Capítulo 32

196 12 0
                                    


Definitivamente eso era como una gran apuñalada en mi corazón, como si caminara sobre fuego y durmiera en una cama de clavos... puro sufrimiento. Aun me encontraba parada mirando la escena, anonadada, sin saber si moverte e irme o simplemente seguir mirando hasta que alguno de los dos se diera cuenta de mi presencia. Después de unos segundos me quería ir, pero mis piernas no querían reacción, como si estuvieran clavadas en el piso. Félix, separo su boca para tomar aire y miro en mi dirección, note como se puso nervioso y contenía la respiración. Las primeras lágrimas amenazaban con salir de mis ojos, pero tenía que hacerme la fuerte, no podían verme llorar aunque eso era lo que más quería.

- ¿Emily? No es lo que crees – dijo separándose de Jennifer, caminando hacia mí.

- No puedes mentir, no puedes decir eso cuando yo pude ver todo.

- ¿Hace cuánto tiempo estuviste mirando? – pregunto rascando su nuca.

- Lo suficiente para darme cuenta que eres un imbécil, un estúpido y un idiota – lo mire con ojos aguados - ¿Cómo pudiste hacerme esto? Eres mi mejor amigo, la persona con la que más he confiado en mí puta vida, te conté mis secretos mas íntimos, estuve contigo cuando tu estabas mal, peleabas con tus padres o lo que pasara, pero ahora sé que solamente fue una estúpida trampa y que me estuviste utilizando todo este tiempo – no dure más y comencé a llorar – Me declaré a ti, te dije lo que sentía, ¿Pero sabes lo que hiciste tú? Tiraste mis sentimientos a la basura, al igual que fuera un papel sucio, me decepcionaste.

Jennifer, quien había escuchado todo esto se acercó con una sonrisa cínica hacia mí.

- ¿Tú creías que al fin y al cabo él se iba a terminar fijándose en ti? Te lo advertí niña, te dije que ningún chico se fijaría en alguien como tú, solo mírate, te vistes como hombre, no tienes pechos y eres fea... Todo este tiempo estuvo fingiendo niña, yo también sabia lo de la novia falsa, Félix después de un tiempo me contó por si solo que era una broma para estar conmigo, hiciste muy mal en ilusionarte.

Esto me había destrozado por completo, no podría creer que esto estaba pasando, todo estaba tan bien esta mañana que algo lo tenía que arruinar.

- ¿Eso es cierto, Félix? – pregunte sin más que decir.

- Si - Contesto seco y cortante.

- Pero...

- ¡Pero nada! Ahora vete que acabas de interrumpir una escena que la estábamos disfrutando los dos, ahora si te vas sería mejor – hablo Jennifer.

- Está bien. Me iré, pero no por ustedes, lo hago por mi cuenta, para no ver tan asqueroso acto – me di la media vuelta pero antes de irme quería darle mis bendiciones a la parejita feliz. – Ojala sean felices juntos, son el uno para el otro... un par de idiotas – y corrí.

La vida tienes muchas vueltas, no sabes en que llegara a dar, pero les juro que nunca se me paso por la cabeza que esto pasaría, ni siquiera había considerada una probabilidad de que ocurriera. Seguía corriendo por los pasillos de la escuela sin rumbo alguno, las lágrimas ya me habían nublado la vista. Divise la primera salida y fui corriendo directa a ella, empuje la puerta y entre a un pequeño cubículo, el baño. No recuerdo exactamente cuanto estuve allí dentro, pero supongo que unas horas. Mis piernas ya se comenzaban a dormir, sentía mi cara reseca y me dolía la garganta. La puerta se abrió, una persona había entrado aquí, algo raro ya que era de noche. Seguí con mi mirada las zapatillas de aquella chica, nerviosa, y se podría decir que hasta con miedo. La puerta de donde se encontraba se abrió de golpe, casi llegándome a tocar, pero no se alcanzó. Delante de mí estaba Savka, con los ojos abiertos por verme en este estado, no la culpo, nadie quiere ver a una amiga llorando, con su nariz roja. Se acercó y me dio un abrazo, junto con darme mano para ayudarme a ponerme de pie. Sonreí, una leve sonrisa se asomó por mi rostro.

- Te llevo buscando cerca de 2 horas, Emily. No sabes lo mucho que me tenías preocupada.

- Perdón, no sabía claramente lo que estaba pasando, pero no fue un buen día para mí.

- ¿Me dirás lo que paso? – pregunto mirándome a los ojos.

- Si – respire hondo y me dispuse a hablar – nunca le guste a Félix, su plan de seguir siendo su novia aún estaba en pie, me ilusiono tantas veces, con lo que me decía y por la forma en que me besaba, de verdad creí que sentía algo por mí, me equivoque... un error fatal.

- ¡Es un idiota! – Exclamó enfadada – que sepa que cuando lo vuelva a ver se quedara sin bolas.

- No... no hagas eso... simplemente quiero que hagamos como si nunca lo conocí, para mí ya no existe, ya no es mi mejor amigo

- Eso es obvio, pero hagamos algo – sobó su brazo, hacía frio.

- Te escucho.

- No le hables, no le busques, ni siquiera le dirijas la mirada, solo ignóralo.

- Eso tenía pensado hacer... me duele tanto – sollocé

- ¡Hey! Él no merece tus lágrimas.

- Lo lamento, pero no lo puedo evitar.

- Mejor desahógate, si quieres llorar, llora – me tiré a sus brazos y comencé a sollozar fuertemente, las gotas rodaban por mi mejilla y caían en el hombro de mi amiga, me dolían los ojos de tanto llorar. Me dio hambre.

- Quiero pizza – dije de un momento para otro.

- Que bipolar eres... ¿Pedimos pizza?

- Si.

- Mientras vamos caminado a tu casa voy pidiendo la pizza, ¿Te parece? – asentí.

En menos de 10 minutos silenciosos llegamos a mi hogar. Subimos a mí habitación pero no sin antes llevarme un regaño de mi madre por llegar a estar horas, Savka le explico todo.

- Quédate haciendo algo por mientras llega la comida, ahora vuelvo.

Seguí su consejo y me puse a ver tv, pero para mí mala suerte la mayoría de las películas eran de amor, nada bueno para como me sentía ahora. La pizza no demoro en llegar y la disfrutamos hasta el máximo pedazo que quedaba. Ahora estaba más antojada que nunca, quería comer de toda la chatarra posible.

Como nada dura para siempre, Savka, tuvo que irse y me quede sola durante el resto del día. Ya era de noche, hacía frió y yo me encontraba mirando la ventana como una tonta recordando momentos bonitos, eso me ponía peor. Camine hasta tocar el umbral de la ventana y le puse seguro para que ninguna persona pudiera abrirla desde afuera, no quería que Félix volviera a entrar más.

Cuidadosamente me tumbé en mi cama, arropada por las sabanas para mantenerme caliente y mirando un punto al vacío, pensando en mil cosas a la vez. Mañana tenía escuela y Félix era un problema del que no podría escapar.


__

Primero quiero pedir disculpas por demorar tanto en subir un capítulo, últimamente tengo muchas cosas que hacer y el tiempo lo tengo justo.

Una Novia De Mentira ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora