Capítulo ocho.

1.1K 99 21
                                    

Mientras Justin y Richie se tiraban la merienda el uno al otro en la cocina, le eché un vistazo al cubo de la ropa sucia por la puerta del baño. Definitivamente, no solo había ropa ahí. Mi ropa parecía pertenecer a todos lados excepto a mi cubo.

En la silla solitaria de al lado de la ventana, Zoe cotilleó unas revistas. Cuando fue a usar el baño, las dejó en una pila en el suelo. En cuestión de segundos, Justin se agachó y las volvió a dejar en la estantería.

Nora fue la última en llegar. Aparentemente, ella no estaba acostumbrada a hacer los deberes tan rápidamente como el resto de nosotros. Sacándose sus zapatos, se dejó caer justo enmedio de la cama de Justin. Zoe y Richie se le unieron. Personalmente, yo no quería sentarme donde Justin dormía —y hacía quién sabe qué otra cosa más. Pero la única otra opción era el suelo. Así que me senté en la esquina de la cama y me incliné hacia delante como una atleta esperando por el sonido de la pistola.

Justin trajo un plato con galletas caseras con virutas en forma de corazón. Rodeó la cama como un buteo* en busca de su presa, y después se dejó caer justo a mi lado. El pelo de mis brazos se puso de gallina. Cogí una galleta antes de que las chispas provocaran una explosión.

*buteo: un pájaro, similar a un águila.

—Feliz día de San Valentín —dijo.

Yo lo había olvidado completamente. No tenía ninguna razón para recordarlo. Mamá y papá no lo habían mencionado, quizá porque no querían prestar atención a mi seriosa deficiente vida social. Aunque eso es lo que ellos pensaban. Miré alrededor de la habitación, a mis nuevos amigos, mis ojos prestando más atención a Justin, el mejor regalo de San Valentín que había tenido desde hacía tiempo.

—Ya han arreglado la ventana de la parte trasera de la escuela —reportó Richie—. Todos los de la planta baja tienen casilleros nuevos.

—Eso ha sido rápido —dijo Zoe.

—Creo que deberíamos alejarnos de la escuela —opinó Nora—. Acabar nuestros planes en otro lugar.

—Buena idea. —Justin le dio un golpecito en el tobillo y después puso su mano al lado de su pie. Me forcé a mirar a otro sitio—. Por ahora, nuestros futuros planes tendrán lugar en otro espacio.

Odiaba la manera en la que él miraba a Nora. Directo a sus ojos, dentro de ella, como si entendiera todo a cerca de ella.

Justin reposó su codo en el cuello de Richie.

—Esta es tu noche, mi amigo. Dave Harper es el siguiente.

Los ojos de Richie se agrandaron.

—¿De verdad?

Escuché a alguien exhalar. ¿Zoe estaba decepcionada porque no era su turno?

—¿Alguna idea? —preguntó Justin.

—Tal vez podríamos robar su ropa mientras entrena —propuso Nora.

—¿Ahora entrenan? —pregunté.

—Sí —me contestó Justin—. Dave y esos deportistas están obsesionados.

—¿Y qué os parece si les quitamos sus uniformes antes de un partido? —comentó Richie—. Sería descojonante.

Richie Morris tenía necesidades sencillas. Eso sería suficiente para él, pero Justin respondió:

—Piensa en algo mayor.

—Quizá debería ser más como una consecuencia natural —opiné. A mis padres les gustaba utilizar ese término. Me molestaba escucharlo de mis propios labios, pero parecía encajar en la situación.

The League → j.b → spanish versionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora