Capítulo 36

117 7 0
                                    

- Y les juro que me miró, fue tan hermoso, estoy segura que se quedó enamorado de mí - parloteaba Kerlyn.

- ¿Segura qué eso es real? Eso nunca pasó mate - respondí como si fuera el auto de cars.

- Fue un chico en el metro tren, pero si no me crees no lo hagas.

Pero no le tomé atención, sólo estaba fija en un punto, más bien en 2.

- ¿Emily me estás escuchando? - preguntó.

Giré mi cabeza hacia su dirección - claro - claro que no lo hacía.

Ella miró por sobre mis hombros y cuando entendió lo que estaba observando volvió a mirarme pero ahora con algo de lástima.

- ¿Aún te gusta cierto?

- ¿Quién? - actuaba como una completa ignorante ante esta situación.

- Tu sabes perfectamente a quién me refiero. Tienes que dejar el pasado atrás, por más que te duela hacerlo, pero sólo ahí sabrás que fue una de las mejores deciciones, y yo creo que para comenzar sería bueno que invitaras a el chico ese.

- ¿A Christan?, No es mala idea.

- Que bien porque ahora está detrás tuyo - se paró y se fue casi corriendo.

Maldita Kerlyn. La amo pero la odio.

Di media vuelta y me encontré con él chico al cual se refería mi amiga. Aunque me cuesta asumirlo pero se veía guapo.

- Hola linda - me dió un beso en la mejilla.

- Hola... Christian

- Te quiero preguntar algo - anunció.

- Yo también, pero lo haré ahora mismo - respiré profundo - ¿Quieres salir conmigo? - dije lo más rápido que pude, pero aún modulando bien.

- ¿Es una broma?, es lo mismo que iba a preguntar. - sonó algo inseguro.

- Bueno, entonces ¿hoy a las 7 en mi casa?, la verdad no tengo ganas de salir a ninguna parte, podemos hacer nuestra propia sala de cine en mi living, quizás, no está mal la idea, creo yo.

- No está nada mal para serte sincero, me agrada - Sus ojos me miraban fijamente, no parpadeaban en ningún segundo, y me sorprendía que no le dolieran los ojos estando en un estado tan raro.

- No me mires, no me gusta tanto - pero si fuera Félix no diría lo mismo - bueno... tengo que ir a clase, nos vemos.

- Claro linda - se levantó de su asiento y se encaminó a cualquier parte donde sus piernas lo llevaran.

Mi vista volvió a donde estuvo la última vez, y no podía evitar sentirme mal por eso.

Nunca entenderé a los hombres sinceramente y su facilidad para cambiar de cosas tan rápidamente. Esa es una gran diferencia entre sexos: la habilidad de soltar y retener. Las mujeres muchas veces guardamos cosas que no sirvan mucho, o seguimos haciendo cosas que nos disgustan pero si no lo hacemos nosotras pensamos que no lo hará nadie. De ahí nace el masoquismo o también alguna dependencia emocional. Dependemos bastante de nuestra vida afectiva, necesitamos constantemente a personas que estén ahí dando apoyo mutuo y dependemos de las demás personas para tomar nuestras acciones, sólo en algunos casos. Pero el hombre tiene la facilidad de soltar, por esa razón es que le es fácil dejar una cosa o persona rápido. Más que su vida afectiva le importan las metas, los objetivos y logros, y una vez que ya tengan cumplido uno pasará al otro con suma facilidad.

Pero aún no entendía como pudo haber cambiado a una persona que lo quiso desde que tengo memoria por otra chica que lo está usando. No lo comprendía ni lo haré.

El timbre sucumbió mis pensamientos y me fui obligada a salir caminando lo más rápido para mí. Para mi mala suerte mi mochila se quedó atrapada en uno de las hendiduras de la silla, lo que me hizo demorar algunos minutos tratando de sacarla. Cuando por fin pude hacerlo corrí, y cuando digo correr es volar, me encontré con el director a mitad del pasillo vacío.

- Señorita Harrison, va tarde a su clase.

- Lo lamento mucho, se me quedó la mochila atrapada y tuve que sacarla, pero esto no volverá a pasar más.

- Eso espero pero no tengo más remedio que darle un castigo, a las 7 hoy va a limpiar todos los salones.

- No puede hacer esto- reclamé.

- Sí, sí puedo. La espero a esa hora. Espero que esto no sé haga costumbre y no se preocupe, no estará sola - me entregó una citación y se marchó.

Genial. Lo que me faltaba.

Volví a mí salón y pasé las últimas horas entre un estado de: mitad sueño, mitad querer morir. Literal.

__

6:50 pm y caminaba por los solitarios pasillos de mí Instituto. Miré por sobre las paredes para encontrar la sala que necesitaba. Parecía como un hospital abandonado, de esos que aparecen en las películas de terror.

Un cartel llamó mi atención y supe al instante que allí era donde debía estar, en la sala de los castigados. Golpeé dos veces la puerta, pero nadie aparecía. Dos veces más y conseguí la misma respuesta así que sin más dudarlo giré la perrilla y para mí suerte no estaba sola, sólo que el chico estaba durmiendo o algo así.

Cerré la puerta algo brusco para que despertará y fue el resultado que obtuve, pero hubiera preferido que siguiera durmiendo antes que saber quien era.

- Oh por Dios.

Mátenme.

________

Disculpen la demora, el colegio me tiene así y algunos problemas personales :(

Espero que les guste este capítulo, no tenía tanta imaginación pero quería subir algo.

Una Novia De Mentira ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora