Un trabajo de medio tiempo.

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—Y aquí, puedes encontrar los ingredientes que necesitas.— dijo la anciana señalando un mueble blanco, se giró donde Harry se encontraba y le sonrió.— si no entiendes algo, no dudes en avisar.

—Muchas gracias, señora.— respondió Harry mirando la cocina.

—Oh, cariño.— le regañó la anciana caminando hacia la puerta.— dime Martha. Señora me hace sentir más vieja de lo que soy.

Y Martha desapareció por la puerta blanca. Harry miró, nuevamente, la cocina. Las paredes pintadas de blanco hacían resaltar los muebles negros, los aparatos de metal y las manchas de aceite donde se encontraba la cocina. Pasó su mano por la mesa, acariciando la suave textura de ésta. Hace mucho tiempo que no entraba en un panadería, había olvidado lo bien que se sentía estar en un lugar que tanto le recordaba a casa.

Sonrió.

 Buscó un delantal sin diseño, totalmente blanco, para colocarse a hacer lo que mejor sabía después de cantar. Colocó los ingredientes sobre el mesón blanco, dispuesto a hacer el pan más exquisito que jamás hubo hecho, como Barbara le enseñó en Holmes Chapel. Tarareó algunas canciones que vinieron a su cabeza mientras amasaba la masa, le daba forma, echaba harina para que no se pegase a la mesa y verificaba que el horno estuviera a la temperatura correspondiente.

—Hola, Martha.— exclamó una voz desde el local, Harry reconoció esa voz, era de chico, sin duda, pero no creía que perteneciera la persona que tenía en mente .—¿he llegado tarde?.

—¿Tarde?.— exclamó Martha, pero no se escuchaba enojada.— sí que has llegado tarde. Es la enésima vez que haces lo mismo.

—Martha, querida.— dijo la voz.— ¿no te he dicho lo hermosa que te ves hoy?.

—Deja esas cosas estúpidas y ponte a trabajar.— Martha rodó los ojos sonriente. El chico que al que pertenecía la voz rió, caminando hacia la cocina.—  Por cierto, hay un nuevo empleado, sé amable.

—Amabilidad es mi segundo nombre.— fanfarroneó el chico.

Harry siguió con lo suyo, se encogió de hombros pensando que, en un local, habría más empleados y no sólo él. Hizo pelotas de la masa para aplastarlas luego y darles forma de pan, sacó un tenedor haciendo tres hoyos pequeños en la masa aplanada. Tomó la bandeja colocando los panes ahí para llevarlos luego al horno cuando la misma voz de chico le sobresaltó.

—Guapo y además cocina.— dijo William sonriendo, apoyado en el marco de la puerta.— ¿quién lo diría?.

—¿William?.—murmuró Harry, aún con la bandeja en manos.

—El mismo.— Will le guiñó un ojo, tomando la bandeja de un Harry estupefacto, colocándola en el horno encendido.— ¿desde cuándo trabajas aquí?.

—D-desde hoy.— Harry desvió la mirada.

Por algún motivo, William le ponía nervioso. Su mirada intensamente azul y poco predecible, como el mar cuando está a punto de estrellarse contra las piedras, y al mismo tiempo podía ser traviesa, asomándose un poco de diversión cada vez que pestañeaba. Su sonrisa torcida, su caminar seguro y calmado, todo eso hacía que a Harry le entrara todo el nerviosimo de una sola vez y le recordase a alguien, sin embargo, su juicio se nublaba cuando William estaba cerca, y no recordaba quién era ese alguien. William transmitía un aura interesante, algo que Harry no sabía cómo desifrar.

Se giró para no seguir mirándolo.

—¿Y tú?, ¿desde cuándo trabajas aquí?.— preguntó el rizado, guardando los ingredientes en sus respectivos lugares. Sintió como William se acercaba lentamente.

Love don't die. [Larry Stylinson][Alternativa][Stubborn Love]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora