Sensaciones ya experimentadas

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La siguiente hora estaba en blanco, ¡genial! hora libre, era lo que menos necesitaba en ese momento. Mientras salía de clase noté como alguien caminaba a mi lado en silencio, al mirar vi a la chica, sí, esa chica de la cual no recordaba el nombre, seguí caminando hasta que encontré un banco, non quería ser desagradable y decirle que se marchara, pero tampoco necesitaba su compañía. Cuando estuvimos sentados ella comenzó a hablar.

-Parece que esta asignatura va a ser fácil, o por lo menos entretenida- dijo ella entusiasmada

-¡Eso parece! – dije cortante

Ante mi respuesta ella había decidido quedarse en silencio, cosa que yo agradecía. No lograba entender el por qué esa chica permanecía a mi lado. Unos minutos más tarde ella empezó a hablar de nuevo

-¿Sabes? He venido sola a este lugar, mis padres se empeñaron en que el sitio adecuado para vivir era una residencia de estudiantes, y llevo casi dos días sin hablar con nadie. Dicen que hoy comienzan las “novatadas” y estoy algo asustada.- Cuando escuché la historia me sentí fatal, la pobre chica había tenido la mala suerte de querer ser mi amiga, quería hablar con alguien y yo lo único que había hecho era  intentar que me dejara solo, ante todo esto decidí cambiar mi forma de actuar.

- Tranquila conocerás a gente en las novatadas, dicen que se pasa muy bien.

- ¿Tu donde vives, aquí?

- Pues en un piso con 4 estudiantes

-¿Y tus padres no dijeron nada?-  preguntó ingenua, si yo le contara a esa chica mi historia, la historia de mi vida y la de mi madre podía escribir un libro tan triste que haría llorar hasta el más insensible de los monstruos.

-Confía en mi elección, siempre lo ha hecho - dije sin más intentando que mi voz no se quebrara al recordar a mi padre.

Mientras hablábamos, un chico alto, rubio  con gafas redondas como las de Harry Potter  se paró frente a nosotros.

-¿Sois de primero también?- dijo mirándonos

-Sí- dijo la chica con un tono de felicidad incomprensible

- No sabéis lo que me alegro de encontrar a alguien, no pude llegar para primera hora, y pensaba que iba a quedarme solo.

- Que bah, de todas formas no te perdiste nada, el  de primera no dijo nada interesante, puedo asegurarte que este que tengo al lado no le prestó ni la más mínima atención- ¡vaya! pues si que era observadora la chica pensé.

-No era importante- dije riendo, la chica había conseguido sacarme una sonrisa. Me gustaba esa sensación.

Resulta que el chico se llamaba Óscar, era de Burgos, como Nuria (esta vez no olvidaría su nombre)  pero no se conocían, su padre tenía un taller y él había trabajado allí desde muy pequeño, primero pasando herramientas a su padre y luego encargándose de algunos arreglos por su cuenta. Nuria por su parte, era una aficionada a las motos, decía que no podía vivir sin ellas y por eso decidió estudiar la ingeniería. Y así transcurrió lo que quedaba de la mañana, ese par parecían caerse bien, hablaban sin parar pero sin perderme de vista. Se podría decir que mi etapa de solitario acababa aquí y que ellos serían mis compañeros de viaje y lo peor es que no me desagradaba la idea.

En la última clase sentí como mi móvil vibraba, un mensaje de Amaia:

-“¿Te falta mucho? Yo ya he salido.”

No lo pienso y respondo al instante:

-Estoy en la última clase, salgo en 10 minutos. ¡Espérame!

El móvil vuelve a vibrar

-Ok. Te espero. :)

Al salir del pabellón la vi, estaba apoyada en una gran columna de la entrada, sujetando la carpeta con un brazo y el teléfono con otro, parecía escribir un mensaje así que me detuve mirándola unos minutos, era preciosa pero esa situación me recordaba a Andrea, otra vez, me sentía estúpido recordando los momentos que me hacían felices a su lado, los dulces besos de buenos días cuando me esperaba en el portal cada mañana, su mano caliente que sujetaba la mía en el camino a clase y esa ansiedad como si el mundo se acabara cuando me daba un pequeño beso y me decía “non vemos más tarde”. ¿Por qué solo podía recordar momentos buenos?, mi objetivo aquí sería borrar esos y dejar que solo permanecieran los malos, eso es, iba  e esforzarme para que eso sucediera.

-Tú, ¿qué pasa?- me sorprendió de pronto su voz

- Amaia! Estaba nadando en recuerdos indeseables, ¿qué tal el día?

-Pues nada nuevo, cuando lleves un par de semanas verás esto como un trámite más para ser lo que quieres ser.

-Va a ser duro, ¿no?- pregunté esperando una respuesta negativa

- Tómatelo con calma, además tienes ventaja, yo estaré a tu lado si me necesitas- Dijo con una sonrisa en la boca y a mi se me me removió algo en el pecho.

Sin más nos pusimos en marcha, hablando de cosas sin sentido, y cuando llegamos a casa nos encontramos con Clara llorando a mares.

-          ¿Qué pasa Ñaja?- preguntó Amaia preocupada

-          Luis me ha dejado- Dijo esta con voz entrecortada- Me ha dicho que lo que yo busco no es lo mismo que él busca y me ha deja...- no pudo hablar más y se echó a llorar como si le quedara un minuto de vida.

No sabía que decir y me fui a la cocina, preparé algo de comer mientras escuchaba como Amaia y Clara hablaban. Cuando acabé de hacer macarrones con carne lo puse todo en una bandeja y me fui directo al salón y al entrar dije:

-          ¿Comemos? 

-          No tengo hambre- me dijo todavía llorando y acostándose en el sofá.

Al escuchar su respuesta y ver su reacción me dirigí al sofá la cogí en brazos y la llevé hasta la mesa y bajo la mirada atenta de Amaia me senté en frente de ella y le dije:

-Todos los chicos buscan a alguien como tú, si él no se ha dado cuenta todavía, es su problema- dije intentando ocultar mi cabreo hacia ese chico que había borrado la sonrisa de la casa.

- Yo soy una chica cualquiera, él era demasiado para mí- Dijo entre sollozos mientras movía los macarrones que le acababa de echar en el plato.

-Quizás tú eras demasiado para él y ha tardado dos años en darse cuenta- Dijo Amaia buscando con la mirada un apoyo en mí.

-¡Ajá!- dije apoyando mi respuesta con un movimiento de cabeza afirmativo

- ¡oye! están buenos- dijo al probar mis macarrones

- Experiencia de muchos años- dije sonriendo a lo que ella me contestó con otra sonrisa triste.

-Gracias chicos, gracias por apoyarme- Dijo nuevamente sin sonrisa.

- ¿El resto no vienen?- pregunté extrañado

- Tienen clases por las tardes y suelen comer en sus facultades llegarán para cenar- me explicó Amaia.

Al acabar de comer recogimos todo y nos tumbamos en el sofá. Clara se ofreció a compartir manta y poco a poco se fue quedando dormida sobre mi hombro.

Recién llegadoWhere stories live. Discover now