18 · Cristales

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-Así que todavía no sabes utilizar tu poder.
-No, he estado enzarzada en tantos problemas sentimentales que los he descuidado por completo.
-¿Qué sabes hacer?-preguntó Gaora intrigada.
-Defenderme, sólo eso, creo.
-Y están las visiones.
-Sí, de momento supongo que eso es todo, exceptuando las veces que pierdo el control sobre mí misma por culpa del collar.
-El zafiro.
-Sí.
-Yo también tenía un colgante, una piedra más poderosa que cualquier dios.
-¿Y qué le pasó?
-La persona de la que me enamoré me traicionó y me lo robó para dárselo a Astherion.
-Todo tiene que ver con él...-susurró Azórah decepcionada.
-Astherion sólo ha hecho una cosa buena en esta vida.
-Si me dices que soy yo vomito.
Gaora comenzó a reírse, a la diosa su risa le pareció tan extraña que se sorprendió por un instante, hacía tanto tiempo que no se reía que aquel sonido proveniente de su boca como si fuese una bala disparada al aire le asustó. La diosa llevó las yemas de sus dedos a sus carnosos y oscuros labios, Azórah la miró confusa, pero la mujer volvió a sonreír al mirar a la pequeña Astran y siguió caminando sin decir nada más, tratando de recordar el sonido en bucle una y otra vez de su estridente risa.
-Me imagino que es duro estar aquí, tanto tiempo sola...-susurró Azórah.
-Bueno, te acabas acostumbrando, te acostumbras al silencio y a olvidar cómo suena tu voz y las voces de otras personas, como si tus recuerdos fuesen irreales.
-Saldremos de aquí, Gaora...-susurró Azórah desesperanzada.
-Eso espero...
-Gaora, ¿crees que podrías ayudarme a controlar mi poder? Yo no sé nada acerca de él.
-Supongo que tus poderes son los mismos que los de tu padre.
-Supongo que sí.
-Entonces debes saber controlar los elementos a tu favor y la luz, ese es tu poder. Pero no debes fiarte, con la luz puedes hacer infinidad de cosas, puedes viajar a través de ella o utilizarla como arma; observa...-dijo la diosa mientras extendía su mano y dejaba que la luz se concentrase en ella.
Como si sus manos fuesen el gatillo de un arma la diosa apuntó al aire y la luz salió disparada de forma tan veloz que apenas su trayecto pudo apreciarse.
-La luz también es un escudo...-siguió diciendo mientras ésta la envolvía-La luz puede transportarte en el espacio...-añadió mientras aparecía dos metros más adelante rodeada de la misma claridad y belleza que siempre le acompañaban.
-Si puedes transportarte, ¿por qué no has salido de aquí?-preguntó Azórah confusa.
-Magia negra... No puedo deshacer el hechizo que me encerró aquí, cuando llegué las gentes todavía no eran de piedra... No entiendo porqué yo no caí con ellos. Lo peor es que tampoco no puedo alejarme más.
-¿Cómo sabes lo que ocurrió entonces?
-Puedo ver el futuro, el que ya está escrito y el que no.
-Hay un futuro no escrito?
-Sí, el tuyo, es incierto.
-¿Por qué?
-Porque llegará un día en que debas escoger entre la moral y el amor, quién sabe qué harás, todo apunta a que la moral pero ¿y si gana el amor?
-Sé perfectamente que Cora será de piedra, no podría ser de otro modo.
-No hablo de ese amor-respondió la diosa bajando el tono de voz.
-¿Qué son los dibujos de tu piel?-preguntó la joven tratando de cambiar de tema mientras observaba las blancas manchas en los hombros y el rostro de la diosa.
-Es mi cultura y la tuya, antes de utilizaban estas marcas para ahuyentar a los espíritus del mal, pero está claro que no me han servido de mucho.
-¿Espíritus del mal?
-Hay tantas cosas que ignoras, Astran...
Ambas mujeres habían llegado a una especie de explanada que una vez había sido un mercado, algo parecido a un ágora. Estaba completamente desértica, no había nadie en las calles, nadie de piedra obviamente y aquello resultaba tétrico en cierto modo. Sin embargo Azórah agradecía no ver constantemente las expresiones de horror de los habitantes de la isla.
-Ya que estamos aquí podríamos poner a prueba lo que sabes-dijo la diosa.
-Yo no podría luchar contra ti, ganarías a los dos segundos.
-¿Y cómo piensas enfrentarte a tu padre?-preguntó Gaora mientras se desplazaba hacia el centro de la sala-Desata tu poder, Astran-añadió mientras se desplazaba hacia el centro de la plaza.
Azórah se concentró y rápidamente la luz comenzó a irradiar por cada uno de sus poros, se sentía llena de energía al mismo tiempo que pesada, como si su tamaño hubiese aumentado, podría ser a causa de todo el poder que estaba recorriendo sus venas y de la presión que sentía en su pecho.
-Tú primero, Astran...-sugirió Gaora.
Azórah se preparó para el combate y levitando apenas sobre las baldosas embarradas miró fijamente a la diosa y ésta sin prevenirlo observó cómo Azórah le lanzaba una especie de bola de luz que rozó sus ropas al tratar de apartarse. Fue en ese descuido cuando Azórah aprovechó y se lanzó hacia la diosa que cayó golpeando su espalda contra el suelo, Azórah permanecía a escasos centímetros de ella mientras trataba de alcanzarle con la luz de sus manos. Gaora sujetaba con fuerza los brazos de la joven pero algo en su rostro había mudado, su mirada, no estaba en paz, aquella mirada contenía odio y rencor y pudo jurar que en aquellos claros ojos de pupilas dilatadas había visto el rostro de Astherion.
Gaora se asustó ante aquello y se esfumó en la nada apareciendo de nuevo en el centro de la plaza, su pelo lacio ondeaba en un inexistente viento y sus labios entreabiertos jadearon de forma inconsciente.
-Pongámonos serias, voy a atacarte con todo-sentenció la diosa.
La oscura piel de la diosa comenzó a resplandecer en llamas vivas de fuego completamente ajena al calor. Azórah se estremeció por un instante al ver su expresión enfadada y tratando de recordar lo que le había dicho antes, intentó invocar algún elemento. Pensó automáticamente en Cora y en su control total sobre el agua, aquello hizo que de la nada la plaza comenzase a llenarse de agua y Azórah la movió provocando una columna que en seguida rodeó a la diosa y apagó sus llamas.
Gaora gritó y sonrió dándose cuenta del poder de la hija de Astherion y sin dudarlo apareció detrás suya por sorpresa y la tiró al suelo, sin embargo antes de que Azórah lo rozase desapareció por completo.
La diosa miró en todas direcciones pero no halló a la chica, así que cerró sus ojos y concentró todo su poder en perseguir a Azórah por el rastro de energía que desprendía.
-Creo que todavía puedo aguantar un asalto más-gritó Zórah desde lo alto de uno de los edificios-, no tengo ni idea de cómo he hecho esto-siguió diciendo llena de euforia.
-No bajes la guardia-le sugirió la diosa mientras la observaba desde el suelo en un ángulo tan inclinado que apenas acertaba a ver con claridad a la chica.
Gaora comenzó a elevarse en el aire sin apenas esfuerzos y Azórah trató de hacer exactamente lo mismo, entre luces y llamas las dos mujeres permanecían enzarzadas en un batalla sin clara ganadora, entrando en un bucle pretencioso de golpes y gritos.
Azórah estuvo a punto de rendirse, sin embargo a causa de un ataque que no consiguió esquivar el collar de Azórah se rompió en mil pedazos, la luz los atravesó por completo y casi en cámara lenta observó cada uno de los cristales desvaneciéndose en el aire.
Ante la conmoción la joven chica cayó de rodillas y trató de recomponer inútilmente los cristales de zafiro completamente ida. La diosa se acercó a ella con rapidez y se arrodilló con ella tratando de pedir disculpas.
-Azórah, no pretendía...-susurró.
-Estoy muerta.

KADYA'S SACRIFICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora