Hotarubi

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No lo entendía, ¿Por qué abrazaba con tanta fuerza a ese muchacho? Era como si no quisiera que se alejara de él, como si el simple hecho de romper su agarre le provocara un dolor incontenible. Lo miró una vez más, sin duda había visto esos ojos grises en otro lado pues conocía perfectamente la mirada de tristeza que le estaba mostrando. Si no fuera por los minúsculos detalles que conocía a la perfección pudo haber dicho que se trataba de él, pero sería algo ilógico… era verse como en un espejo.

Se inclinó sobre él para susurrarle algunas palabras, mismas que ni siquiera pudo escuchar a pesar de que era él quien las estaba emitiendo. Se apartó un poco y lo miró por última vez, le sonrió como nunca lo había hecho antes. Eran tan aterradores esos sentimientos que mantenía en su pecho que no podía hacer otra cosa salvo mirar como lentamente la imagen de ese joven se desvanecía frente a sus ojos, como esa imagen le arrebataba el aliento.

Abrió los ojos de golpe, su pulso estaba alterado y le dolía levemente la cabeza, tomó asiento pesadamente y trató de calmarse ¿Qué era ese sueño que acababa de tener? Nunca antes había visto a ese sujeto y mucho menos en el lugar donde lo había soñado, ambos de pie en la cubierta del Moby Dick. Suspiró inquieto, parecía todo tal real, como si se tratara de un recuerdo más que simples imaginaciones suyas.

Bellany aun se encontraba dormida al otro extremo del lugar, sonrió al verla, el día anterior había sido muy agradable pese a los malos momentos que llegaron a experimentar. Aun quedaban mínimas cosas que hacer en el barco de Muchi así que era mejor que se despabilara de una buena vez para poder empezar con el trabajo.

No parecía que justamente el día previo había estado despejado pues la mañana estaba acompañada por un viento fuerte y precipitación moderada. Afortunadamente el trabajo por realizar era desde el interior del barco, unos cuantos retoques a la carena y uno que otro pañol y todo estaría listo. Los golpes de los martillos resoban en el interior del barco, señal de que cada quien diligentemente se disponía a hacer lo que le correspondía. La humedad del ambiente comenzaba a cobrarles factura con el abundante sudor en sus cuerpos, era mejor refrescarse un poco antes de proseguir.

Ace en compañía de otros hombres que trabajan junto con él en la reparación de la carena se dirigieron a la cocina del navío para tomar algo fresco, ahí se encontraba Bellany con Makoto quienes conversaban amenamente mientras preparaban algunas bebidas para el resto de la tripulación.

-¡Makoto, necesito un trago de agua! –demandó uno de los acalorados hombres.

-Preparamos algo para ustedes –le ofreció un vaso con la bebida.

-Enseguida les serviré un poco a cada uno, tomen asiento por favor –dijo Bellany.

Repartió a cada hombre el líquido que sus sedientas y secas bocas pedían, por último se colocó detrás de la barra, Ace se acercó hasta ella.

-¿Cansado?

-Acalorado seria la palabra adecuada –se quejó el moreno.

-Es extraño que tu lo digas –le sonrió.

-Ser de fuego no me hace inmune al calor.

-Es lo que veo… ¿aun les falta mucho?

-Si seguimos a este paso terminaremos en unas tres horas –Colocó su vaso en la barra chocándolo levemente contra esta.

-¿Estás bien? –Lo miró preocupada.

-No tuve una buena noche, es todo.

-Si es por lo de ayer… -se apresuró a responder.

-No fue por eso – dijo inquieto Ace, quien con un ademan de su mano tiró el vaso de cristal al suelo haciendo que se fragmentara.

-Hoy estas muy distraído –lo miró con calma y después se agachó para recoger los trozos que habían caído de su lado.

La Sangre Del Rey No ha MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora