#22: Lo que supone hacerse adultos

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- Mapache.

Miré al cielo. Lo intentaba, pero es que era muy difícil.

- Mapache.

- Ya, ya, yo puedo- gemí. 

- Mapache.

- Callaos vosotros dos ya, pesados- recriminó Ruki en un susurro. 

Sentados en las primeras filas de invitados, en plena boda de Ayato y Yui, Yuma había pensado en un método para que no me echase a llorar: si lo hacía, se me correría el escaso maquillaje que me había puesto por respeto a mi mejor amiga, y a base de recordarme que parecería un mapache... A lo tonto iba funcionado. Era normal emocionarse en una boda, y sin el puñetero maquillaje podría haber llorado a saco sin preocupaciones. 

- ... marido y mujer- sentenció el juez de paz-. Puedes besar a la novia.

A la mierda todo. Voy a llorar y seré el mapache más hermoso, ¡con orgullo! 

Esos dos realmente se querían, el beso fue de película y logró transmitir que no sólo se casaban por obligación, sino que llevaban esperando este momento mucho tiempo. Gracias a KarlHeinz, había sido bastante temprano. 

Todos los invitados, desconocidos en su totalidad menos los hermanos de Ayato y nosotros los Mukami, aplaudieron y se pusieron de pie, en un acto que más que conmovedor me resultó repugnante. Nadie conocía a los novios, sólo estaban allí invitados sin permiso por el suegro de Yui. Era algo incómodo, pero muy frustrante para el pelirrojo y la rubia, que se tendrían que acercar a saludar una por una a esas personas que no habían visto en su vida. 

El festejo era en la parte trasera de la mansión, donde las mesas blancas y redondas llenaban el jardín en un orden muy armonioso. Se tenía que decir, Karl se había molestado en hacer una boda digna de sus hijos. Ya nos esperaban algunos entrantes, así que poco a poco nos fuimos sentando en la mesa más grande, la única rectangular, para acompañar a los recién casados en la cena. Sólo tenían sitio allí los Sakamaki y los Mukami, nadie más podía ocupar un sitio en la mesa de la pareja. 

- Te has puesto el vestido que te regalé- sonrió Kanato cuando nos pusimos todos juntos.

- Era el único que tenía- me sinceré-. Te agradezco que me lo regalases, al final sí que le encontré uso. 

- ¿Ves? Te lo dije. 

- Azusa-Kun, Aika-Chan- saludó Yui apenas llegó a la mesa, siempre al lado de un bien arreglado Ayato. Esta vez se lo veía más maduro que nunca, y a Yui más hermosa. 

- He llorado, lo siento- reí abrazándola-. Se me ha corrido un poco, pero lo arreglé antes de venir aquí.

- Ya veo- le pegué la risa. Mientras, el pelirrojo miró atento a Azusa, quien le felicitó por el casamiento. 

- Los siguientes están justo delante- afirmó, dejándome roja por el comentario-. Fuisteis la segunda pareja en aparecer, está claro que la próxima boda será la vuestra. 

- De momento estamos bien...- habló el peligris-. No hay prisa, aún somos jóvenes... y la vida de un vampiro... tiende a ser bastante larga...

- Tiene razón- apoyé-. Cuando nos sintamos preparados, empezaremos a organizarnos. 

- Querrás decir- intervino el menos apropiado- que hablaréis conmigo para organizarla.

- ¿Es que tienes que andar metiendo tus narices en todo?- espeté. 

- Aika, tengo que hablar contigo- Karl se cruzó de brazos, serio-. A solas.

- No- dijeron mis hermanos a la par. Kyo, que todo el rato estuvo como lobo, gruñó poniéndose a mi lado. 

Esos malditos juegos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora