10 · Primera huída

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-¿Ocurre algo?-preguntó Cora observando la mirada perdida de Azórah-Llevas todo el día ausente.
-Sí, lo siento, yo...
-¿Te encuentras bien?-insistió colocando su mano en la frente de la chica.
-Sí, ¿nos vamos?-dijo mientras caminaba hacia la salida de la gruta tratando de evitar más preguntas.
Cora le siguió de cerca sin querer darle más importancia al asunto a pesar de que sabía que Azórah, o Valquiria Caellian como ella la conocía, se comportaba de manera extraña, aunque a pesar de que hacía pocos días que le conocía decir aquello le resultaba precipitado por lo que simplemente se dedicó a seguirle hasta el exterior.
La luz inundó las pupilas de Azórah que dirigió su mirada hacia su compañera.
-¿Y bien? ¿A dónde vamos?
-A las runas, te he dicho-dijo Cora caminando entre los arbustos.
El sonido del agua precipitándose por la cascada inundaba el silencio que se había formado entre ambas, Azórah apuró su paso y siguió de cerca a Cora procurando no molestarle, tenía aquella mirada suya pensativa y decidió que quizás estaría mejor callada, por algún motivo Cora parecía molesta.
-¿Piensas que no te estaba prestando atención?-preguntó Azórah tras media hora caminando por la urbe de Damaris.
-Es lo que pienso, sí.
-Pues estás errada.
-¿Qué quieres decir?
-La razón por la que estaba ausente es porque quizá te estaba prestando demasiada atención-dijo Azórah finalmente observando el artificial mar de Damaris que se extendía hasta el horizonte en donde una pequeña fisura mostraba el mar Ígneo.
-¿Cómo se le puede prestar a alguien demasiada atención?
-Ojos verdes con motas marrones claras, tu diminuto lunar cerca de tu ojo izquierdo, la forma en la que esbozas una sonrisa cada vez que algo te preocupa, como tiembla tu voz...-Azórah comenzó a ralentizar el paso y miró a Cora-la forma en la que coges mi mano, como si temieses que me desvaneciera en un instante y quizás me he fijado en que tu respiración se agita cuando... Cuando te miro a los ojos-añadió con la voz temblorosa.
Cora se detuvo y observó cómo un viento irreal despeinaba a Azórah, sintió unas ganas irrefrenables de besarle, necesitaba hacerlo, así que cogió su mano sin ni siquiera añadir nada más y ambas corrieron hacia las runas al sur de la región de Damaris, con los corazones desbocados y los vientres llenos de dudas sin resolver.
Una cueva apareció ante ambas cerca del mar de Damaris, a sus orillas, la entrada estaba adornada por piedras preciosas de colores verdes y azules, zafiros, esmeraldas y otras gemas que formaban dibujos imprecisos sobre la piedra reluciente.
Cora entró tirando de Azórah, pero la belleza del interior de la caverna tenía absorta a la chica que tenía la cabeza en mil lugares diferentes.
La cueva era estrecha y oscura, las piedras iluminaban el camino y los ecos de los pasos eran lo único que podía oírse además de las respiraciones de las chicas que de forma exagerada se propagaban por la caverna.
El estrecho pasillo cesó y dio lugar a una sala de piedra completamente redonda con tres pequeños altares, que ni siquiera pudieron ser observados con detenimiento por Azórah.
Cora corrió hacia el centro y miró al techo en donde una vidriera azul filtraba la poca luz que había en tonos verdes a juego con las gemas de la pared, allí la temperatura subía por la proximidad a la lava del volcán, pero era acogedor y tranquilo.
En un momento una sobra cruzó la vidriera y Azórah se sobrecogió, había algo en ella, sin embargo algo la distrajo de aquello.
-¡Caellian!-gritó Cora en el silencio mientras el eco apoyaba sus palabras-¡Siento que nos hemos conocido antes, pero no sé cuando!-gritó con un nudo en la garganta-¡No sé quién eres! Pero, por favor...-dijo bajando el tono de voz-quédate para que lo averigüe.
Azórah se sintió abrumada a la vez que confusa y feliz, le resultaba tan extraña la felicidad que no supo qué hacer con ella, sólo pensaba en gritar el nombre de Cora en aquella cueva y que resonase hasta el presente.
La joven corrió hacia ella y ambas se fundieron en un esperado y desenfrenado beso que acabó por consumir todas y cada una de sus preguntas y dudas.
-Como guardiana, debo renunciar a esta clase de cosas...-susurró Cora entre besos.
-No renuncies a mí...-susurró Azórah mientras desnudaba la espalda de la chica de ojos verdes.
Azórah comenzó a besar el cuello de Cora poco a poco y escuchó cómo su respiración y su pulso eran acompañados por gemidos y por arañazos en su espalda, el deseo incontenible se personificaba a cada bocanada de aire que Azórah trataba de dar esquivando los labios y el pelo castaño de la chica.
Cora mordía la piel del cuello y del pecho de Azórah, reteniendo sus propios gemidos y de vez en cuando la miraba con deseo y miedo, pues jamás había experimentado aquello.
Tras miles de besos, sus cuerpos temblorosos cayeron sobre el suelo donde la espalda de Azórah rozaba la caliente, suave y húmeda piedra del suelo, la arqueaba a cada beso que Cora le daba casi inconscientemente como si quisiera elevarse para alcanzar su boca, como si nada fuera suficiente para retener aquel momento.
Cora se levantó del suelo y se quedó en pie ante Azórah, poco a poco comenzó a desvestirse y la joven chica se quedó de piedra al ver las curvas desnudas de aquella mujer, por un momento todo se paró y las prisas se diluyeron en las manos frías y en sus pechos.
Azórah se levantó también y dejó que Cora le desnudase mientras besaba cada rincón de su inexplorado cuerpo a la vez que sus pupilas se dilataban y su boca se secaba.
-Ciâm, Cora...-susurró Azórah-Am disea deva kei am iter ontar devas.
Cora se quedó sin habla por un instante y apoyó su mano en el pelo plateado de Azórah con sumo cuidado, al hacerlo observó como ella cerrada los ojos y seguía con su mejilla la dirección de su mano, Cora volvió a besar a Azórah esta vez con mucha más intensidad, esta vez consumiéndose en cada exhalación.
Paulatinamente, las ganas convirtieron sus cuerpos en nudos de músculos y gemidos que se propagaban en las runas, de vez en cuando Azórah abría los ojos para asegurarse de que aquello era real, que era a Cora a quien estaba sintiendo en su cuerpo, que eran sus labios los que recorrían sus muslos, que eran sus uñas las que arañaban su costado y las yemas de sus dedos las que rozaban suavemente su pecho.
Cada vez los gemidos sonaban más alto, rebotando en la pared circular, haciendo gala de todo lo que contenían y en un momento de éxtasis y euforia ambas llegaron al clímax arrancando todo de sus pieles dejando sólo sus cuerpos vacíos dejando que se llenasen de paz y de leves besos cálidos y fugaces.
-Creo que ha sido increíble...-susurró Cora apoyando su cabeza en el pecho de Azórah-Te quiero, Valquiria Caellian...-siguió diciendo mientras la chica acariciaba su pelo-En esta y muchas otras vidas...-dijo traduciendo lo que antes le había dicho la joven.
-No quiero irme nunca de aquí...
Una lágrima se dibujó en la comisura del ojo izquierdo de Azórah, pasando así inadvertida para Cora que había cerrado los ojos casi dormida gracias a la respiración pausada de su compañera.
-¿Qué voy a hacer ahora?-se dijo Azórah para sí mientras un dilema se formulaba en su cabeza.
-Val, ya nada tiene sentido, es decir, no puedo ni quiero renunciar a la paz que poseo contigo.
-¿Qué quieres decir, Cora?-preguntó Azórah mientras se sentaba a su lado.
-No quiero una vida eterna sirviendo a Astherion.
-Cora, tienes que ser guardiana-dijo cogiendo sus manos-, has trabajado mucho para rendirte ahora.
-Pero tú me has dicho que no renuncie a ti.
-No tendrás que hacerlo, ¿recuerdas lo que me dijiste? Quizás nos hemos conocido en otra vida y yo así lo creo, por eso estoy aquí, para poder decirte en todas las vidas que no pienso dejarte sola. Pero debes hacer esto, por ti, Cora. No me perdonaría nunca que no te convirtiesen en guardiana.
-Entonces no podré estar contigo.
-Yo siempre estaré a tu lado, no importa qué seas o qué sea yo. Volveremos a estar juntas en nuestras siguientes vidas...
Con una extraña preocupación recorriendo su cuerpo, Cora besó a Azórah de nuevo y apoyó su frente en la de la joven mientras sostenía su rostro entre sus manos.
-Será mejor que nos vistamos...-susurró Cora.
-Espera, quisiera quedarme aquí un poco más...


KADYA'S SACRIFICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora