A medida que pasaba el día me ponía más nervioso, tanto que apenas hable nada con ninguno de mis compañeros de piso. Amaia me había mandado un mensaje para que la esperara, pero hice caso omiso, Clara había entrado en mi habitación para que saliera a comer con ellas pero igualmente había rechazado la oferta. No quería ver a nadie. Poco a poco se hizo el silencio y me estiré en la cama y no en mucho tiempo me quedé dormido. Cuando desperté olía al perfume que en apenas tres días conocía a la perfección.
- No has comido, no me has hablado y me ha dicho Amaia que no la has esperado para regresar juntos, se puede saber que es lo que te pasa?- Dijo Clara con un tono que reflejaba cabreo
- No recuerdo haberte dejado entrar- dije de forma cortante
-No me importa Juan, estudio psicología porque me gustan las personas. Tu me has gustado desde que entraste por aquella puerta, sé que eres un buen chico y que no todo en tu vida es felicidad y sé que yo puedo ayudarte...
- Tú no sabes nada y no puedes ayudarme- dije sin dejarla acabar mientras le daba la espalda
- Siempre te ha funcionado ¿no?- hizo una pausa y al ver que no obtenía contestación prosiguió- pues conmigo no será suficiente, soy demasiado cabezota- al decir esto noté como se extendía a mi lado en la cama y seguía hablando- lo estoy pasando mal, mi novio me ha dejado porque ha encontrado algo mejor que yo, y no puedo odiarlo, debería, pero no puedo y me consolaba saber que aunque él se fuera de mi vida otra persona maravillosa había entrado...
Así sin más todo volvía a ser silencio, ella permanecía acostada a mi lado en silencio, decidí ver lo que pasaba y giré sobre mí mismo para quedarme acostado mirando hacia ella y fue ahí donde divisé una lágrima cayendo sobre su rostro, instintivamente llevé mi mano para secársela
- Soy un chico solitario, siempre lo he sido y nunca me había importado. Pero llegué aquí y en 2 días he hablado y reído más que en toda mi vida.
- Ese es tu único problema?
- Estoy agobiado, no puedo con esto.
- Y que es esto?
- Demasiada gente, demasiado movimiento en mi vida, necesito silencio y soledad- Dije volteando para quedar mirando al techo
- Juan, si quieres espacio lo dices, y lo tendrás. ¿Quieres silencio?
- Llevo dos días deseándolo- dije con tono ansioso
- Pues vístete que nos vamos- Dijo poniéndose en pie
- No quiero salir, quiero que me dejes solo – dije con voz quizás demasiado seria
- Bien, tu ganas, que disfrutes de tu existencia- dijo abandonando la habitación y a los pocos minutos sentí un portazo quedando la casa completamente en silencio.
No tardé mucho en arrepentirme y salir tras ella. Para mi sorpresa estaba sentada en las escaleras enfrente de la puerta
- No suelo equivocarme con la gente, se me dan bien las primeras impresiones- dijo con una gran sonrisa
- ¡ No me lo puedo creer!- dije
- Entonces nos vamos, ¿no?- dijo amarrándome fuertemente la mano- Por cierto, necesitamos tu coche
- Y que más?- dije con tono irónico mientras entraba en casa coger las llaves.
- Que me dejes conducir a mí- al decir esto me dirigía una mirada juguetona
- Ni lo sueñes..- dije mientras le cogía la mano otra vez y tiraba de ella hacia el ascensor
Cuando estuvimos en el ascensor, se puso frente a mí acorralándome contra el cristal, podía sentir su aliento tan cerca de mi cara que me puse nervioso. Noté como cogía mi mano libre con la suya y la llevaba hasta su cintura, yo la dejé hacer, y de repente y con rapidez metió su mano en mi bolsillo y me quitó las llaves. Justo en ese momento se abrió el ascensor y ella sonrió triunfante.
Maldita sea me había engañado y tendría que dejarla conducir mi coche.
- ¡Venga ya! no hace falta que muevas todos los retrovisores- dije desesperado al ver los numerosos cambios que estaba haciendo en el coche.
- Hay que hacerlo bien,¿ y si después choco con alguien?
- No vivirás para contarlo enana- dije alborotándole el pelo- por cierto a donde vamos?
- ¿No querías silencio?- dijo mirándome inquisitiva
- No has contestado a mi pregunta- dije sin responder
- Tu tampoco
Y sin más nos pusimos en marcha. En silencio dejé que me llevara, conducía bien, pero no se lo dije, al poco tiempo me di cuenta de que salíamos de la ciudad.
-¿ A donde diablos me llevas?- pregunté sin poder aguantar más
-A tu tumba- dijo acompañando la respuesta de una risa maléfica
-Perfecto, llamaré a mi madre para decirle que voy a morir
-Creo que ya lo sabe- dijo
- ¿Y quien se lo ha dicho?, ¿tu?- dije entre risas imaginándolas a las dos juntas
- Puede
En un descampado, en el que había mesas para comer paramos. Y entonces lo vi.
- ¡Me has traído al mar!
- Las playas de la ciudad pierden su encanto, esta es la mejor..- sin decir nada más la abracé
-Vaya! no sabía que te hiciera tanta ilusión
-Cuando era pequeño mi madre me llevaba a la playa con cubos rastrillos y todo eso, es el recuerdo más feliz que tengo- dije ilusionado
- Vamos hasta la arena?
- ¡Claro!- dije aún emocionado
Al llegar a la arena nos sentamos, estuvimos hablando tanto tiempo que se nos hizo de noche y las estrellas comenzaron a brillar y allí sentados en la arena ella me dijo:
-Se nota que has tenido pocos momentos felices pero ahora todo cambiará
- Ya empiezo a notar eses cambios- dije tristemente
- Deberías dejarte llevar- me dijo
- No es tan fácil!
-A Amaia le gustas, nunca la había visto salir con nadie sola, no es muy habladora y le cuesta coger confianza. Pero contigo se comporta diferente.-Yo no dije nada y ella prosiguió- y se nota que a ti también te gusta - dijo
- No quiero complicar las cosas. Somos compañeros de piso y... y eso-dije
- Te entiendo, yo solo observo la situación- dijo con tono alegre
-Puedo preguntarte algo?
- Pregunta sin más, déjate llevar.- y sonrió
- ¿Qué se lleva puesto a una cena de la facultad?- dije y ante la pregunta ella comenzó a reírse
- Cada uno va como quiere y tu vas a ir guapo pongas lo que te pongas. Si quieres te elijo algo de lo que tengas en tu armario
- Me quitarías un peso de encima, y otra cosa, ¿alguna recomendación?
- Sí, cuidado con las chicas ebrias... pueden traer problemas, ¡ya sabes!
A las once de la noche decidimos regresar a casa, se hacía tarde y teníamos que volver. Había decidido dejar que ella condujera, se veía segura de todo lo que hacía y esa seguridad hacía que fuese única. Mientras volvíamos pensaba en lo relajado que estaba a su lado, con Amaia sentía una atracción y unas ganas de ser yo mismo increíbles pero cuando Clara estaba a mi lado necesitaba vivir el futuro sin mirar al pasado.

YOU ARE READING
Recién llegado
RomanceJuan, un chico solitario y tímido, llega a una nueva ciudad a estudiar y las cosas no van a salir como él planeaba: chicas, fiesta, ella, amigos... aparecen en su vida sin saber como ni por qué, nunca había tenido tanta gente alrededor¿se adaptar...