Cotillas.

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Habían pasado alrededor de tres días desde el accidente y Will parecía más cuidadoso que nunca. Por poco le ponía vallas y artículos de seguridad a cada cosa que él consideraría peligrosa, con tal de que al rizado no le pasara nada. Eso hizo que Harry se sintiera un poco, o más bien demasiado, sobre protegido por el castaño.

-Joder, Will.- reclamó Harry una vez.- que no estoy inválido.

-Pero el doctor dijo...- William alzó ambas cejas.

-Sé lo que dijo.- respondió.- pero levantar una taza no es un trabajo pesado, mucho menos forzoso.

-Está bien, está bien.- Will rodó los ojos.- tú ganas.

Sin embargo, habían días en los que Harry, en realidad, no podía realizar fuerzas y no lo dejaban hacer nada. Como aquella vez, en la que Martha encargó diez sacos de harina para el local, William tuvo que acarrearlos todos hacia la cocina sin ninguna ayuda. Por mucho que el rizado insistió en que se encontraba mejor y que podía ayudarlo, William se negó rotundamente.

-No, esto sí es hacer fuerza.- había dicho.

Por lo que Harry se sentó cómodamente con un libro en sus manos esperando a que Will descargara cada saco de harina. A pesar de que intentó con todas sus fuerzas concentrarse en Historia de dos ciudades, no pudo hacerlo, mucho menos cuando tenía al castaño sólo con una musculosa cubriendo su torso, dejando al descubierto algunos tatuajes, como un árbol en su espalda que terminaba en su cuello. Harry sintió una extraña necesidad de descubrir dónde empezaba. Los músculos de Will se contraían cada vez que levantaba un saco. Y cuando pasaba por al lado de Harry, le sonreía.

Así que no, no podía concentrarse.

Aún así, el muchacho de ojos azules no hacía mayores problemas con las cosas, incluso cuando estaba al pendiente de Harry, que era casi todo el tiempo. De alguna manera, a pesar de que no podía hacer nada, Will se encargaba de hacerlo reír y contarle anécdotas graciosas, de esas que cosas que solían pasarte en la secundaria y que nunca olvidarías. Pasaban buenas tardes juntos.

Y ahora, se encontraba con sus amigos en una tienda de trajes para boda, aburrido, esperando a que fuesen las cinco de la tarde para volver a trabajar.

-Liam, serás el novio más adorable de la historia.- Zayn se burló del castaño, sonriendo.- aunque tengas más barba que Dumbledore, te seguirás viendo jodidamente tierno.

-Cállate, Malik.- gruñó Liam, el sastre frunció el ceño tomado medidas de su traje.- que yo no soy el que tiene las pestañas largas.

-Uy, si anda de malas.- se burló Zayn, sentándose a un lado de Harry.

-Es porque Dani ha estado insoportable con los preparativos de la boda.- Harry rió.

-Como no tienes idea.- el castaño suspiró mirando el techo.- y eso que faltan cuatro meses.

-Mujeres, ¿quién las entiende?.- el teléfono de Zayn sonó, él miró la pantalla, sus ojos se iluminaron.- si me permiten, mi mujer me llama.

-Me reservaré el comentario respecto a eso.- señaló Liam, viendo a su amigo desaparecer por la puerta de cristal.

Liam había citado a sus tres chicos a la tienda de trajes, ya que debían tomarles las tallas y empezar a hacerlos. El sastre se movía con cuidado, tomando y anotando las medidas de Liam en un cuaderno, se colocaba el lápiz en la oreja cada vez que no lo necesitaba y luego, tomaba la cinta para medir, pasándola por el brazo de Liam, repetía eso cada cierto tiempo. Harry se encontraba tirado, porque sentado no era el término correcto para su posición, en el sofá; él, al igual que Zayn y Niall, ya se habían tomado las medidas de sus respectivo trajes, por lo que sólo faltaba Liam; el rizado llevaba más de media hora en esa tienda.

Love don't die. [Larry Stylinson][Alternativa][Stubborn Love]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora