-Un zumo de naranja- pidió Nuria riéndose

- Un café- remató Óscar

- Si empezamos las clases con esa cara, no quiero pensar lo que pasará a final de curso- vacilaba Nuria

- Ayer salí a conocer un poco la ciudad

- ¿Por la noche?- preguntó Óscar levantando una ceja

En ese momento me dí cuenta de que iba a ser mejor no seguirles el juego, bajé la mirada y me concentré en el café. Las horas siguientes fueron una tortura similar, los profesores solo hablaban de proyectos, trabajos, presentaciones y  fechas de entrega, era demasiado para mí en un día como así.

Al salir de clase me dirigía al aparcamiento cuando me sonó el móvil, el nombre de  Amaia aparecía junto a un sobre en la pantalla:

-          Salgo en 10 minutos, ¿me llevas? ¡porfa-please!

Sonrío y veo que alguien me observa desde lejos, es Clara

-¡Oh! gentil hombre caballeroso, parece que el invierno ha llegado, y el frío entumece mis grandes músculos, ¿haría usted el favor de llevarme en su carruaje?- Me dice que voz grave y se hecha a reir

-Te veo de mejor humor- le dije

-Puede- dijo canturreando- en la última hora de clase me han puesto una película de época para analizar el comportamiento de los personajes, me lo he pasado genial.

Me acuerdo del mensaje de Amaia e ignorando a Clara le contesto

-          Te espero en el aparcamiento. No tardes que me voy...

-          No serías capaz de  dejarme sola y desamparada -Contesta con rapidez

No le contesto pero me río y Clara se da cuenta

-Amaia ¿no?

-Sí, tenemos que esperarla, sale en 10 minutos

-¡Vale!

En media hora estábamos en casa los tres, como el día anterior, a diferencia de que hoy cocinaba Clara. La tarde se presentaba un poco más ocupada, yo tenía apuntes que entender al igual que ellas y nos pasamos la tarde entre hojas, libros y risas.

A las ocho llegaron Vero y David, se unieron a nuestra fiesta privada. Creía empezar a saber, porque la gente disfrutaba tanto en compañía de otras personas. Era la primera vez que me sentía tan feliz y relajado.

Al día siguiente a la entrada de la facultad había un cartel, Amaia lo miró y me dijo:

-Novato, el jueves tienes tu ritual de iniciación

-¿Perdona?- le dije

- Mañana irás de cena con todos los compañeros- me dijo

-¿y si no quiero?- dije agobiado

- ¿No quieres cenar conmigo?- preguntó haciendo pucheros

-Prefiero cenar en casa- dije notando un mareo

- Cenaremos con todos los de la facultad, habla con tus dos amigos y verás como se apuntan a la fiesta. Nos vemos a la salida- y se marchó dejándome solo, ¿por qué no era capaz de decirle que no?

Comencé a caminar hacia el edificio cuando me encontré a Óscar esperando, comenzamos a hablar sobre la fiesta, se veía interesado en ir, minutos después llegó Nuria

-          Llegas tarde- le dije imitándola

-          Las novatadas me tienen agotada- dijo a modo de disculpa

-          ¿Viste el cartel de la cena de bienvenida? – Dijo Óscar impaciente

-          Si, vamos ¿no?

-          Por mí sí- dijo Óscar victorioso

-          Yo voy a pasar - dije

-          Venga ¡conoceremos gente!- argumentó Nuria con voz de niña pequeña

-          ¡Vamos los tres y punto!- Finalizó la discusión Óscar

Las clases discurrieron rápido, quizás porque estaba pensando en como salir de aquel enredo. No podía ir a esa cena, iba a haber demasiada gente, yo nunca me había enfrentado a nada así.

Recién llegadoWhere stories live. Discover now