Capítulo diecisiete.

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El lunes, me moví por los casilleros, esperando a que Nora cambiara los libros en su mochila. Yo quería dejar las cosas bien entre nosotras, y necesitaba hablar con alguien sobre lo que le pasó a Tiffany.

Algunos hablaban enfrente de la clase de teatro, pero no parecían que supieran que estábamos ahí. Me acerqué.

—¿Podemos hablar?

Ella cerró su casillero y cambió la combinación del candado.

—Te dije que no me importaba lo de ti y Justin, Ariana.

Sacudí mi cabeza.

—No sobre eso. Necesito...

—Shh —me reprimió—. No aquí.

—¿Entonces dónde? —susurré.

Zoe caminó por detrás de nosotras, mirándome a mí.

—Librería de Glenwood. Después de la escuela. Tengo que deciros algo. Es importante.

Nora me miró y se encogió de hombros. Nos fuimos a clase, cada una yéndose en direcciones diferentes.

...

Una adolescente con rastas se sentó enfrente de mí, golpeando sus nudillos en la mesa al ritmo del heavy metal que se escapaba de su iPod. Su libro de química estaba del revés. Casi reí, hasta que recordé que mi nota media había caído en picado.

Nora y Zoe iban tarde. Pensé en hacer algo también, así que miré a los sonetos de amor de Shakespeare en el ordenador. Cuando busqué en mi bolsillo un trozo de papel, mis dedos se encontraron con algo. Saqué la cadena con el anillo de boda. Me había olvidado del "regalo" que Justin me había obsequiado.

A la luz del día, podía decir que era demasiado grande para ser un anillo de mujer. Dentro, en la inscripción se leía: FRANCES PARA SIEMPRE, 1985. Mi garganta se cerró. Alguien, en alguna parte, estaba desesperado por encontrar esto. Lo devolví a mi bolsillo.

Por el rabillo del ojo, vi a Nora. Ella me indicó que fuera a la mesa cerca de la sección de libros de jóvenes/adultos.

—¿Quieres decirme qué es tan urgente para violar la norma de "no hablar en la escuela"? —me preguntó en vez de saludarme.

—Necesito hablar con alguien —dije.

Le expliqué todo tan rápido como pude. Cuánto deseaba que todos pudiéramos ser amigos sin necesidad de un propósito. Cuánto habían crecido mis dudas mientras nuestros planes iban siendo cada vez más... ¿qué? ¿Crueles? ¿Qué otra palabra los podría describir? Ella se contrajo cuando lo dije, dándome esperanza de que ella se sintiera de igual manera. Terminé mi discurso con:

—Sabes que me gustáis. Mi vida ha sido genial desde que nos conocimos y todo, pero...

—¿A qué quieres llegar, Ariana?

Ya estaba arrepintiéndome de confiar en ella.

—Pensé que sería más feliz cuando mi turno llegara... Quiero decir, el turno de Tiffany.

—Ella se lo merecía. —¿No había dicho lo mismo sobre Dave Harper?

—Cierto —acepté—. Pero...

—¿Pero?

—Pero no se siente bien joderle la vida a alguien. Aunque sea alguien que no me gusta.

—Siento no estar de acuerdo contigo, Ariana, pero la Liga es lo mejor que me ha pasado.

—Tienes razón —admití—. A mí también, pero...

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