Algún día (Capitulo 23)

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Nos dirigíamos hacia un pequeño bar que Federick dijo que el dueño de este era un gran amigo suyo, hubiera preferido algo mas íntimo, lo último que quería es que alguien nos conociera a ambos y nos vieran hablando,  o tan solo tomando un trago, quería poner mi mente a descansar pero cada minuto que pasaba era peor que el anterior, las imágenes caían rápidamente sobre mi mente y no me dejaban ver con claridad. El ambiente era relajado dentro de su vehículo, siempre los viajes me parecían algo incómodos sea con quién sea que yo viaje, siempre me iba a sentir inquieta entonces prefería que el sonido del motor inunde los oídos antes que una conversación cordial iniciase. Pero aquí, dentro de un lugar tan pequeño, teniendo a mi Profesor cerca me sentía a gusto, no estaba incomoda ni mucho menos, agradecía el sonido del silencio. El camino suponía ser un poco largo, los edificios se alejaron de la autopista  y lo único que mi vista apreciaba era una gran ruta con campo a sus costados, sin esperar mas encendí la radio y dejé la primera canción que ambientó el momento a la perfección. Un blues de los 50, nada mal para el momento, aunque muy melancólico por supuesto, como todo blues.

El lugar era muy campestre, demasiado rústico, incluso podría decir algo varonil. No era de mi desagrado para nada, solo que estaba acostumbrada a algo mas fino por decirlo de alguna manera, cuando salía con mis amigos el target era mas elevado, era la mejor del Instituto y todos me daban sus apreciados lugares que tanto me molestaba, ahora me encontraba en la lejanía de la ciudad y me gustaba, nadie me conocía y hasta creía que era una mas del montón.

-¿Te encuentras bien Alegra?- Federick me inspecciona todo el rostro y se ve algo preocupado. No habíamos hablado en todo el camino y a lo mejor creía que estaba arrepentida de haber venido hasta aquí, pero la realidad era que no, me sentía a gusto, extraña sensación pero agradable.

-Si, estoy bien. ¿Nos sentamos?- pregunto animada para que sepa que me encuentro a gusto.

-Si, vamos- me toma de la mano y un pequeño cosquilleo empieza a picar en la palma de la mano, sin dudarlo dos veces aprieto su mano con delicadeza y cierro los dedos para que él haga lo mismo. Mira nuestras mano con una ceja levantada, luego me mira a mí, le señalo una mesa al fondo del lugar con mi otra mano libre y me sonríe con sus labios formando una pequeña curva hacia arriba pero sin mostrar sus dientes.

Nos ubicamos en unos asientos de maderas frente a la barra, hubiera preferido una vez mas, algo mas privado, pero al parecer a Federick le resultaba mas cómodo el estar rodeado de gente. No es que planeaba matarme, pero algo me decía que no se podía controlar cuando solo se trataba de nosotros en un ambiente cerrado.

A lo mejor no quiere matarte, pero si hacer otra cosa...

Hago caso omiso a la pesada de mi conciencia y procedo a sentarme sobre los taburetes de madera. Observo la barra y las botellas de alcohol están apiladas a la perfección, luego mas arriba puedo ver unos cuadros de Béisbol y Fútbol Americano, algún que otro banderín de unos equipos del País y unos discos de vinilos colgados sobre la pared. Tenía que admitir que la decoración era buena, después de todo, era lo mas acogedor que había visto en este último tiempo.

-¡Hey bola ocho! ¿Cómo has estado?- pregunta el hombre que se encuentra del otro lado de la barra. Es un hombre fuerte por lo que se vé, lleva la cabeza calva y unos bigotes sobre su boca, un tatuaje de los Lakers sobre su hombro y algunos kilos de mas sobre su barriga. Suponía que le hablaba a Federick pero aún no estaba segura.

-Querido Robert, estoy muy bien, gracias por preguntar. ¿Tú como has andado?- dice Federick mientras le extiende la mano al hombre en cuestión y ambos se dan la mano con gusto y fuerza. Si, lo que pensaba. El fortachón era amigo de mi profesor.

-Pues me alegro, y yo bien, sigo con mi pequeño prendimiento y por lo que ves, no me va mal- dice sonriendo mientras seca unas copas con una pequeña manta de tela, seguramente era el dueño del lugar.

Diferencia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora