Capítulo Cuarto

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El se separó de ella bruscamente y ella sintió la angustia la embargaba y entumecía sus huesos. 

- No ...es decir... Sí... Quiero decir... ¿Estas seguro? - Inés tembló y quiso taparse con una sábana. Pero el estaba sobre ella, gloriosamente desnudo, sin pudor alguno. 

- Estoy seguro... Ya esperamos mucho tiempo, quise que fueses tú quién decidiera cuando, pero creo que es momento de que nos pongamos manos a la obra. - al decir esto, acarició uno de sus pezones, enviando una descarga eléctrica a todo el cuerpo de Inés. - Deja de tomar esas pastillas, y dame el varón que me falta, ¿qué te parece?

Inés recordó el año de angustia que en silencio había vivido, sintiendo como todos los meses se quedaba sin esperanza, como cada mes le era arrebatado el milagro de ser madre, respiró temblorosamente, hizo una plegaria al cielo y asintió con la cabeza. Victoriano sonrió y la tomó en sus brazos de nuevo, la besó en los labios y le bromeó con algo de iniciar de una vez a practicar cómo hacer bebés. 

Hicieron el amor de nuevo y se quedó dormido sobre el pecho de Inés, pero el sueño no llegó a ella, al contrario, imágenes en su mente de Victoriano rechazándola por no poder darle un hijo, Diana María y Victoriano juntos de nuevo, el medico diciéndole que jamás sería madre, le arrebataron la tranquilidad, y no fue sino hasta casi amanecer cuando pudo conciliar el sueño, debido al cansancio. 

Inés despidió a Victoriano con un beso suave, ese día tenía la consulta con su ginecólogo, estaba con los nervios de punta. Odiaba mentirle a Victoriano, pero tampoco quería que supiera lo que sucedía. Una noche hacía poco le había hecho el amor y en broma le había dicho "Con la intensidad que te hago el amor, deberías quedar embarazada más pronto de lo que creamos" ella se tensó, y le dijo que estaba exhausta y se hizo la dormida. Sin saberlo, Victoriano la hería profundamente. 

En la sala de espera Inés se retorcía las manos nerviosamente cuando Diana María entró a la sala de espera y se sentó en el sofá, reconoció a Inés y sonrió. 

- Hola, ¿cómo estas? 

- Hola Diana María, bien gracias. ¿Qué haces acá? 

- Vengo a mi consulta de rutina. - Inés asintió, de todos los médicos, éste tenia que ser el de Diana María también - ¿También te ves con el Dr. Robles? 

- !Así es!... 

- Es muy buen especialista.

- Lo sé. - Ante las respuestas cortantes de Inés, Diana María reaccionó 

- ¿Estás enojada conmigo por algo,?

- ¿Por qué lo preguntas? 

- Es que te noto... Seria

- No es nada, solo no me siento bien. ¿Cómo están las chicas? 

- Están bien, tengo que llamar a Victoriano - Inés se movió incomoda - Constanza no quiere ir este fin de semana. 

- ¿Y eso por qué?

- No lo sé. De hecho quería hablarlo con el, a ver si el sabría la razón. - Inés se mostró extrañada. Llamaron a Inés para que entrara a consulta. 

- Es mi turno. 

Inés entro a la consulta, el ginecólogo la revisó, ella estaba por momentos mas tensa. Hasta que el medico habló. 

- Comenzaremos por un método un poco incómodo, te tomarás la temperatura todos los días, los momentos vas a anotarla en esta gráfica y cuando la temperatura haga un ascenso brusco en comparación, ese es el momento ideal para tener relaciones, en la posición del misionero preferiblemente. Y cuando tu esposo eyacule, no se separen enseguida, además de no ir al baño enseguida después del coito, no uses duchas vaginales. 

"La Mayor Prueba de Mi Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora