Capitulo 5. Regresando a la plataforma o... a la madriguera.

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Maraween: (1/5) 

El final del verano llegó más rápido de lo que habría querido. Los Weasleys, tienen una afición extraña para jugar quidditch, todo el mes, estuvimos yendo a la colina, quería jugar, pero al mismo tiempo, yo misma me negaba, era extraño esa pelea interna que tenia dentro de mi, la cual peleaba mucho, hasta que al final era tarde, ni yo o Ginny jugábamos.

El mes que pase en La Madriguera había sido el más feliz de su vida, la señora Weasley y el señor Weasley se portaban más familia, de la que mi casa, en el campo Jorgeson lo era para mi. Le tenia demasiada envidia a Ron por la familia que tenia, y la casa, que a pesar de ser pequeña, demostraba lo mucho que sus papas lo querían.

Aunque desde la platica que tuve con Fred, se portó aún más raro, no podía verme a los ojos, porque él no me daba chance a verlos.

La última noche, la señora Weasley hizo aparecer, por medio de un conjuro, una cena suntuosa que incluía todo tipo de manjares, la señora Weasley, cuando se entero que no comia carne, se puso colorada, porque siempre servia carne, y se la terminaba dando a Ruddy, por lo que en la ultima cena, me hizo una rica ensalada de frutas y que terminó con un suculento pudín de melaza. Fred y George redondearon la noche con una exhibición de las bengalas del doctor Filibuster, y llenaron la cocina con chispas azules y rojas que rebotaban del techo a las paredes durante al menos media hora. Después de esto, llegó el momento de tomar una última taza de chocolate caliente e ir a la cama.

Ginny y yo, hablábamos mucho, excepto, cuando nos juntábamos con Harry y Ron, parecía dejar su lado extrovertido y convertirse en un bola de nervios.

A la mañana siguiente, nos llevó mucho rato ponerse en marcha. Nos levantamos con el canto del gallo, pero parecía que quedaban muchas cosas por preparar. La señora Weasley, de mal humor, iba de aquí para allá como una exhalación, buscando tan pronto unos calcetines como una pluma. Algunos chocaban en las escaleras, medio vestidos, sosteniendo en la mano un trozo de tostada, y el señor Weasley, al llevar el baúl de Ginny al coche a través del patio, casi se rompe el cuello cuando tropezó con una gallina despistada.

—¿Cómo cabremos nueve personas, siete grandes baúles, dos lechuzas, una rata y Ruddy? —le pregunte al señor Weasley mientras caminábamos.

Este sonrio divertido y avergonzado. Bien, con conte con las prestaciones especial que el señor Weasley le habia añadido al coche.

—No le digas a Molly ni media palabra —me susurró al abrir el maletero y enseñarme cómo lo había ensanchado mágicamente para que pudieran caber los baúles con toda facilidad.

Cuando por fin estuvimos todos en el coche, la señora Weasley echó un vistazo al asiento trasero, en el que estábamos Harry, Ron, Fred, George, Percy y yo, estábamos muy comodos, excepto Fred, que se removia incómodamente, sentando junto de mi.

—Los muggles saben más de lo que parece, ¿verdad? —Ella y Ginny iban en el asiento delantero, que había sido alargado hasta tal punto que parecía un banco del parque—. Quiero decir que desde fuera uno nunca diría que el coche es tan espacioso, ¿verdad?

El señor Weasley arrancó el coche y salieron del patio. Esperaba poder regresar, espero que sea pronto, aunque fue mas pronto de lo que uno creería. Tuvimos que dar la vuelta, porque a George se le había olvidado su caja de bengalas del doctor Filibuster. Cinco minutos después, el coche tuvo que detenerse en el corral para que Fred pudiera entrar a coger su escoba. Y cuando ya estabamos en la autopista, Ginny gritó que se había olvidado su diario y tuvimos que retroceder otra vez. Cuando Ginny subió al coche, después de recoger el diario, llevábamos muchísimo retraso y los ánimos estaban alterados.

El señor Weasley miró primero su reloj y luego a su mujer.

—Molly, querida...

—No, Arthur.

—Nadie nos vería. Este botón de aquí es un accionador de invisibilidad que he instalado. Ascenderíamos en el aire, luego volaríamos por encima de las nubes y llegaríamos en diez minutos. Nadie se daría cuenta...

—He dicho que no, Arthur, no a plena luz del día.

Llegamos a Kings Cross a las once menos cuarto. El señor Weasley cruzó la calle a toda pastilla para hacerse con unos carritos para cargar los baúles, y entraron todos corriendo en la estación.

La dificultad estaba en llegar al andén nueve y tres cuartos, que no era visible para los ojos de los muggles. Lo que había que hacer era atravesar caminando la gruesa barrera que separaba el andén nueve del diez. No era doloroso, pero había que hacerlo con cuidado para que ningún muggle notara la desaparición.

—Percy primero —dijo la señora Weasley, mirando con inquietud el reloj que había en lo alto, que indicaba que sólo tenían cinco minutos para desaparecer disimuladamente a través de la barrera.

Percy avanzó deprisa y desapareció. A continuación fue el señor Weasley. Lo siguieron Fred y George.

—Yo pasaré con Ginny y Des, y vosotros dos nosseguís —dijo la señora Weasley, mientras nos empujaba, entramos a lalacomotora, que bonito sentimiento el de regresar, por fin este seria un año tranquilo.

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Destiny y la Camara Secreta [DEH #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora