Parte I
Una vez dejé entrar a aquel sombrío par dentro de mi casa, tuve la certeza de algo.
Definitivamente... Mefistófeles era peligroso. Sus vacíos ojos, profundos y oscuros como dos abismos, me devolvían la mirada e intentaban penetrar dentro de mi alma de la manera más escalofriante. Quise hablar, pero las palabras no salían. Comencé a sudar, sentí como si aquella presencia intentase tomar algo de mí, pero no se qué.
Fue en ese momento que Rafael, quien acababa de abandonar la ducha, se abalanzó sobre el nuevo huésped a una velocidad inhumana, como si éste hubiese entrado en el rango de su maquiavélica aura y se preparase para el combate. En el poco tiempo que llevaba conociéndolo, jamás imaginé que podría ser capaz de verle tan espeluznantemente enojado como en aquel instante; si él en verdad era un ángel, me encontraba presenciando la ira divina.-¿Qué haces tú aquí? –Exclamó Rafael, iracundo.
-Vaya, vaya. ¿Es así como tratan a los huéspedes en ésta casa? –Repuso el siniestro sujeto, sin perder su irónico tono.
-¿Lo dejaste entrar? –Me reclamó el ángel, con una desafiante mirada.
-L-lo siento... -Nuevamente, ¡No tengo la menor idea de qué está ocurriendo!
-No es culpa del muchacho, al menos el sí es cordial con los invitados –Mefistófeles continuaba provocando al rubio, como si se conocieran desde hace mucho tiempo.Rafael recuperó la compostura.
-No sé qué planees con arrastrar tu lúgubre rostro por estos lares. No perteneces aquí. Y además- Rafael palideció al notar la presencia de la muchacha de cabellos anaranjados que se encontraba en silencio, detrás de Mefistófeles –No puede ser... No pudiste haberla traído hasta aquí...
Una burlona risa se escapó por entre los dientes de Mefistófeles.
-Calma, calma. Solo sentí que este juego nuestro era un poco aburrido, así que decidí ponerle algo de emoción. Llámalo un experimento, o como se te dé la gana, de todas formas, no estoy rompiendo ninguna regla.
-Desgraciado –Refunfuñó Rafael, conteniendo su ira –¡Acompáñame en este instante! –Exclamó, mientras jalaba del saco negro de Mefistófeles, y se lo llevaba a mi habitación. Detrás de ellos, cerró la puerta con fuerza.Caí en cuenta de que ahora me había quedado a solas en aquella habitación junto a la muchacha de pecas. Un silencio incómodo se adueñó del ambiente. Ella, por otro lado, parecía indiferente a la situación. No le interesaba en absoluto. Me perdí unos instantes contemplando sus brillantes ojos esmeralda, recorrí su figura con una rápida y curiosa mirada. Físicamente no era nada del otro mundo, parecía tener mi edad, de origen extranjero, aunque poseía el cuerpo de una muchacha común. Pero sus ojos. Sus ojos habían alcanzado el rincón más recóndito de mi alma. Aún no sabía con seguridad si ella era otra cita traída por Rafael o no, pero valía la pena arriesgarse. Después de mi lamentable comportamiento en aquél café, tenía que redimirme. Tenía que demostrarle al ángel que no perdía el tiempo conmigo.
-Este... ¿Vanessa? –Intenté romper el hielo iniciando una conversación, pero ella no parecía tomarme en cuenta –No pareces de por aquí... ¿Eres Rusa, tal vez?
-No –Respondió fugazmente –Mi madre lo era. Yo me crié en Berlín, Alemania.
Sé dónde es Berlín, la muchacha no tenía por qué tomarme como a un idiota. Pero lo ignoré, mi hombría estaba en juego.
-Ya veo. Hablas muy bien español –Eso dije, aunque la chica tenía un acento chistoso.
Realmente esperaba algún comentario de su parte, pero nuevamente, fui totalmente ignorado. Fue entonces que percibí un familiar aroma proveniente de la muchacha. Casi instintivamente tomé una de sus manos y la contemplé, ella la apartó rápidamente, un poco molesta.
-Lo siento, no pude evitarlo, pero sentí un olor familiar en ti, y al ver las manchas en tus dedos, pude comprobarlo. ¿Te gusta pintar al óleo?
-S-sí –Tartamudeó, con un poco más de color en su voz.
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Fausto
RandomFausto Antares es un joven frustrado, a pesar de tener un trabajo estable y tener más dinero del que pueda necesitar, está en constante desacuerdo con la sociedad en la que vive. Se autodenomina "Infeliz". Todo esto comienza a cambiar con la llegada...