No

654 70 3
                                    

A pesar de que eran los últimos días de lluvia esta no parecía querer dejar mostrar su bravía presencia, después de todo no era la mañana ideal para regresar al pueblo de Anemos, aun así debía de hacerlo ya que las provisiones estaban en sus límites. La cara de enfado que mostraba desde la puerta de la choza hacía referencia a la molestia que le producía el clima.

-Buen día se le ocurrió soltar este aguacero matutino –dijo con enfado Bellany.

-No es problema para ti –habló Ace acercándose a la puerta-. No te quejes como si no lo hubieras hecho antes.

-Que lo haya hecho no significa que me agrade salir con este horroroso clima.

-¿Entonces nos quedaremos?

-Claro que no –le sonrió.

Su andar era lento y pesado, con las gordas gotas de lluvia dándoles en la cara era difícil avanzar a buen paso, definitivamente llegarían exhaustos a casa de Bellany. Los rayos parecían lucirse pues las resplandecientes luces viajaban a lo ancho de la gran nube oscura produciendo a su paso truenos bastantes sonoros que dejaban un tanto aturdidos sus oídos.

Tardaron alrededor media hora más de lo normal en llegar apenas a la mitad del camino, afortunadamente entre la espesura del bosque (que indicaba la llegada a la mitad de este) se encontraba una pequeña edificación de un templo el cual pretendían usar para descansar un poco mientras la tormenta amansaba su intensidad.

-Parece ser que la tormenta se despide con mucho ímpetu –dijo Ace.

-Eso parece –le contestó mientras exprimía la parte baja de su blusa-. Descansemos unos momentos antes de seguir.

-No me había percatado que este templo se encontraba aquí.

-Se encuentra un poco escondido, aun así cuando es buen tiempo suele ser muy visitado por las personas de Anemos.

-Ya veo –Le contestó mientras pasaba la vista por el lugar-. Las ciudades de esta isla son muy interesantes.

-Apuesto que has visto cosas mejores.

-Todas tienen sus toques peculiares, pero es verdad, algunas tienen más cosas que resaltar.

-¿Y qué es lo que más te ha gustado de Kikō Hendō? –preguntó mientras se recargaba en un grueso pilar.

-¿Es necesario responder eso? –Respondió con cierto tono de humor mientras seguía observando la edificación.

-Solo si quieres –dijo inocente al no captar el mensaje oculto en la pregunta.

-¿Existen más templos como este? –Quisó averiguar después de ver el número ocho en lo alto del cobertizo.

-Hay diecinueve en total repartidos por toda la isla.

-Somos afortunados entonces –le sonrió.

-Probablemente, ahora hay que seguir la tradición.

-¿Cuál?

-Dar dos palmadas delante el altar, inclinarse en reverencia y decir una oración. Siempre que estés delante de un templo debes de hacer esto.

-Creo que alguien me había dicho eso antes –se llevó la mano a su barbilla tratando de recordar- aunque no recuerdo bien.

-Hagámoslo entonces para poder seguir con nuestro camino.

Tal como había dicho Bellany ambos procedieron con la tradicional ceremonia. Frente el altar ella se tomo su tiempo en la oración, Ace por otro lado termino rápido ya que ese tipo de acciones no las ponía en práctica recurrentemente a diferencia, por lo que veía, de su amiga. Suspiró pesadamente antes de abrir sus ojos y volver la vista con una sonrisa hacia Ace.

La Sangre Del Rey No ha MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora