Al día siguiente estuve algo distante y descentrada. No paraba de pensar en lo que pasó la noche anterior y me resultaba imposible concentrarme en nada más. Además, no había dormido casi nada en toda la noche y encontraba algún sitio para cerrar los ojos y caer rendida durante dos o tres minutos.
Esa misma tarde hubo tormenta, y salí con una tumbona y unas gafas de sol para distraerme un rato.
Cuando los truenos empezaron a retumbar con mayor furia, fue cuando los pingüinos comenzaron a buscarme por toda la guarida, llegando a la increíble conclusión de que si no estaba en el laboratorio, tendría que estar fuera.
No llegué a oír si aquello fue intencionado o se lo pidieron sin conocimiento de causa, pero le pidieron a Kowalski que me convenciera para que volviera dentro de la guarida.
Kowalski.- ¡Sarah! ¡Entra a la guarida, va a diluviar!
Sarah.- Gracias Kowalski, pero creo que estaré bien aquí... ¡Me encanta estar bajo la lluvia!
Kowalski.- Ah... En ese caso... ¿Puedo quedarme?
Sarah.- Claro. Sube.
Kowalski subió rápidamente y se tumbó a mi lado, dirigiendo la mirada hacia el mismo lugar dónde yo la tenía clavada. Yo le había visto tumbarse y le había visto mirarme unos segundos, pero no sabía muy bien si yo debía hacer lo mismo... y le miraba de vez en cuando, discretamente, bajo las gafas de sol.
En ese momento, un relámpago atravesó todo el cielo con un majestuoso resplandor violáceo. Y tras él, un trueno que parecía querer derrumbar la ciudad. Yo quedé maravillada con aquella joya violeta que acababa de surcar los cielos, pero Kowalski no parecía compartir el mismo sentimiento.
Kowalski.- Sarah... Creo que deberíamos... ir dentro...
Sarah.- No temas, Kowalski.
Kowalski.- Sarah, ¿eres consciente de que el metal y el agua son dos componentes esenciales que atraen especialmente los rayos?
Sarah.- Lo sé...
Kowalski.- ¿Y eres consciente también de que estamos rodeados por ambos?
Sarah.- Sí... Kowalski, vuelvo a repetirte que no temas. No nos pasará nada.
Kowalski.- Pero... Pero...
En ese momento empezó a caer una lluvia torrencial que creó incluso niebla en el horizonte.
Sarah.- Cuando comienza a llover, lo más habitual, es que cesen los rayos.
Kowalski.- Ah... Claro...
Entonces decidí levantarme e ir hacia el agua y antes de cumplir mis propósitos, Kowalski me agarró de la aleta.
Kowalski.- ¡¿Estás loca?! ¡¿Se te ocurre bañarte ahora?!
Sarah.- Sí, siempre he querido nadar mientras llueve... Lo sé, es un poco raro... ¿No sientes ganas de hacerlo también?
Kowalski.- No sé, Sarah...
Pero antes de que pudiera reaccionar, me zambullí al agua y empecé a bucear animosamente, bajó su preocupación.
Kowalski.- ¡¡Sarah!! ¡¡Sal de ahí!! ¡¡Pueden caer relámpagos aún!!
Sarah.- Tienes razón... —dije nadando hacia él—. ¿Me ayudas a salir?
Kowalski asintió sonriente y se agachó para tenderme la aleta. Y se quedó mirándome a los ojos durante unos segundos, mientras yo cogí su aleta...
Y cuando se inclinó un poco más, tiré de su aleta y me lo llevé al agua conmigo.
Kowalski.- ¡Sarah! ¿Por qué...? Podríamos morir...
Sarah.- Yo ya morí una vez y no le tengo miedo... No quiero que a ti te pase lo mismo que a mí... Pero juguemos con la muerte al menos una vez... Salgamos de lo convencional y bordeémos la línea que separa los dos mundos... No nos pasará nada... —dije separándome un poco de él con una sonrisa traviesa—. Atrápame si puedes.
Kowalski.- De acuerdo.
Pero al sumergirme bajo el agua, pude oír las palabras que Kowalski decía en un tono más bajo, como si no quisiera que lo escuchara, pero que pude hacer al final... y que tocaron en lo más profundo de mi alma...
Kowalski.- ... No quiero perderte nunca...
Mis ojos se abrieron como platos, y mi corazón latía a una velocidad descomunal. A decir verdad, siempre había querido que alguien me dijera aquello... y ahora... esas palabras venían a mí en el momento menos esperado.
Pero no lo pensé demasiado, pues Kowalski venía ya dispuesto a atraparme y yo nadé para que no lo hiciera... pero lo logró y me abrazó todo lo fuerte que le fue posible. Después me soltó y retomamos el juego de nuevo bajo el sonido de la lluvia que caía en la superficie de la piscina, siendo, sin darnos cuenta, un espectáculo para los demás pingüinos, que nos contemplaban tras las ventanas.
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Uɴᴀ ꜱᴇɢᴜɴᴅᴀ ᴏᴘᴏʀᴛᴜɴɪᴅᴀᴅ ᴘᴀʀᴀ ʟᴀ ᴠɪᴅᴀ 1 「Los pingüinos de Madagascar」
Fiksi Penggemar❛Sarah, joven científica que mira todo con su lado racional, se designa como una chica diferente. No obstante, algo inesperado pasará que le hará despertar su lado más animal❜ Esta pequeña historia, desde que la escribí, ha sido algo muy espec...