Capítulo Decimosexto

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Días después tanto los gemelos como Inés fueron dados de alta, el médico aceptó ya que tendría una enfermera personal. Constanza llevaba a Victoria y Cassandra llevaba a Alejandro, mientras Victoriano llevaba en silla de ruedas a Inés. El la ayudó a subirse a la camioneta e instaló las sillas para los bebés. Ya dentro del auto. 

- ¿Estamos listos? - Victoriano le sonrió a Ines y ella asintió. 

- Vamos a casa

- Espera, Victoriano te lo dije... No iré a la finca. - Victoriano se tensó y apretó el volante. Constanza y Cassandra se miraron extrañadas. 

- Inés... Creí que eso ya no estaba en discusión. 

- Pues te equivocaste; Victoria, Alejandro y yo iremos a casa de mi mamá. Así que por favor llevanos allí. - ella vio que protestaría de nuevo - Por favor... Necesito adaptarme a esta nueva etapa y mi mamá esta dispuesta a ayudarme. 

Victoriano aceptó sin estar muy seguro. Así que sin muchas ganas arrancó la camioneta. 

- ¿Podré visitar a los bebés? - Preguntó Constanza. 

- Había pensado en pedirte fueras los fines de semana a quedarte allá, ¿qué te parece? - Constanza asintió - ¡Perfecto! 

Ya en la casa Inés y su madre observaban a los niños. Inés sonreía por cada mueca que hacían y Elisa increíblemente había sacado un instinto maternal que Inés no había visto desde hacia mucho. 

- ¿Estás segura de lo que estás haciendo? - Elisa arrullaba a Victoria. - ¿Quedarte aquí? Por mi no hay problema, al contrario me encanta tener estos chiquillos en la casa, pero Victoriano y tu...

- Ahora no quiero hablar de mi relación con el. 

- Sabes que siempre he sido muy incrédula en esto del amor... Y es por mi culpa, he hecho que tu te sientas insegura, pero... No creo que Victoriano te esté traicionando. Aquella vez que hablé con él de ustedes, comprendí que te amaba Inés. 

- Ahora estoy dolida... Lo amo, pero no puedo olvidar a Diana Elisa desnuda en su despacho con el. 

La puerta sonó y se abrió 

- Regresé - Victoriano había llevado a Constanza y Cassandra a casa. Elisa dejó a Victoria en su cuna y se despidió de ellos para irse a recostar. 

- ¿Cómo se han portado en mi ausencia? - Victoriano se acercó a mirarlos en sus cunas 

- No quisieron mis senos. Tuve que darles tetero. Me siento frustrada. - Victoriano se sentó a su lado, pasó su mano por la mejilla y le sonrió 

- Veras como pronto podremos lograrlo. ¿Dónde está la enfermera? 

- Le pedí que fuese a descansar, usaré el teléfono para avisarle. 

- ¿Estas segura? - Inés asintió y el respiró hondo. - ¿Quieres que me quede? 

- No creo que sea necesario - Ella se removió incómoda en el sofá donde estaban sentados. Y él trazó con sus manos el contorno de su barbilla. Deslizó un dedo por el cuello y lo paseó por el pecho de Inés. 

- ¿Ya te dije que estás hermosa? 

- Ninguna mujer está hermosa después de haber tenido gemelos. 

- Tu lo estás - Su voz ronca denotaba deseo y sus dedos jugueteaban con el borde de su camisola, haciendo que la piel de Inés se erizara, ella sostuvo su mano para impedir que se adentrará dentro de la bata. - Estas deseable, si no hubieses estado al borde de la muerte, y no estuvieras convaleciente de un parto doble te habría hecho el amor ahora mismo. 

"La Mayor Prueba de Mi Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora