#28: Burbuja pinchada

202 21 2
                                    

Alcé una ceja, mirando a mi hijo tumbado en su mantita con sus juguetes colgantes, y con sus tíos Yuma y Kou subidos al sofá como si hubiesen visto una cucaracha.

- ¿Qué hacéis?- pregunté entrando al salón, sobresaltándolos con mi presencia. Hacía ya cuatro meses que Daiki había nacido, era la locura de la familia. Sin embargo... A veces conseguía que sus tíos se asustasen. Era tan pequeño que cualquier cosita que hiciese los ponía nerviosos.

- Aika, tu hijo tiene poderes- gimió Yuma, enseñándome su mano. Ladeé la cabeza, buscando cualquier cosa, pero no vi nada. Al ver que no entendía, suspiró y miró de reojo a su sobrino-. Toqué unas ortigas sin querer antes...

- ¿¡Lo tocaste con eso!?- me alteré, acercándome a mi bebé y cogiéndolo en brazos. Él me sonrió y palmeó mi frente, jugando.

- Déjame terminar- protestó-. Me lavé las manos y todo, pero evidentemente me quedó irritada la palma. Cuando me puse a su lado enseguida me agarró la mano y de un segundo a otro ya no estaba enrojecida. 

- ¿Cómo?- me extrañé-. ¿Daiki hizo eso?

- No sé si son paranoias mías, pero puedo jurártelo. 

- Bueno, tampoco es para ponerse así- me burlé, dejando al niño en su manta de nuevo-. Habrá sido una casualidad, recuerda que como vampiros nos curamos rápido. 

- Pero no somos de sangre pura- recordó Azusa, entrando en la sala y yendo directo a sentarse junto a nuestro hijo-. Tardamos más. 

- Sigo sin verlo muy lógico, la verdad- me eché el pelo hacia atrás-. Es muy pequeño todavía. Yo tengo visiones, a lo mejor es hereditario lo de las capacidades peculiares. Sin embargo, será mejor que esperemos un tiempo y veamos qué pasa.

No es que estuviese menospreciando a Daiki... Sólo que, si en verdad podía curar a los demás, era uno de los pocos vampiros con poderes. Eso aumentaba aún más el riesgo, KarlHeinz podría usarlo en su beneficio. Me asustaba pensar que mi pequeño terminase en sus manos, en un momento de guardia baja todo se nos echaría encima si le ocurría algo. Pero no lo permitiría, a mi hijo no lo lastimaría nadie.

Por encima de mi cadáver.

**************************

- Angelito, hay que ver lo rápido que te duermes...- le susurré a Daiki, dormido en mis brazos, y dándole un beso en la cabeza. Aquella noche sólo estábamos Kyo, Daiki y yo en casa, Azusa y los chicos habían ido a probarse trajes para el bautizo de Kaori. A Ayato no le gustaba la idea, pero al ser Yui todavía una creyente quería celebrar esa ceremonia con su hija. Yo usaría uno de los vestidos de mi madre, así que sólo quedaban los chicos. 

Con delicadeza, tratando de no moverlo demasiado, me acerqué a la ventana y suspiré triste al ver a Kyo, sentado en medio del jardín y muy pendiente de todo a su alrededor. Él no había querido estar dentro desde que nació el nieto de su líder, insistía en que ahora más que nunca su vigilancia debía ser impecable.  Sonriendo con pena, volví al lado de la cuna de Daiki en medio de la oscuridad de mi habitación y lo dejé dentro, tapándolo con amor y acariciando sus suaves cabellos grisáceos. 

De pronto, un gemido de dolor rompió la calma. Agudizando el oído, volví a acercarme a la ventana, pero antes de poder siquiera ver por qué Kyo había llorado así me vi intimidada por una enorme presencia. Quise girarme, coger a Daiki y huir, de hecho lo intenté... y unos colmillos se clavaron con fuerza en mi cuello, drenando mi sangre a una velocidad de infarto. 

Alcé una mano, intentando defenderme, mirando desesperada hacia la cuna. En pocos segundos pensé que ya estaba condenada, que aquel desconocido iba a matarme y después a mi hijo, que Kyo no podría llegar a tiempo. Me sentía muy débil y me dolía respirar, ya no podía moverme por mi cuenta y los sentidos se me habían nublado. Por fin, sentí alejarse los colmillos de mí, aunque de haber sabido quién me iba a sonreír con mi sangre goteando de sus dientes...

Esos malditos juegos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora