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EXTRA

RAPHAEL.

Caminaba frente al grupo, su cuerpo estaba tenso y sus facciones estaban nulas, no podía entender, y jamás lo haría, a Camille ¿Cómo era capaz de hacer estas atrocidades? Llegar a un punto donde había puesto a todos en peligros, a los vampiros que eran sus niños, a una mundana solo por vengarse y ahora esperarlo con una decena de Seelie quien sabe para qué, pero él no se iría, la enfrentaría y haría lo que nunca había querido hacer, matarla y tomar el poder del hotel para darle una mejor vida a los vampiros.

—Si salgo bien de aquí iré de vacaciones a un lugar donde pueda estar tranquilo por un largo tiempo.

Miró de reojo a Fran que había hablado, no era el único que quería desaparecer del radar de los problemas, el también quería irse y lo haría, cuando los problemas desaparecieran y todos estuvieran a salvó se llevaría a Simón y a los vampiros a la hacienda Santiago donde los problemas no era una palabra conocida.

—Tengo una pequeña casa en las afueras de Idris, podríamos quedarnos ahí por el tiempo que quieras pequeño.

Era bueno escuchar aquello, pensar que de esto saldrían y que vencer a Camille sería pan comido. Al llegar a la puerta donde la vampiro tenía su habitación el olor a Seelie había crecido y hacia picar sus fosas nasales, hasta había podido escuchar un estornudo de parte de Simón.

—Estoy un poco nervioso por lo que hay allá adentro—dijo Fran.

El vampiro mayor volteó para ver a sus tres acompañante, no sabía que sucedería allá adentro, si iban a poder salir vivo o solo eran sus nervios que le hacían pensar que algo iba a ir mal, solo debían​ entrar y fijarse que era lo que le esperaba allá adentro. Miró a Simón que estaba detrás del grupo, sus ojos miraban al suelo y no había abierto la boca desde aquel comentario comparativo de una Seelie y un programa mundano, se acercó hasta él y levantó su mirada para dedicarle una sonrisa para tranquilizar sus miedos.

—Todo saldrá bien bebé.

El menor se acercó para darle un casto beso y se separó para sonreír de la misma manera.

—Lo sé, solo es que tengo un mal presentimiento.

Raphael subió una mano hasta su mejilla y acarició con su pulgar.

—Que poca confianza tienes en nuestro grupo— bromeó —todo irá bien, te lo prometo.

Se separó del menor y caminó hasta a lado de la puerta volviendo su mirada a los tres, tenía que cuidar a cada uno de ellos, si algo salía mal sería su culpa por no haberlo cuidado.

—Es hora de entrar, por favor tengan cuidado.

Y se volteó para abrir las dos puertas para adentrarse a aquel lugar, ya no era del mismo modo que lo había visto tiempo atrás, el lugar tenía una luz roja y todo se veía más oscuro de lo normal, no había un buen decorativo sino una habitación casi vacía con una cama al final de ella y aquella mujer, la causante de todo esto, sentada con una sonrisa traviesa y una mirada hacia ellos.

—He escuchado que pudieron sacar a la mundana de aquí.

Raphael observó la habitación tratando de encontrar a las Seelie, pero no había nadie más que ellos aunque algo dentro de él decía que estaban aquí.

—Veníamos a hacer eso— contesto Raphael.

Miró sobre su hombro y miró a las personas detrás de él que observaban el lugar.

— ¿Y qué has venido a hacer aquí entonces Raphael? Ya consiguieron lo que querían.

Vio como Camille se levantaba de su lugar y dejaba ver un largo vestido negro caer por su cuerpo.

No Te Enamores Del Novato. • Saphael •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora