Recién llegado

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Las cosas no fueron fáciles desde que mi madre supo que estaba embarazada, llevaba con mi padre unos meses y cuando este supo de mi futura existencia se fue tan rápido como una tormenta de verano. Mi madre decidió que yo iba a ser la razón de su existencia y con solo 19 años decidió comerse el mundo conmigo de la mano. No lo hizo nada mal y la quiero como a nadie en este mundo.

Pues bien mi infancia no fue fácil pero sí feliz, en mi plato siempre había comida y no pedía nada que mi madre no pudiese darme, a los 16 comencé a trabajar a media jornada en un taller y ahí decidí a qué quería dedicar mi vida. Tengo 18 y voy a ser Ingeniero.

-¿Juan, levas dinero? ¿Y el teléfono?- pregunto mi madre, siempre preocupada por mi.

- Si mamá, no te preocupes lo llevo todo- Metí la ultima maleta en el maletero del coche y me aseguré de cerrarlo bien- venga señora Cristina, la llamaré cuando llegue- dije riendo y sin decir nada más ledíun beso y me fui.

Mi madre estaba orgullosa, ella no había comido el mundo pero decía que tenía un hijo que iba a hacerlo por ella. Con una sonrisa en la cara y con estos pensamientos empecé el camino hacia mi nueva vida. Meses atrás estuve mirando residencias y al no convencerme ninguna decidí mirar pisos de estudiantes, no eran muy buenos pero era mejor que nada. Íbamos a ser cinco, tres chicas y dos chicos. Estaba ansioso por conocerlos, solo conocía a David, que fue al que le tocó el marrón de hacer las entrevistas a los candidatos para ocupar la habitación de Juan, cuando le dije que yo me llamaba igual me dijo:

-Tio, trae las maletas que es una señal.

Parecía amable y un poco loco pero el piso estaba bien así que firmé el contrato al día siguiente y me convertí oficialmente en su nuevo compañero de piso.

Al entrar en el recibidor estaba lleno de maletas, al sentir abrir la puerta una chica apareció en el pasillo, era pequeña, no mediría más de un metro sesenta, tenía el pelo negro liso y ojos verdes.

-Hola, me llamo Clara, tu debes de ser Juan- vale, también tenía una gran sonrisa y acababa de ponerse colorada.

- Sí, encantado de conocerte- No sabía que más decir y estaba un poco incómodo.

-Tienes que perdonar el desastre, acabo de llegar y mi padre ha subido todas mis cosas y se ha marchado- se hizo otro silencio y dijo- ¿Vienes solo?

- Sí, dejé el coche en el aparcamiento del edificio, se puede ¿no?

- ¡Si, y que bien tienes coche! si me dices que tu facultad queda en el campus sur te adoraré todo lo que queda de año.

- Pues sí, pero no se muy bien por donde queda...

- Te guiaré yo todos los días del curso- me interrumpió ella con una gran sonrisa- pero cuéntame¿Qué estudias?- cada vez me sentía mas cómodo pese a estar parado en medio del pasillo.

-Ingeniería mecánica, puedo preguntarte que estudias tu?- dije con cierto temor, aunque ella preguntara con toda naturalidad, mis dotes de comunicación era escasos y habitualmente me costaba hablar con la gente.

- Antes de nada te diré que tienes suerte porqueAmaia, que llegará más tarde, también estudia ingeniería mecánica y yo estudio psicología, y no, no te estoy psicoanalizando- se rió y cuando logró ponerse seria dijo- bueno, dejo que te instales, bienvenido a la triste, divertida y alucinante vida universitaria, Juan- me dió un abrazo del todo inesperado y entró en su cuarto.

Al mirar atrás veía tantas bolsas y maletas que me preguntaba qué traía para tener tanta cantidad de cosas, yo con tres maletas había solucionado mi problema. Deshice mi equipaje y aún sentía a Clara mover cosas, ¡dios santo iba a tardar semanas en acomodar todo lo que había en el pasillo!. Eran las 8 de la tarde cuando sentí que se abría la puerta con una risa masculina y otra femenina me asomé a la puerta y ví a David y él a mi:

-¿Juan?- preguntó dudoso

-Sí, he llegado hace un par de horas

- Te presento aVero, y ya veo que conoces a Clara-Dijo mirando por encima de mi hombro yo medíla vuelta y allí estaba Clara con la sonrisa en su cara

-Perdona, no me había dado cuenta- dije avergonzado

- No pasa nada hombre- dijo riendo y poniendo una mano en mi brazo algo que me hacía sentir bien sin saber por qué.

- Pues encantada de conocerteJuan– ¡vaya! me había olvidado por unos segundos deVero, era una chica alta, fuerte, morena de ojos negros pero lo que llamaba la atención de ella era que iba vestida de multitud de colores. De repente sentí un tirón del brazo, era Clara ¡cómo no!

- Como puedes ver, Vero es la alegría de la casa, es futura maestra y es la única que nunca pierde la felicidad, es mi ejemplo a seguir- Tengo que reconocer que cada vez que Clara decía algo yo me sentía más a gusto con ella.

-¡No es para tanto Ñaja!- DijoVero

-¿Ñaja?- pregunté sin darme cuenta,Verosonrió y David entró en la conversación

- De pequeñaja, es mejor ir al salón y te ponemos al día para que entres en la “familia”- dijo haciendo las comillas con los dedos al decir familia.

Cuando estuvimos sentados en los sofás me contaron que llegaron todos juntos hacía tres años queVeroy David eran amigos desde pequeños que Clara había respondido al anuncio de “se busca compañero/a de piso” al igual queAmaiay Juan. Pero que Juan hizo un ciclo superior y al acabar encontró trabajo en otra ciudad. Mientrashablábamosse abrió la puerta otra vez y se escuchó una voz femenina que sedirigíaa nosotros:

- Chicos, ¡ya estoy en casa! ¿ puede alguien ayudarme?

Clara saltó del sofá al grito de:

-¡Amaia!

Por la puerta apareció una chica de pelo castaño claro revuelto, y unos ojos grandes y azules. Su piel era fina y con su sonrisa de oreja a oreja nos dedicó una mirada de súplica. Sin dudarlo me levante a ayudarla.

-Me llamo Juan, y bueno... soy el nuevo- dije avergonzado

- Encantada Juan, yo soyAmaia, y ya sé que suena a tópico pero cualquier cosa que necesites me dices, ¿vale? se supone que soy la desagradable del grupo pero yo siempre digo que soy la más razonable de este lugar- sonrió y sin pensarlo le cogí las maletas.

Recién llegadoWhere stories live. Discover now