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RAPHAEL

Estaba tenso, había tenido al novato arriba de él y su amigo se había despertado un poco, agradeció que no lo descubriera, se le estaba yendo de las manos, no podía ser que actuará como adolescente, que su miembro reaccionara a un toque tan indefenso, eso era ridículo y lo peor de todo es que tenía el olor de Simón en su fosas nasales como si fuera poco, cuando en verdad ni debería haber aspirado aquel aroma y haberlo retenido para que se quedara en su sistema.

—Lo siento mucho—se disculpó Simón.

Alzó sus hombros y siguió caminando, no tenía porqué disculparse.

—Todos nos dejamos llevar a veces por el enojo—dijo Raphael.

—Igual lo siento.

No entendía, el novato cambiaba mucho de emociones, a veces podía ser valiente y otra veces estaba así asustado, como si le temiera a todo, y aunque quisiera negarlo eso atrapaba la atención de Raphael. Todo el camino fue en silencio, haciendo que se pudiera soltar un poco y pensar con claridad, al no le interesaba Simón, le gustaba las mujeres ¿Cierto? Así que debía hacer como si nada hubiese pasado y dejar pasar el asunto. El celular empezó a sonar en su bolsillo haciendo que Simón lo mirará, el vampiro sacó el celular y atendió.

— ¿Hola?

—Hola Rapha— dijo una voz femenina— ¿Me extrañaste?

Raphael paró en seco y se tenso ¿Cómo Kendall había conseguido su número?

—Vamos bebé sé que me has extrañado—dijo Kendall.

— ¿Por qué te extrañaría?— musitó Raphael.

Miró a Simón que lo miraba asombrado, no quería saber lo que se le estaría cruzando en la cabeza al escuchar aquellas palabras.

—Deberías​ hacerlo—dijo Kendall—aunque Ethan se pondría muy celoso.

Raphael rodeó los ojos cansado de sus juegos infantiles.

— ¿Qué quieres Kendall? no me es adorable escuchar tu voz.

—Que aburrido eres—se quejó Kendall—bueno vamos al punto ¿Estás adiestrando a nuestro polluelo?

No le gustaba como trataba a Simón como si fuese de ellos, él no era de nadie.

—No es tu problema saber eso.

—Lo debes adiestrar bien, lo vamos a necesitar—dijo Kendall— adiós mi bebé.

Estaba enfadado, necesitaba desahogarse de la molestia que se presentaba con estos chiquillos, no podía creer que esos simples vampiros estuvieran haciéndole esto a él, los mataría a los dos por querer sobrepasar límites.

— ¿Raphael?

Culpa de él estaba en esto, culpa del mundano que tenía a su lado, si solo lo hubiese podido evitar todo estaría mejor, no tendría que estar soportando mocosos.

— ¿Raphael?

—Cállate, todo esto es culpa tuya— musitó Raphael.

Se asombro al igual que Simón, el no quería decir eso en voz alta, vio como el novato fruncía el ceño y se cruzaba de brazos.

— ¿Culpa mía? yo no quise ser esta cosa, así que no me eches la culpa, dijiste que me mandarías con Camille, hazlo si tanto te estoy molestando.

Tenía razón, no quiso ser un vampiro por su cuenta, no era su culpa, pero tenía la culpa de que no podía dejarlo ir con Camille, tenía la culpa de que él se quisiera quedar con el novato, eso sí era su culpa.

—Ahora camina que quiero llegar a la casa de Magnus y alejarme de tus estúpidos cambios de humor— añadió Simón— me dan dolores de cabeza.

Vio como se daba vuelta y empezaba a caminar, Raphael empezó a reír por lo bajo pero lo siguió, debería haber estampado a Simón en una pared y enseñarle quien mandaba, pero había parecido tan tierno enojado que no podía, eso también era frustrante por que no podía darle una paliza por ser tan desubicado.

¿Así que te molesta mis cambios de humor?— preguntó Raphael.

Tendría que hacerse respetar ¿por qué le estaba preguntando esto?

—Eres malo conmigo y después un amor—Respondió Simón— espero que no sea algo que ocurre en la transformación, no quiero tener esos cambios.

Raphael volvió a reír, mientras maldecía a Simón en su mente, no podía creer que no estaba enojado con lo irrespetuosos​ que se estaba portando con él, en cambio lo escuchaba divertido.

—Creo que te tendré que enseñar modales—dijo Raphael con una sonrisa

Vio como Simón se daba vuelta y lo miraba enfadado, lo comparó con un gato, no podía parecer serio con esa cara, se cruzo de brazo esperando a que el menor dijera algo.

—Tengo modales— musitó Simón—no necesito que me enseñes.

Raphael movió su cabeza hacia su hombro y sonrió, necesitaría modales y un castigo.

—Y un castigo.

— ¿Un castigo? — Preguntó Simón confundido.

Raphael asintió.

—Soy tu adiestrador, no tu pareja—dijo Raphael— tienes que tratarme con respeto novato.

— ¿Y si no lo hago?

La sonrisa de Raphael se agrandó, mostrando sus colmillos que había dejado salir, ya se estaba imaginando muchos castigos para Simón por provocarlo también, aunque solo le daría un susto con un castigo básico antes de empezar con los más fuerte que a esos recurriría si se ponía peor y se rebelaba contra él. El castigo solo seria más una broma que otra cosa.

—Averígualo—dijo Raphael.

No Te Enamores Del Novato. • Saphael •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora