Destiny y la Camara Secreta [DEH #2]

Capitulo 19. Preparando el plan de este curso.

Estaba enfurecida, que no podía dormir, el fuego que quemaba mis articulaciones por poder salir, era insoportable y terminaría conmigo teniendo fiebre por lo que decidí salir del dormitorio, cuidadosamente, sin que nadie me viera.

Para cuando llego fuera del castillo, respire hondo, y fue como si la llama que salía de mi boca era un grito, este tuvo tanta altura, que me sorprendí yo misma, y dando unos golpes enfrente, el fuego seguía desprendiéndose de mí. Estaba tan furiosa, la conversación con mi padre me hacía encontrar el enojo, recordarlo, me hacía enojar más, recordar la conversación de Harry me hizo sentir desesperación y haberle gritado a Oliver, y que este no dijera nada de lo contario, sentia una desilusión, que cuando me estaba dejando caer, mis brazos inmediatamente señalaban al cielo, sacando un rayo seguido por el trueno.

Este llego al cielo, y de las nubes salían más rayos, que parecían venir hacia mí, y preparada para el golpe, lo atrapo y desvió hacia el lago. Dejando a los rayos en descontrol, me junte a mis piernas y apreté mis manos en mi cabeza, pero una mano se poso sobre mi hombro.

—Buenas noches, Des —dijo el profesor Dumbledore, lo mire sorpendida—, veo que estas bastante enfadada.

—Es parte de mi enfado —dije mirando a los rayos danzando sobre el agua.

—¿Has estado tomando la medicina? —pregunta el profesor Dumbledore tomando asiento junto de mi y sacando su varita, para tener dos tazas de chocolate caliente.

—Si —me extiende una.

—Siempre me reconforta una taza de chocolate caliente —me explico Dumbledore cuando se la aceptaba.

—Tal vez y es algo que tengamos en común —balbucee, mientras sorbía suavemente la taza de chocolate caliente—. Pero mis emociones se elevaron al extremo y fue una combinación tan extraña profesor... creí que estallaría sino lo liberaba.

—Lo entiendo, Des —me sonríe el profesor Dumbledore con amabilidad—, creo que deberíamos ver donde puedes descargar tu furia. Este lugar tan abierto, pudiste haber...

—Matado a alguien, lo lamento, no pensé —comente, mientras daba un sorbo a la taza de chocolate—, necesitaba liberarlo, eso es todo, en las lecciones del Profesor de Snape, no tengo mis emociones a flor de piel.

Antes de que pudiera decir algo, la profesora McGonagall salía del castillo toda nerviosa y alterada, que no grito cuando me vio fuera con el profesor, aunque para mi suerte, los rayos se habían desvanecido.

—Albus, Colin Creevey, al parecer, no, ha sido petrificado —dijo la profesora McGonagall bastante triste y preocupada por su estudiante, mire al profesor que se levantó y se desvaneció la taza, en cuando la dejo de sostener.

—Destiny, será mejor que te vayas al dormitorio —dijo el profesor, hice caso a medias.

Me dirigí a la torre e hice dos notas a Hermione y Ron, relatándoles que les vería en los lavabos de Myrtle para empezar a elaborar la poción y en una nota mental, me puse pensar que conseguiría los ingredientes de las pociones este martes sin falta.

Recogí algunas cosas de la alacena de estudiantes, por supuesto un caldero y revolvedor... el chiste es que tome las cosas necesarias para hacer la poción, asi que durante lo que restaba de la noche, me quede preparando y revolviendo la poción, mirándola desde el libro.

Ron y Hermione, llegaron por ahí de las nueve, ambos me vieron sorprendidos, porque creo que tendré mal aspecto, pero no dijeron nada, ambos estaban hablando entre ellos y Hermione, me decía que estaba haciendo algo mal.

—Cállate que alguien viene —dije cuando escuche que se abría la puerta.

—Soy yo —dijo Harry. Di un golpe enfurecida, reconociendo la voz.

—Ten cuidado, Des —me previene Ron, pero saco la cuchara y señalo con ella a Ron.

—Quieres hacerlo tú —gruñí, este me mira con desconcierto. Este negó con las manos en alto.

—¡Harry! —dijo Hermione asomándose por el orificio del baño—. Vaya susto que nos has dado. Entra. ¿Cómo está tu brazo?

—Bien —dijo Harry, metiéndose en el retrete. Tenía puesto el caldero sobre la taza del inodoro, y bajo de este habia un fuego, sumergido.

—Pensamos ir a verte, pero decidimos comenzar a preparar la poción Multijugos —le explicó Ron, después de que Harry cerrara de nuevo la puerta del retrete—. Hemos pensado que éste es el lugar más seguro para guardarla.

Harry empezó a contarles lo de Colin, pero yo lo interrumpí.

—Lo supe antes de que lo llevaran a la enfermería —dije seca—, es por eso que desde la noche vine aquí a preparala. Para tener esas respuestas.

—Cuanto antes le saquemos a Malfoy una declaración, mejor —gruñó Ron—. ¿No piensas igual? Se ve que después del partido de quidditch estaba tan sulfurado que la tomó con Colin.

—Hay alguien más —dijo Harry, mientras partía los manojos de centinodia y los echaba a la poción—. Dobby vino en mitad de la noche a hacerme una visita.

Levante la mirada sorprendida, para ver a Harry, nos contó todo lo que le habia dicho el elfo... y lo que no le había querido decir.

—¿La Cámara de los Secretos ya fue abierta antes? —le preguntó Hermione.

—Es evidente —dijo Ron con voz de triunfo—. Lucius Malfoy abriría la cámara en sus tiempos de estudiante y ahora le ha explicado a su querido Draco cómo hacerlo. Está claro. Sin embargo, me gustaría que Dobby te hubiera dicho qué monstruo hay en ella. Me gustaría saber cómo es posible que nadie se lo haya encontrado merodeando por el colegio.

—Quizá pueda volverse invisible —dijo Hermione, los escuchaba mientras empujaba unas sanguijuelas hacia el fondo del caldero—. O quizá pueda disfrazarse, hacerse pasar por una armadura o algo así. He leído algo sobre fantasmas camaleónicos...

—Lees demasiado, Hermione —le dijo Ron, echando crisopos encima de las sanguijuelas. Arrugó la bolsa vacía de los crisopos y miró a Harry—. Así que fue Dobby el que no nos dejó coger el tren y el que te rompió el brazo... —Movió la cabeza—. ¿Sabes qué, Harry? Si no deja de intentar salvarte la vida, te va a matar.

—Pero me gustaría saber... ¿Cuándo se repitió la historia? —le dije a Harry, esta vez mirándole—, podríamos tal vez y ser un poco más exactos.