Sabía de antemano que tenia los días contados, 7 exactamente si sus cuentas no le fallaban – y juraba que no lo hacían, ahora que había decidido aceptar y por lo menos tratar de demostrarle cuanto significaba para él, el tiempo parecía estarle arrebatando la felicidad que ahí había encontrado.
Con el semblante plenamente serio le acarició el cabello de una sola pasada, estaba dormida y él sentado junto a ella contemplándola, observando su pequeño rostro y sonriendo de vez en cuando al oírla balbucear. En su mente figuraban las escenas de ese día, al final no había podido prescindir de aquello que le agobiaba, pues sabía perfectamente que no podía ofrecer más –tal cual ella había puntualizado antes de finalizar el día.
Lucia inofensiva a comparación de esa tarde: furiosa, o lo que era igual para él "celosa". Pero no la culpaba, después de todo él había sido responsable, por culpa también –tenía que admitir- de sus celos. Todo a raíz de hace dos días tras encontrarse a ese trío.
Después de ese furtivo beso pensó ingenuamente que había ganado terreno, después de todo ella había concedido que él realizara ese acto. Y si había dado pauta al contacto ¿Por qué parecía ahora evitar cualquier tipo de acercamiento? Sinceramente no lo sabía, pero podía darse una idea.
Veía como se le erizaba la piel al más leve roce entre sus cuerpos, escuchaba su voz nerviosa cuando traba de hablar del tema. Simplemente no daba cabida a que de nueva cuenta sucediera algo íntimo entre los dos; empezaba a cuestionarse si presentaba un cuadro de bipolaridad. De igual manera no le presionaba más de la cuenta.
Entendía a la perfección las duras palabras que le había dicho esa tarde, no por ello significaba que las aceptaba o estuviera mínimamente de acuerdo con ella. No era una sensación de bienestar ni mucho menos de complacencia… era un amargo sabor en la boca conjugado con un baño de agua bien fría.
Dos días después del encuentro con los marinos el equipo de Muchi había decidido que era hora trabajar en la evaluación y reparación de su barco, no estarían en esa isla un día más de lo requerido. El barco se encontraba aparcado al lado oeste de la isla, próximo a la ciudad de Alpinia no más distante que Anemos del manglar.
Ambos decidieron acompañar a Muchi y sus hombres para valorar el estado del navío, gracias al cielo –literalmente- era un día de poco viento y precipitación ligera; esto sin duda resultaba de gran ayuda para todos. Estando en el barco en cuestión procedieron al trabajo.
El recuento de los daños no parecía de alta gravedad: La carena estaba dañada y necesitaba reparaciones en zonas puntuadas, la amura estaba un poco magullada aunque no representaba un problema si se mantenía así, pañoles que reparar y las barandillas desde proa a popa por ambos costados necesitaban un retoque.
Comenzaron la restauración de inmediato aprovechando el estado del tiempo, las labores se repartieron entre cada hombre y hasta Bellany –sin nada mejor que hacer- ayudaba en el exterior. El barco media aproximadamente de unos 25 a 30 metros, no precisamente el más lujoso o bonito que haya visto, pero a los ojos de los piratas de Muchi era el mejor barco de todos.
Se encontraba sentada con un trozo de madera entre las piernas mientras lo lijaba rigurosamente, parecía muy concentrada en la acción; sin embargo de vez en cuando echaba una mirada hacia la arboleda próxima a ellos.
-¿Cómo vas? – Preguntó Ace mientras tomaba asiento pesadamente a lado de ella.
-Creo que voy bien –miró la madera y después dirigió su vista a él, estaba empapado en sudor- ¿Cómo va todo allá abajo?
-Casi terminamos, pero necesitaba tomar algo de aire fresco –Respondió mientras se echaba para atrás.
-Si eso es lo que veo, tienes experiencia en este tipo de cosas ¿no es así?
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La Sangre Del Rey No ha Muerto
RomanceNo le complacía la idea de estar atrapado en esa isla durante un mes, sin embargo, no todo era tan malo: había obtenido información sobre Kurohige y descubrió que su curiosa compañera de habitación le hacia sentir nuevas emociones... la voluntad no...