Capítulo Decimotercero

2.6K 165 6
                                    

Victoriano llegó a la Finca y entró a su habitación. Encontró a Constanza e Inés riendo viendo una película. Se recostó en el marco de la puerta y las observó, dos de las mujeres de su vida. Sonrió al verlas pelearse por la ultima barra de chocolate. 

- Vaya vaya... ¿Hay espacio allí para mí? - lo dijo con una sonrisa encantadora. 

- Claro que si... Ven aquí recuéstate, Inés es muy mala viendo películas, pregunta de todo. - Victoriano como pudo se acostó entre ambas. Y después de darle un beso en la frente a su hija, miró a Inés fijamente. Ella lo miraba seria. El sonrió. Y ella le quitó la mirada para evitar corresponder la sonrisa. El si dejar de mirarla le dijo a Constanza. 

- Connie... Ya te puedes ir a la cama 

- ¿Qué? Pero si no hemos terminado de ver... 

- Prometo comprarte un carro a los 18 ... Vete a dormir

- ¿De verdad? - el sonreía mirando a Inés y ella le mantuvo la mirada con ojos furiosos. 

- Cuento tres... Y ya llevo dos. 

- No deberías tratarme así.. Soy tu hija - Constanza hizo un puchero. 

- Uno y medio.... 

- Que aguafiestas eres papá. Me llevo las golosinas. - Ines le arrancó antes el chocolate y le sonrió a Connie. Cuando Constanza salió, Ines tomó el control remoto del TV y empezó a cambiar los canales. Victoriano se acercó a ella y puso sus labios en su cuello. 

- ¿Sigues enojada? 

- Por supuesto... Échate para allá... - Pero él no permitió que lo alejara, al contrario, la apretó dulcemente contra el. - Victoriano... 

- ¿Sabes lo qué me haces cuando dices mi nombre asi? 

- No lo se ni me importa... 

- Me excitas con solo mirarte... 

- Pues ve a darte una ducha fría

- Que mala eres Ines... Aquí estoy yo sufriendo desde hace tres meses porque mi mujer está de reposo, cuando lo único que pienso es en arrancarle la ropa. 

- Pues si crees que para mi es fácil, estás equivocado. Pero no ando por la casa gritándole a todo el mundo. 

- Estoy como un toro herido, Inés... Se benévola. - El se reía y contagió a Inés, ella sonrió. 

- Eres un tonto. - El le pasó una mano por el cabello y la miró con adoración. Le quitó el camisón, y dejó al descubierto sus senos. Ella respiró hondo. - No debemos.

- No te haré daño, ni a los bebés. - El posó sus labios en uno de sus pezones, le supo a gloria. Su mano acarició el otro seno. E Inés solo pudo gemir. - Te deseo... Muchísimo. Pero este deseo combinado con el amor que te tengo es lo que hace la diferencia. 

- No pares... - Inés se recostó y el la besó profundamente, sus manos acariciaron su cuerpo, Inés empezó a despojarlo de la ropa y lo acarició al punto que victoriano casi explotó. Él le sostuvo las manos arriba y la miró con los ojos empañados. 

- Si me tocas creo que acabaré rápidamente. Será vergonzoso. - Ella tomó sus labios y los mordió juguetona, - juegas con fuego. 

- Quiero quemarme... - El le quitó las braguitas y dedicó sus besos íntimos y sus dedos hasta llevarla a la cima del placer. Ella gritó su nombre. El la besó en la boca de nuevo y con cuidado la abrazó. Inés se empezó a calmar y vio la tensión en el rostro de Victoriano, rió bajo y se incorporó. - Fue grandioso, Pero no tan satisfactorio como cuando estás conmigo. 

"La Mayor Prueba de Mi Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora