▶𝟶𝟻

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	Al volver de la misión de salvar al rey Julien de cual fuera la tontería en la que estaba involucrado, (que fue ni más ni menos que abrir un bote de mayonesa

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Al volver de la misión de salvar al rey Julien de cual fuera la tontería en la que estaba involucrado, (que fue ni más ni menos que abrir un bote de mayonesa.) volvimos a la guarida.

Estuve durante toda la tarde nadando en la piscina sola, pero me sentía feliz conmigo misma.

Hizo una tarde preciosa, que se transformó en una noche de igual belleza. Recuerdo bien esa noche... Era completamente despejada, de cielo negro repleto de estrellas y una preciosa luna llena que resultaba imposible dejar de contemplar.

Me tumbé en el suelo para observar lo hermoso que estaba el cielo aquella noche, sin poder dejar de pensar en lo que me había pasado con Kowalski antes de que el rey Julien vociferara desesperado... No dejaba de pensar en lo que podía haber pasado si Julien no hubiera gritado, pero tampoco podía dar una respuesta sólida. Solo podía dar una respuesta basada en fantasías.

Cerré los ojos y suspiré. Al fin y al cabo, no merecía hacerme ilusiones con ese tema, yo sabía que no podía competir con Doris la delfín, intentara lo que intentara.

Aquella noche había un silencio sepulcral, demasiado, tal vez. El rey Julien y los lémures se habían ido al bosque a pasar la noche, por lo que eso influía en la calma reinante. Tan solo se oía el insistente chirrido de un grillo en la lejanía, solitario... Como yo siempre había estado.

Entonces, oí como alguien salía de la guarida, como tratando de no hacer ruido y abrí los ojos.

Era Kowalski. Me miró unos instantes, y yo mantuve la mirada, insegura.

Kowalski.- ¿Puedo quedarme... contigo?

Sarah.- Claro...

Kowalski.- En estos meses que llevas con nosotros... nunca me he atrevido a preguntarte nada sobre tu vida pasada...

Sarah.- Tampoco hay demasiado que contar. Estudiaba ciencias, tenía amigos, pero... tarde o temprano todos ellos se cansaban de estar a mi lado y me abandonaban sin darme razones para hacerlo... Nunca sabía si era yo o eran ellos los causantes del problema —dije incorporándome—. Supongo que la causante soy yo... Soy demasiado fría y aburrida para retener a nadie a mi lado...

Kowalski se quedó mirándome unos instantes, y luego se incorporó y me miró dulcemente a los ojos.

Kowalski.- Créeme Sarah... Tú no eres la causante. A mí no me resultas en absoluto fría y aburrida.

Entonces, él posó su aleta sobre la mía, y sentí como si se me hubiera hecho una trenza en el estómago.

Cada vez fue acercándose más y más a mí, sosteniendo su siempre tierna mirada en sus ojos zafiro. Yo, inconscientemente me dejé llevar por ellos y me acerqué también a él...

Y en el momento en que mi pico se rozaba con el suyo, abrió los ojos un poco y volvió a mirarme.

Kowalski.- ... Eres encantadora...

Y tras aquello, volvió a cerrar los ojos y... me besó suavemente. Noté como el viento soplaba a nuestro alrededor, como envolviéndonos para que estuviéramos siempre juntos, para que jamás nos separásemos el uno del otro. Noté como el fuego de nuestras almas se unía para formar un solo fuego...

Segundos después, nuestros picos se separaron costosamente. Kowalski agachó la cabeza y yo le imité.

—Lo siento... —dijimos los dos al unísono.

Los dos sentimos por el otro lo que habíamos hecho, aunque a ninguno delos dos nos había disgustado en absoluto ese beso.

Kowalski.- Cre-creo que debería... Irme a dormir...

Sarah.- Y-y yo...

Kowalski me cedió el paso para que entrara antes a la guarida y me fui adormir sin ni siquiera cenar. Aquello extrañó a los chicos, que nos miraban preguntándose qué demonios había pasado fuera de la guarida para que tuviéramos ese comportamiento tan extraño.

Tampoco tardaron mucho en irse a la cama también. Aquella noche me resultaba completamente imposible dormir. No paraba de pensar en lo que había pasado ahí fuera, sintiéndome ebria de felicidad.

Me di la vuelta y apoyé la espalda sobre el colchón. La sonrisa que había aparecido en mi rostro hacía bastante rato no se desvanecía de ninguna forma, y no me dejaba dormir.

Entonces, un leve sonido captó mi atención y volví la mirada hacia la puerta del laboratorio. Los ojos se me abrieron como platos al ver que había producido el sonido. Se trataba de Kowalski, mirando a través de la rendija de la puerta. Al igual que yo percibí su presencia, él percibió como me volvía para mirarle; sin embargo, ninguno de los dos dejamos de mirarnos.

Aquella noche había sucedido lo que jamás hubiera tenido alcance para imaginar, un beso casi surrealista con un personaje que yo creía ficticio... Y ahora ese personaje no paraba de mirarme y hacía que ese sentimiento que tenía hacia él y no me había atrevido a exteriorizar en todo aquel tiempo, aflorase aún más y lo mirara como si fuera una niña pequeña.

Cada vez que miraba a Kowalski, lo sentía más y más... No podía creer que me hubiera besado... Él quería a Doris la delfín, estaba claro que yo no tendría oportunidades con él, era algo impensable... Pero aun así estaba pasando y no sabía cómo ni por qué.

Kowalski intentó abrir la puerta del laboratorio y...

... Skipper vociferó desde el otro lado de la puerta. Kowalski se sobresaltó violentamente, y yo reaccioné de la misma forma.

Skipper.- ¿¡Kowalski, se puede saber dónde te has metido!? ¡Te recuerdo que mañana hay que levantarse más pronto!

Kowalski no respondió, y por un momento no sabía qué hacer. Entonces Skipper apareció y lo miró con seriedad.

Skipper.- ¿Qué haces aquí?

Kowalski.- Na-nada, Skipper... Es que había oído un ruido en el laboratorio y... —dijo antes de marcharse sin añadir nada más.

Skipper se quedó mirando a Kowalski mientras se marchaba y luego se asomó él también por la rendija de la puerta. Giré rápidamente la cabeza hacia el otro lado, tratando de simular que estaba durmiendo, aunque era algo que nunca se me había dado muy bien.

Skipper.- No sé por qué —se dijo en voz baja, pero que pude oír yo también a pesar de la distancia—, sabía que acabaría pasando...

- No sé por qué —se dijo en voz baja, pero que pude oír yo también a pesar de la distancia—, sabía que acabaría pasando

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Uɴᴀ ꜱᴇɢᴜɴᴅᴀ ᴏᴘᴏʀᴛᴜɴɪᴅᴀᴅ ᴘᴀʀᴀ ʟᴀ ᴠɪᴅᴀ 1 「Los pingüinos de Madagascar」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora